"La verdad siempre te perseguirá, Luzfel. Aunque no quieras saberlo estará ahí como una dulce tentación, como el fuego ardiente del infierno"
— Las palabras y promesas de un Diablo suenan demasiado sinceros — sonrió el ángel con tristeza —. Lamentablemente, yo jamás volveré a creer en ellas. Me mostraste el amor como algo maravilloso, puro y único. Caí en ese juego de seducción y tentación...
— Fuiste una ingenua, no sabes cuanto me divertí contigo, con tu aura pura, con tu inocencia — su voz sonó como un puñal que destrozó por completo el frágil corazón del ángel — . ¿Creíste que eras muy especial? ¿Creíste que de verdad me importabas? No sabes cuánto te detesto al igual que a esos malditos arcángeles que me echaron del paraíso, tu dolor no puede compararse con el mío.
— Ya veo. Debería odiarte, pero la verdad es que no sé el significado de ello y no puedo sentirlo. A pesar de todo, sigo pensando que fuiste mi dulce tentación en este mundo cruel — cayeron unas lágrimas por sus mejillas. ¿Cómo podría un ángel sentir odio en su corazón si aquel ser era al que tanto amaba? Pero el amor también tiene límites —. Ayúdame a desaparecer este sentimiento de mi pecho. Es muy doloroso, no puedo soportarlo. Aléjalo de mí, ¿puedes? — suplicó el ángel con desesperación, pero solo fue rechazada por el Diablo, quien se marchó con una sonrisa triunfante al ver que había logrado su cometido.
El ángel quedó sola, con el corazón destrozado, sabiendo que, a pesar de todo, nunca podría odiar al ser que tanto ama.