Pasaron dos meses desde que Azusiel no pudo regresar a la tierra y las ganas de volver a ver a aquel Diablo misterioso aumentaban, no era la única que estaba ansiosa, en las profundidades del inframundo se encontraba un Diablo enfadado.
— ¡¿Puedes tranquilizarte?! — habló Leviathan con cierto enfado.
— ¡Tú no me dices que hacer! — continuó Luzfel destrozando las cosas de la sala, sin importarle las quejas de Leviathan, Yekun, Samyaza y kesabel.
— ¡Estás insoportable!
— Está así porque una humana lo rechazó — provocó Samyaza —. Ya pasó un mes Diablo estúpido, ya supéralo — el Diablo detuvo su acción y miró con furia al pobre Samyaza.
— Sam... ¡Corre! — gritó Kesabel, pero el Diablo no pudo reaccionar a tiempo recibiendo así un golpe en el rostro.
— Pero qué rayos... ¡¿qué mierda te pasa?! — se quejó Samyaza tocando su labio reventado por donde empezó a salir gotas de sangre. Los Diablos podían herirse entre sí, un ángel también podía hacerlo.
— Te estás metiendo con el ser equivocado, y no voy a tolerar que me estés jodiendo Samyaza — respondió Luzfel con enfado.
— Ja, ja, ja, eso no estuvo nada mal — rió Yekun a carcajadas.
— ¡Luzfel, tenemos que hablar! — se escuchó una voz desde la planta de arriba, a lo cual el diablo acudió rápidamente, sin antes darle otro golpe a su hermano.
— Bueno... ¿Te apetecería ir al mundo mortal? — propuso Kesabel a un enojado Samyaza.
— Por supuesto que quiero, iré a desahogar esta ira.
— Yo seguiré con mi lectura, el mundo mortal puede esperar — comentó Yekun para después dirigirse a su habitación.
— ¿Podrías dejar un rato la lectura y divertirte de verdad? Es mejor disfrutar la "seducción" en persona que estar leyéndolo — sugirió Leviathan —. Pero no con las humanas, son insoportables y pegajosas.
— Ya te dije que no...
— ¡Ooh! Mira lo que tengo aquí entre mis manos — habló Leviathan con el propósito de convencer a su hermano.
— ¿Eh? Levi, no tienes que decírmelo... Lo que hagas con tus manos es cosa tuya — respondió Yekun sin quitar la vista de aquel libro del cual estaba obsesionado.
— ¿Qué? ¿A qué rayos te refieres con eso?
— Eso debería preguntar yo...
— ¡Ash! Yekun, te volviste tan mal pensado por causa de ese libro... _
— Como si ustedes fueran unos santos.
— Ja, ja, ja, bueno, bueno, ya que es así, entonces esta edición del segundo libro de seducción te pondrá... Uuy hermano, no lo puedes rechazar, puesto que es el último que quedaba, se agotó muy rápido, se ve que a los humanos les encanta.
— ¡¿Qué?! ¿Se-segundo libro? — giró Yekun lentamente. Leviathan agitó un libro azul en el aire.
— Acaba de salir recientemente y pensé que sería bueno darte como regalo — sonrió —. Pero con una condición.
— Acepto lo que sea, ¿pu—puedo tomarlo? No puedo creer que hayas sido capaz de hacer eso, me has dejado sin palabras — respondió Yekun con asombro y con una alegría inmensa.
— Es todo tuyo, ahora bien, la condición es que tendrás que ir conmigo al mundo mortal en este mismo instante y tendrás que dejar las ansias de leer para después. Los Diablos tenemos palabra.
— De acuerdo tú ganas, vamos ya que quiero regresar pronto.
Mientras los hermanos partían al mundo mortal, Luzfel mantenía una discusión acalorada con Azazyel.
— Tienes que entender que ese comportamiento tuyo nos está jodiendo a todos, Luzfel. Ya ni siquiera estás al tanto de lo que está pasando en el inframundo — habló Azazyel.
— No soy el único Diablo aquí capaz de pensar, no tengo por qué tener la responsabilidad de todo.
— No se trata de eso Luzfel, tú eres nuestro líder... ¿Ya te enteraste de que le llegó una nueva orden a Abaddon? — lo tomó por sorpresa aquella pregunta.
— ¿Qué? ¿Cuál orden?
— Lo sabía; Luzfel, si estuviéramos al borde de la extinción, tú ni siquiera estarías enterado, debes dejar tu estúpida obsesión con aquella humana.
— No te lo conté para que me lo eches en cara idiota, no vuelvas a mencionar ese...
— ¡¿Basta Luzfel?! No agotes la poca paciencia que me queda, Abaddon nos informó que hay un numeroso aumento de ángeles guardianes rondando el mundo mortal y que tienen la orden de asesinar a cualquier demonio que altere demasiado la paz de los humanos. Además, nos están rastreando por haber secuestrado a los ángeles pequeños. Los ángeles son demasiado ingenuos, en fin, supongo que ya estarás enterado de la existencia del nuevo guardián superior, ¿Verdad?
— No he podido estar concentrado en nada durante estos días - reconoció Luzfel. Desde el día que conoció a aquella joven un sentimiento extraño se apoderó de él y era más fuerte que su voluntad, al no poder verla desde ya un buen tiempo lo enfurecía.
— Esto hace que nuestro plan de volver a atacar el paraíso se complique. Abaddon... — hizo una pausa — recibió la espada flamante, y tiene la orden de custodiar severamente el inframundo, sé que él no iría en contra de nosotros, pero sabes que no depende de él reprimir el llamado a obedecer lo que Dios manda.
— En ese caso tendremos que tomar medidas, ni crea que nos va a encerrar aquí.
Luzfel debía de evitar aquel extraño sentimiento tonto que lo estaba volviendo estúpido en su actuar y que no lo dejaba pensar con claridad, era ilógico estar enfadado si solo la vió una vez, pero el destino puede jugar en contra hasta del mismísimo príncipe del Inframundo.
Aquella mañana de otoño, Luzfel volvió al pequeño pueblo por el impulso de su corazón y sus ojos se posaron en aquella joven que lo había llevado al borde de la locura durante aquellos días.
Gracias por leer❤️
Nos vemos en el siguiente capítulo