A veces amaba el azul, otras veces lo odiaba tanto que lloraba.
Había momentos en los que solo quería descansar y otros en los que enserio quería avanzar.
Mi nombre es Laia Smith, tengo 17 años y esta es mi historia o tal vez solo era un capitulo en la historia de ellos, no estoy segura si esto es lo correcto, pero en este instante esta es mi realidad.
13 de agosto del 2022
Todo se sentía como una cuenta regresiva, era como una ilusión, pero al mismo tiempo tan real que dolía.
Todavía tengo incrustado en mi cerebro el recuerdo de cuando entre a la habitación de mi madre y tome ese frasco escondido debajo de su cama, era una pena y es que ya no podría seguir enseñándole sobre mi cantante favorito…ya no cantaríamos juntas.
Me moví de forma casi involuntaria hasta mi dormitorio y me desnudé para entonces caminar y pararme frente el espejo de cuerpo completo que tenía, sonreí al pensar en que Emma ya no podría dibujar estrellas en cada cicatriz que tenía esparcida por todo mi cuerpo, tal vez ahora lograría concentrarse más en las clases que en esa canción.
Entre a la ducha y deje que el agua caliente recorriera cada parte de mi cuerpo quemándolo, “muy pronto estará frio”, susurre para mí misma. Con cada gota que recorría mi cuerpo un escalofrió se presentaba y con estas demasiadas dudas, pero entre todas las preguntas, ideas y palabras que recorrían mi cerebro hubo algo que se quedó, un nombre “Liam” y entonces el remordimiento se apodero de mí, ¿ahora quien vería películas de héroes con mi hermanito? ¿quién se encargaría de abrazarlo cuando este asustado? ¿qué persona inventaría nuevas historias para contarle?
A pesar del remordimiento y la culpa no me detuve, no quería hacerlo.
Salí de la ducha y me cambié, al observarme en el espejo noté el collar que traía, nunca me lo quitaba, vi a mi reflejo devolverme una sonrisa llena de melancolía y entonces jugué con mi cadena mientras la idea que en otra vida Peter fuese mi padre me daba gracia, en esta vida ya lo fue, el me entendió y protegió de una manera que no creía que se podría…él no es mi tío es mi papá.
Volví al baño y me cepillé el cabello, mientras lo hacía pensé en Katherine, ahora ella ya no se podría burlar de que siempre estuviera despeinada, nunca volvería a pintarme el cabello junto a ella ni tampoco podríamos burlarnos de Emma.
Al terminar de arreglarme me senté en el suelo de mi dormitorio agarré mi celular y puse la canción favorita de Sofía, nunca le llegaría a decir que esa tambien es mi canción favorita, tampoco le diría que enserio me gustaba su comida o su estilo…no le diría lo orgullosa que estaba de ella, mientras la música sonaba me recosté en el suelo y observe el techo ahora Matt ya no podría contarme sobre sus raros sueños y teorías conspirativas, las largas y raras conversaciones observando el techo se acabarían.
Después de casi una hora en la que me dedique en pensar en que estaba haciendo o recordando las cosas que ya hice mientras escucha música o la lluvia de fondo decidí levantarme, me acerque a mi ventana y por primera vez en el dia llore, Julia ya no correría bajo la lluvia conmigo, ya no veríamos películas en los días lluviosos, no habrían pijamadas ni conversaciones hasta la madrugada, ya no habría más Julia y yo, eso instalo un pensamiento de duda en mi pero no duro mucho, las ganas de acabar con todo me ganaron.
Estuve parada en la ventana unos minutos mientras lloraba, después de limpiar mis lágrimas y calmarme me acerqué a mi escritorio y abrí uno de sus cajones para sacar las cartas que escribí la noche anterior para cada una de esas personas que estuvieron para mí, mientras las acomodaba sobre el escritorio note otras cartas, sus cartas y volví a sollozar nunca las leí e incluso ahora no pensaba hacerlo en el fondo yo sabía que perdone a Robert, pero nunca pude perdonar al padre en él.
Él se llevó una parte de mí, el me destruyo de una manera tan lenta y sutil que ni siquiera me di cuenta, mi manera de lastimarlo fue más directa y rencorosa, ambos nos destruimos de una manera que dio fin a algo que en algún momento fue una linda relación padre-hija.
El momento llegaba, ya no había vuelta atrás, me acerque a mi cama donde estaba ese frasco y por un segundo levante la mirada, era como si buscara algo que me detuviera, pero no había nada…fije mi vista en ese cuadro, y recordé el azul de sus ojos, recordé la tranquilidad que me daba y me di cuenta que no quería parar, sus palabras volvieron a mí, cada cosa que me dijo esa noche perforo mi cerebro y mi alma, era devastador porque él se equivocó, mi Lucas se equivocó, lo nuestro no era eterno.
Sonreí pensando en él y en su manera de amarme, y entonces en ese momento en el silencio de mi dormitorio hice una promesa silenciosa, “En otra vida no sería cobarde”.
Tome todo ese frasco de pastillas mezcladas con otro tipo de medicamentos y alcohol, me recosté en mi cama y deje que el azul me invadiera, ese color que me traía tanta calma, pero al mismo tiempo me consumía en dolor lleno cada parte de mí.
Quisiera decir que no dolió, pero lo hizo, dolió mucho, no recuerdo cuando termino todo, pero si recuerdo pensar en que ahora descansaría, de una manera egoísta, pero lo haría y es que ahora yo no era la protagonista de ninguna historia, ahora era el doloroso capitulo en la vida de ellos…mi libro termino y lamentablemente no era un final feliz.
La cuenta regresiva termino,
me rendí…ya no era una sobreviviente.
Supongo que perder la esperanza era el primer paso a dejar de luchar. Al final todos éramos sobrevivientes, pero algunos como yo no lo lograron.
El 13 de agosto mi mente y cuerpo descansaron, pero a un costo demasiado alto.