Los días siguieron transcurriendo, cada mañana los jóvenes se encontraban cerca de aquella pequeña fuente, y el sentimiento extraño se estaba apoderando de sus corazones, aunque ninguno quería admitirlo, Luzfel por su parte era muy orgulloso y buscaba solo poseerla o es lo que piensa, por otro lado, Azusiel siente curiosidad por conocer más a aquel Diablo.
El otoño llegó a su fin dándole paso al invierno donde las mañanas eran inusualmente tranquilas. No había gente, ni pájaros, ni animales callejeros. Todos dormían, todos tienen frío. El sol ni siquiera es visible todavía, aún no se ha puesto bajo el horizonte.
Una noche Hani bajó a la tierra, llegando así a una ciudad grande a donde iba siempre. Se convirtió en humana y una vez cumplido con su deber buscó un lugar agradable donde sentarse, la noche era fría, había mucha gente y vehículos transitando, en las cafeterías, restaurantes y en algunos centros nocturnos había mucha gente que se la pasaban super bién, el ángel veía a muchas parejas, familias pasar por su lado e inevitablemente esbozó una sonrisa. Ser un ángel guardián ha sido un regalo muy grande y especial para ella.
— Hola, señorita — habló una voz.
El ángel levantó la vista, frente a ella estaba un chico de cabello negro y ojos verdes, muy hermoso y sin duda muy atractivo, pero era un Diablo, al igual que a "Logan" una magia poderosa cubría su verdadero rostro.
— ¿Un Diablo? — habló Hani con sorpresa de forma inaudible, ya que era la primera vez que se encontraba con un ángel caído. Desde que llegó solo se encontraba con demonios.
— Disculpe ¿Qué dijo? — preguntó el Diablo al no escucharla.
— ¿Quién es usted? — preguntó obviando la pregunta del diablo.
— Me presento... soy Sam — dijo con cortesía.
— ¿Sam?... — «¿Que ángel caído tiene ese nombre? Ninguno que yo sepa, bueno no es que en el paraíso nos enseñen sobre los ángeles caídos, solo se limitan a decir que son malvados», pensó el ángel.
— ¿No me dirá el suyo? — preguntó el diablo.
— Hani... — ya era tarde para retractarse.
— Es un placer... ¿Podría sentarme? — pidió.
— Sí.
— No te molesta, ¿verdad?
— No... — aquel Diablo estaba siendo demasiado cortés para ser Diablo o quizá pensaba que Hani en realidad era humana con la cual podría divertirse, pero estaba a punto de descubrir lo contrario.
— Entonces diga... — no terminó la frase porque Hani se levantó abruptamente y su mirada estaba en dirección a uno de los centros nocturnos que estaba lejos del alcance de la vista de un mortal. Afuera de aquel lugar por la parte trasera que estaba alumbrado por una luz tenue, había cinco demonios alrededor de tres hombres que arrastraban y golpeaban mientras desprendían de sus ropas a una joven de unos dieciocho años, ella gritaba y suplicaba que no la hicieran daño sin parar, el ángel se paralizó. A vista de los humanos solo se verían aquellos humanos. Sin dudarlo, y ante la vista del Diablo se convirtió en su verdadera forma, desapareciendo de la vista de la gente.
— No... No puede ser — murmuró impactado el diablo —. Eres un ángel guardián...
— Así es... — respondió para luego ir veloz hacia donde estaba la joven.
Sin decir ni una sola palabra blandió una reluciente espada, asesinando en un instante a los demonios, por órdenes de Dios estaba prohibido que un ángel lastimase a un ser humano, por esa razón lo único que pudo hacer era mediante su poder dejarlos inconscientes. Todo esto lo hizo de manera invisible, cosa que asustó a la joven que huyó del lugar al instante, dejando sola al ángel en una esquina.
— Oh... así que aquí estás — habló "Sam" saliendo desde un callejón, se había transformado en su forma original; con alas negras, su rostro era distinto y era aún más atractivo, aunque sus ojos y cabello seguían siendo igual.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Hani sin inmutarse.
— Bueno, siendo sincero, me sorprendió que seas un ángel, angelita — dijo burlón.
— Mi nombre es Hani.
— Está bien angelita, ¿sabes? Me sorprende que alguien como tú sea una mentirosa.
— ¿Eh? ¿Ah?... ¿En qué momento te mentí? Además, si tendría que mentir no lo haría por diversión y no creo que sea correcto decir a un Diablo que soy un ángel — dijo por último y se marchó.
— ¡Angelita! ¡Espera! Voy contigo — agregó el diablo siguiendo a Hani.
Salieron a la calle convertidos en humanos y transitaron entre ellos.
— ¡Hey! angelita — habló el diablo que iba a lado izquierdo de la joven — ¿ahora iras en busca de otros demonios? — sonrió emocionado.
— Puede ser — respondió cortante.
— ¿Me puedes enseñar tu espada? — pidió.
— No.
— Vamos angelita, solo una vez — trató de convencerla.
— ¡Ya te he dicho que no! — respondió alzando la voz y algunas personas que transitaban se detuvieron a observarlos.
— Discúlpenla, ella es muy... ya saben... mujeres — sonrió amablemente, Hani puso los ojos en blanco y empezó a caminar. Nadie imaginaria que en medio de aquella calle un ángel y un Diablo estaban transitando entre los mortales.
— En serio Sam o como te llames ya deja de perseguirme, quiero estar sola — habló Hani un poco molesta.
— No te molestes angelita... solo quiero divertirme — respondió burlón.
— Entonces busca con quien divertirte — respondió ya impaciente.
— Pero yo quiero divertirme contigo — comentó el diablo mientras se encogía de hombres.
— No me dejarás en paz, ¿verdad? — preguntó Hani con resignación —. Bien, ¿Qué quieres de mí?
— Ya te lo dije, quiero divertirme contigo, aunque... — respondió pensativo — puedo llevarte a un lugar donde encontrarás a varios demonios.
— No creo que seas capaz... ¿Por qué harías eso? — dudó.
— Mientras que no toques a los míos no pasa nada... ¿Aceptas la oferta? — preguntó con una sonrisa maliciosa.