El día en la escuela paso rápidamente entre risas y comentarios sarcásticos de Tracy.
Extrañamente, me sentía cómoda con estas chicas. Las cuales podían ser un poco raras y locas, pero aún así, sentía un extraño aire acogedor. Algo me decía que quizás mi lugar era aquí, con ellas.
La ducha me esperaba. Había abierto el chorro hace unos segundos, para que el agua lograra calentarse.
Me quite la blusa y los pantalones, quedando solo en ropa interior. Al levantar la vista, encontré el gran espejo cuadrado del lavamanos frente a mí. Enderecé mi cuerpo. Ciertamente, mi reflejo no era mi mejor amigo, así que sacudí la cabeza y me volteé, dejando el cristal a mis espaldas.
No me importaba mi cuerpo, pero tampoco era un bonito monumento en el que podría clavar la visa y disfrutarlo.
El agua caliente caía sobre mi espalda, relajando cada uno de mis músculos. No había sido un día agotador, pero aún así, mi mente ya estaba saturada de nuevas clases y lo que contiene un cambio de escuela.
Lo que quedaba de tarde, me la pasé viendo películas. De vez en cuando, mi celular vibraba con un mensaje de Nina o Tracy en el grupo de WhatsApp.
Tres golpecitos llamaron a la puerta de mi habitación, a lo que me limité a gritar un “adelante” sin despegar mis ojos de la pantalla.
―Sky, tu padre acaba de llegar. ―Al notar que no presté atención, Clara volvió a hablar―. Y ya está lista la cena.
―Ya bajo.
―Debes darte prisa. A tu padre no le gusta esperar, ni tampoco la comida fría —mencionó bajando un poco el tono, y cerró la puerta.
Giré mis ojos y tomé el control de la televisión, para proceder a oprimir el botón rojo. Bajé los escalones lentamente y con fuertes pisadas.
Aun en las escaleras, mi padre comienza a hablar desde el abajo. ― Hola pequeña, ¿cómo estuvo tu día?
Me apresuro un poco y doblo al comedor. Se encontraba sentado en la cabecilla de la mesa, como de costumbre.
―Pues, bien ―digo mientras me acerco a su lado―. Hice amigas, así que supongo que no habrá problemas. ―Me inclino y beso su mejilla. Tomo asiento a su derecha.
― ¿Ah sí? ¿Y como son? ―interroga mientras instala una servilleta encima de sus muslos.
―Son muy lindas… y populares. ―Levanta su cabeza, mostrando una mirada preocupada― ¿Qué? ―digo sonriendo.
―Es solo que… ―Cubre su cara con ambas manos por un segundo― no tienes que hacer nada que no quieras. Si sucede algo con ellas, debes decirme.
Río sonoramente.
Mi padre no es un sobreprotector novato. Lo entiendo. Yo tampoco pongo las manos al fuego por ellas, solo las uñas. Puede que hoy sean mis amigas, pero mañana ya no me conocerán. Lo digo por experiencia propia.
Sin embargo, no me importaba. Si mañana no recordaban mi nombre, no me importaba; nunca me importó. Me gusta ser feliz hoy, sin pensar en mañana. Si viviera pensando de ese modo, tendría miedo de casa cosa que hago, y eso, no es vivir la vida.
―No te preocupes por ellas, estoy bien y no haré nada que no quiera. ―Sitúo mi mano sobre la de él tratando de calmarlo―. ¿Y como estuvo el trabajo hoy?
Comimos tranquilamente mientras hablábamos de nuestros días. Nina y Tracy, salían de vez en cuando como tema, pero intentaba tranquilizar su paranoia.
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La lucha del casillero contra mí, era digna de presenciar. No lograba recordar la clave que me dieron en clases.
Intente con los últimos dígitos de mi celular, con la dirección de casa, con el número de locker, hasta con la fecha de hoy.
<<Llámenme tonta, pero debía utilizar los recursos>>
Apoyé mi espalda en las taquillas y suspiré con frustración.
¿Cómo una cosa sin vida podía ganarme en una batalla?
Y.
¿Por qué todos se me quedan viendo y nadie me ayuda?
― ¿Sky? ―Volteo mi cabeza y sorpresivamente distingo una cara familiar.
―Nina…
Sus ojos demostraban confusión, pero en su boca temblaba intentando contener una carcajada.
La teoría de que hoy me ignoraría, se fue a China.
― ¿Por qué estás tan acelerada y con gotas de sudor?
Uno de mis dedos subió a verificarlo. Y efectivamente un poco de transpiración fue lo que conseguí en medio de esa ardua pelea.
―Es que…
―Espera. ―Me interrumpe con una sonrisa pícara―. Traviesa… ¿en qué andabas?
¿Qué? ¿Traviesa por intentar abrir mi taquilla?
―Pues, estaba intentando abrir esto, pero olvidé la clave.
Su rostro cambió completamente a uno de ¿fastidio? ¿enojo? No logré entenderlo.
―Déjame ver. ―Me hago a un lado y se sitúa en mi lugar. Voltea a verme y pregunta―: ¿Cuándo naciste?
Debe ser una broma.
¿Lo tuve todo este tiempo en frente?
Río mientras niego con la cabeza. ― 28 de agosto del 2003.
Ella hace unas maniobras. Da vueltas a la cerradura y tira de ella, pero esta no se abre.
¿En serio? Somos dos personas contra una cosa de metal.
― ¿Por qué no abre? ―pregunto impaciente.
―Esto… no suele pasar… con estas taquillas ―dice mientras hace pausas para forcejear.
Unos segundos después, Nina también se rindió. Por suerte llegué con tiempo de anticipación a la escuela.
Decidida a terminar con esto, me puse en marcha hacia el despacho del director, pero Tracy se interpuso en mi camino.
― ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás sudada y agitada? ―interpeló manteniendo una mano en mi hombro.
Otra vez con lo mismo. ¿Hay algo de malo en sudar y agitarse?
La chica me siguió hasta el pasillo. Y en unas cuantas vueltas, el adversario se abrió.
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Las clases se acabaron y era hora de irse a casa. Caminé a la salida y bajé las escaleras hacia la acera.
El chofer esperaba dentro del auto con cara de pocos amigos, al parecer hoy no era su día. Apresuré el paso, pero en seguida me detuve en seco, por poco piso excremento.