Capítulo 11
Dedicado a alguna hermana
Lunes 9 de agosto, 1907
Antes de volverse un colegio para tanto chicos como chicas, era un orfanato donde se hospedaban monjas y mujeres con futuro puesto, quienes cuidaban de los huérfanos. Las hermanas dormían en habitaciones donde actualmente estaría la escuela primaria, mientras que daban clase a sus alumnas en la escuela secundaria.
Todas ellas respetaban las normas, pues si se quebrantaban el castigo sería la furia de Dios sobre ellas y su exilio del lugar. Tendrían que rezarle para pedir su perdón. Aunque esto no era con todo, algunas cosas eran perdonables y sólo tendrían que realizar algunos quehaceres de más. Pero lo que hizo Lucía fue imperdonable.
Había esperado a que todas sus hermanas se durmieran para escabullirse por la negrura de la noche hasta la pequeña biblioteca que tenían. Escondido entre los muebles, se encontraba un fino y negro libro. En él se relataban historias sobre espíritus y almas prohibidas de contar para las monjas. Relataba cómo invocar al mismísimo diablo. Relataba cómo conseguir llegar al cielo sin dificultad. Relataba cómo tener el perdón de Dios haciendo un pacto con Lucifer.
Las monjas lo escondieron años atrás enterrándolo en la tierra de los muertos, el cementerio, porque era difícil de eliminar. Probaron quemarlo, arrancarle las páginas, remojarlo en agua pero todo fue en vano. Creyeron que nadie lo pensaría en buscar y criaron a los niños y niñas con la idea de jamás se les ocurriría ni mirar el libro. Les confesaron su existencia no sin antes decirles que sólo traía problemas. Todos ellos crecieron con la idea de temor hacia el cuaderno. Todos excepto Lucía, la cual dedicó su vida a engañar a las monjas para que creyeran que ella era perfecta y que le confiaran todos sus secretos incluyendo la ubicación del libro, el cual desenterró y escondió en la biblioteca.
Lucia prendió una vela y la acercó al libro. Con las yemas de los dedos repasó el título dorado escrito en latín. Liber Diaboli, libro del diablo.
Lo abrió en la página marcada. Estaban un poco sucias por tierra pero no impedía que se pudiera leer bien. Comenzó a seguir los pasos que decía para invocar a la Bruma Mortis, un espíritu de Lucifer capaz de matar a un ejército completo sin ningún problema. Esta rodearía el orfanato e iría matando a los integrantes uno por uno, tal como Lucía quería.
Lo hacía por ellos. Los chicos y chicas que se pasan la vida aquí. Todo para que las niñas se convirtieran en monjas y que los niños sean llevados a la escuela militar al cumplir los 15. No era la vida que se merecían. Uno que otro era adoptado pero no más de 12 por año. 12 de entre 160 chicos. La muerte era mejor que todo eso.
Ella estuvo en ese lugar por 24 años. Se aguantó en las misas, rezos, comidas sus ganas de gritar y romperlo todo. Quería irse. Irse ya.
La bruma empezó a formarse de apoco. Era negra y espesa, difícil de ver a través de ella. Lucia apagó la vela y corrió a esconder el libro entre los otros en un estante, con la esperanza de que otro lo encuentre y pueda utilizarlo como ella.
Salió de ahí corriendo, dejando que la bruma se vaya formando. Mientras corría, sonrió de costado.
Finalmente, pensó.
Lunes 9 de agosto, 2019
El alumno buscó el libro de biología que le pidió el profesor entre los otros libros de la biblioteca. La bibliotecaria lo dejó solo y no sabía dónde empezar a buscar. A pesar de que era un espacio reducido, había una gran cantidad de libros.
Revisó los estantes pero con tantos libros que había llevaría mucho trabajo encontrar el que quería.
Sacaba los libros muy bruscamente y logró que se le cayeran todos al suelo. Maldijo antes de agacharse y juntarlos. Mientras los guardaba, su vista viajó a un libro de tapa oscura. Con intriga lo levantó del piso y leyó el título.
Liber Diaboli.
Editado: 26.02.2021