Azusiel despertó de golpe, tenía la respiración agitada y estaba empapada por el sudor. «Solo es un sueño», se dijo, «solo ha sido un sueño» no sabía qué hora era exactamente, pero estaba segura de que faltaba demasiado para el nuevo día, tomo aire y salto de la cama un poco más calmada. Después de dar vueltas y vueltas en su habitación, decidió salir con dirección al único lugar donde encontraba tranquilidad, su lugar favorito y ese era el río Cristalino.
Al llegar al río se sumergió en ella, nadó un buen rato, pero no pudo evitar pensar en aquel extraño sueño.
— Hola, Guardiana — escuchó una voz angelical a sus espaldas, giró lentamente y en la orilla del río se encontraba una joven ángel, aunque estaba un poco lejos, pudo ver sus ojos verdes y cabello negro, la sonreía amablemente.
— ¡Hola!... Perdona, pero jamás te había visto por aquí, ¿Cuál es tu nombre? — sonrió ampliamente.
— Guardiana, hay cientos de ángeles en el paraíso, seguro que usted no conoce a todos, aunque todos sí conocemos a la nueva Guardiana — contestó la joven —. Mi nombre es Hani.
— Me alegra conocerte Hani. Tienes razón en decirme que hay muchos ángeles y no conozco a todos — sonrió — ¿Este lugar también te agrada?
— Este es mi lugar favorito desde que tengo uso de razón, a veces por las noches me siento triste y este lugar me da consuelo y paz.
— ¿En serio? Igual yo, este lugar es parte de mí, es un lugar muy tranquilo... Nadie suele venir aquí, ya que está demasiado alejado de la ciudad. ¿Por qué no te vi antes? — preguntó curiosa.
— Estuve muy ocupada... Ahora que tuve un poco de tiempo decidí aprovechar y venir.
— Entiendo...
— ¿Se encuentra bien? — preguntó sorprendiendo a Azusiel.
— ¿Por qué lo dice?
— Desde que llegué, lleva ahí. Pude ver qué está afligida, por eso pregunto. Además, se sumergió sin haber ocultado sus alas.
— ¿Eh?... B-Bueno, yo... estaba nadando un poco, creo que me distraje — respondió apenada.
— ¿Por qué mejor no sale de ahí? Y tal vez pueda ayudar en algo — propuso la joven, a lo que el ángel aceptó.
Salió del agua y se sentaron al lado de un hermoso árbol de manzano, Hani se sentó a unos centímetros de ella.
— ¿En qué piensa? — preguntó Hani con una sonrisa — está muy distraída Guardiana.
— Ja, ja, ja, hay muchas cosas dando vueltas en mi mente. Hoy recibí una noticia lamentable.
— Si es sobre lo que les sucedió a los ángeles pequeños, yo también estoy muy impactada con la noticia. Hoy en la mañana se nos informó a los ángeles guardianes — comentó para sorpresa de Azusiel —. Seguro que ser una Guardiana superiora es una responsabilidad enorme, ¿Verdad?
— ¿Tú también eres una Guardiana? Cómo es que no te vi, soy una superiora fatal — se reprochó.
— No se preocupe, apenas ayer me nombraron guardiana — confesó con entusiasmo.
— ¿Qué edad tienes?
— Tengo 16, tenemos la misma edad Guardiana.
— Vaya, es bueno saber que nos estaremos apoyando en los deberes, me da mucho gusto que formes parte de los ángeles protectores del mundo de los mortales.
— A mí me da gusto que usted sea la superiora, si supiera todo lo que tuve que pasar ayer en la tierra... — así pasaron las horas, Azusiel y Hani conversaban todo lo que hicieron de niñas, el entrenamiento, su experiencia en el mundo de los mortales, entre otras cosas.
— Ya es tarde... Regresemos a la ciudad — propuso Hani, Azusiel se puso de pie para que se dirigieran de vuelta.
El camino hacia la ciudad fue un poco largo, así que aprovecharon para seguir conversando y conocerse un poquito más.
— Bueno... ¿Hacia dónde va? — preguntó Hani al llegar a la entrada de la ciudad.
— Yo voy al palacio Celestial.
— Yo voy hacia allá — apuntó la joven Hani a lo lejos, casi a la parte final de la ciudad
— Está bien... Nos vemos, descansa — se despidió Azusiel.
— Igual usted, guardiana, descanse, nos vemos al rato, es una pena que no podamos bajar a la tierra juntas.
— Lo sé, pero me tienes que contar todo lo que pase, no omitas ningún detalle — ambas ángeles rieron ante aquel comentario.
Mientras tanto, en el infierno, Luzfel regresaba después de que anduviera en el mundo mortal, al llegar se encontró con Naiel y sus hermanos reunidos.
— ¡Hola, Luzfel! — saludó Yekun sin quitar la vista de un libro que tenía entre las manos.
— ¿Tú? — se sorprendió Azazyel — ¿Dónde has estado? Se supone que estabas en tu habitación - se quejó.
— ¿Entonces fui como idiota a rogarle a que baje a comer? — reclamó Leviathan. Los ángeles caídos se alimentaban con carne, no es extraño que los Diablos también coman, de cualquier forma alguna vez fueron ángeles.
— Pues eres un idiota, porque no estuve en mi habitación, salí y les dije — aseguró Luzfel -. Además, no tengo por qué darles explicaciones de a dónde fui — mantuvo el gesto serio.
Detrás de él ingresó Samyaza y Kesabel seguido por Abaddon.
— ¿Qué hacen todos aquí, pensé que estarían en el mundo mortal o durmiendo? — preguntó Samyaza.
— Miren quién llegó a molestar — habló con fastidio Kasyade —. Somos Diablos ¿Lo recuerdas?
— Claro que lo recordamos, no nos trates como a unos tontos — se defendió Kesabel.
— Para mí sí que lo son — trató de fastidiar Leviathan.
— ¿Estaban con él? — preguntó Gadrel refiriéndose a Abaddon.
— No, de hecho veníamos hacia aquí y nos encontramos en el camino — respondió Samyaza.
— Bueno... Yo me voy — se despidió Luzfel y se dirigió a su habitación.
— ¿Qué? ¡Luzfel espera! — Habló Azazyel, pero el Diablo no le hizo caso.
— ¿Naiel?... — Habló Leviathan.
— ¿Si, señor?...
— ¿Sabes algo que nosotros no? Me refiero a Luzfel, ha estado muy diferente — cuestionó.
— No, señor, de hecho me pregunto lo mismo que usted — mintió, porsupuesto que Naiel estaba al tanto de todo.