Sólo es un Juego... ¿verdad?

1. Compañero nuevo.

En todo lo que llevo de mi vida una de las cosas que más puedo recalcar sobre mí mismo, es la poca capacidad que tengo para las presentaciones. No me es complicado por cosas como olvidar mi nombre —aunque sí me pasó muchas veces en la infancia— sino más bien porque no puedo y ya. ¿Cómo es que se presenta una persona normal? No puedo ir donde alguien y decirle: buenas, mi nombre es Akira Tanimoto, mi cabello es negro y mis ojos violeta que según mis padres heredé de mi abuela. Sin duda alguna, una presentación como esa no da buena imagen al inicio.

Es por eso que vivo mi vida sin preocuparme de conocer nuevas personas ni hacer nuevos amigos, porque sé que en cuanto abro la boca, soy considerado un chico raro. En mi salón de clases ya todos tienen amigos, y no me llevo con nadie más que con dos hermanos a quienes conozco desde mi infancia, es raro, pero incluso a pesar de que uno de ellos es mayor, mi altura y la suya tienen una gran diferencia.

Siempre me he considerado un chico común, nunca desarrollé tales cosas como la visión láser ni oídos ultra auditivos, ni mucho menos la capacidad para volar.

Mi día hoy comenzó tan normal como cualquier día de semana, por eso mismo me tuve que levantar temprano a alistarme para ir a la escuela solo y en silencio como siempre. Claro que tengo amigos, ya lo dije antes, pero nuestros recorridos son distintos al vivir ellos del otro lado del colegio, una dirección completamente contraria a la mía, es por eso que nunca vamos ni volvemos juntos; pero el menor de ellos siempre espera por mí en la entrada de la escuela para luego subir juntos al salón.

Llego a la esquina de la calle que me separa de la entrada de la escuela y veo ahí a mi mejor amigo en su celular, levanta un poco la cabeza y en cuanto me ve cruzando la calle comienza a sonreír agitando sus manos.

—¡Kira! Tiempo sin vernos.

Y ya viene con sus exageraciones...

—¿De qué hablas Taka? —pregunto cuando llego a su lado y él se lanza a abrazarme—. Si nos vimos ayer en la tarde, ya que como eres tan flojo no viniste a clases —comento con claras intenciones de molestarlo.

Y sé que lo logro cuando veo su sonrisa desaparecer y su rostro me enseña una mueca de enojo, siempre le ha molestado que lo llame flojo, pero es que de qué otra manera lo puedo llamar si me gusta ser sincero.

—Eres malo —se queja estirando un poco la trompa y volviendo los ojos llorosos, estoy a segundos de disculparme cuando recuerdo que en lo que mejor le va es la actuación; algo que ocupa muchas veces para manipular a sus padres y que le permitan hacer lo que quiera, pues al ser el menor de los dos hijos tiene muchas prohibiciones.

—Amigo, sabes que lo digo con amor —revuelvo su cabello como si fuera un niño pequeño.

He dicho antes que las presentaciones se me dan mal, pero por muy irónico que suene, el presentar a otras personas me es demasiado fácil. Por ejemplo, su nombre es Takahiro Yamada y es mi mejor amigo, es uno de los enanos del salón como yo lo llamo por sólo ser centímetros más bajo. Su cabello es rubio y sus ojos azules, el chico perfecto a los ojos de muchas chicas ya que resalta por encima del el resto —incluyéndome— al tener todos el cabello negro o castaño. Su único problema al tener una relación es su inmadurez. Cada vez que ha intentado una relación con alguna chica lo terminan antes de cumplir un mes.

Vamos hasta el salón y una vez ahí el cansancio por no dormir por la noche me ataca. Las clases pasan como siempre aburridas, y al ya saber esta materia de memoria —pues estamos en repaso— intento dormir, una misión imposible con Taka a mi lado hablando de todo lo que pasa por su cabeza. Se supone que su pupitre es el que va delante del mío, pero siempre que falta su hermana se sienta conmigo, para mi mala suerte.

 

 

No presto atención a nada de la clase intentando seguir el ritmo de la conversación de Taka, y cuando me di cuenta, la campana para salir al descanso suena llevándose a todos los alumnos fuera del salón.

Al igual que el resto de los alumnos salgo acompañado por Taka y ambos tomamos asiento bajo el árbol más cercano al edificio, siempre nos sentamos aquí para pasar el rato escuchando las alocadas ideas de mi otra mejor amiga y hermana de Taka. Y sé que muchos alumnos salen al descanso para estirar un poco las piernas por estar sentados a toda hora en clases, pero nunca me ha gustado salir por ahí a caminar, suena demasiado molesto.

A diferencia de otros días —y quizás por la ausencia de nuestra amiga— al sentarnos sólo nos dedicamos a mirar a las personas que pasar frente a nosotros. Muchas de las chicas al pasar nos miran como si fuésemos acosadores o algo por el estilo, sólo por mantener la mirada puesta en un sitio y justo cuando ellas pasaban se veía como si estuviésemos viendo sus piernas o algo. Al menos yo no lo hice con malas intensiones, no sé Taka.



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En el texto hay: romance juvenil, romance homosexual

Editado: 17.02.2018

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