GREG
Me he quedado petrificado en mi puesto, sin poder mover ni un musculo. A pesar de que quiero correr tras ella, solo puedo pensar en que… no tenía familia. En que nunca, jamás tuve a nadie.
El recuerdo me llega de golpe y me noquea en mi lugar. Puedo recordar como pedaleaba con todas mis fuerzas, el corazón se me quería salir del pecho y el miedo… El miedo corría por todo mi cuerpo como la sangre por mis venas.
Recuerdo voltear al escuchar los gritos de los niños detrás de mí y cuando volví mi vista al frente… Todo se volvió oscuro.
Salgo de mi ensimismamiento, arrastrándome por el suelo para recostarme en el sofá. Aturdido, asustado y decepcionado. El sudor me recorre la frente y siento mis mejillas empapadas de lágrimas.
― ¡Lucy! ¡Abre la jodida puerta! ―escucho a Serena gritar.
Corro hasta donde se encuentran las muchachas y traspaso la puerta. Lucy camina de aquí para allá, negando con la cabeza a cada rato. Su respiración está acelerada y ni siquiera ha notado que estoy aquí.
―Lucy ―la llamo y detiene su paso, mirándome. Tiene los ojos cristalizados y se sienta en la cama, cubriendo su rostro con las manos―. Lucy, está bien. Nunca pensamos que mi pasado iba a ser un arcoíris.
― ¡Tenías seis putos años, Gregory! ―estalla, gritándome―. ¡Tu vida debió ser un puto paraíso no una terrible tormenta!
―No sabes cómo me trataban en el orfanato, yo tampoco. Tal vez eran buenos conmigo ―trato de calmarla, sentándome a su lado.
― ¿Por qué escaparías de un lugar donde te tratan bien? Porque acabamos de confirmar que lo hiciste, te escapaste ―me dice.
―Tal vez… quería encontrar a mis padres ―respondo como si hubiese encontrado la cura del sida―. ¡Claro! Es eso, Lucy. ¿Y si es mi misión? ¿Encontrar a mi familia?
― ¿Por qué estarías en un orfanato si tu familia quisiese que la encontrases? ―pregunta, confundida.
―Porque quien quiere encontrarlos soy yo, no ellos ―le digo.
― ¿Y si abren la puerta y me dejan ser parte de la puta conversación? ―se queja Serena, trayéndonos de vuelta a la realidad.
―Lo siento, lo siento ―dice Lucy, corriendo para abrirle la puerta―. Esto fue demasiado para mí, lo siento.
― ¿No acaban de darse cuenta de algo? Ya tenemos por dónde empezar ―explica Serena, sentándose en el piso justo frente a mí. Acaricio su brazo para enviarle escalofríos y sepa que estoy junto a ella―. ¡Ay, esto es tan espeluznante!
Se estremece, sacudiéndose. Lucy me mira, sonriendo con complicidad.
―Espera, ¿a qué te refieres con que ya tenemos por dónde empezar? ―pregunta Lucy, frunciendo el ceño.
―Primero tenemos que encontrar todas las noticias e informes del accidente para ir preparados ―nos recuerda la rubia y me busca con la mirada―. Segundo: tienen que hacer de trizas corazón porque no sabemos qué podamos encontrar. Tal vez Greg tenga que encontrar a sus padres, quienes pueden estar vivos o muertos.
―Pero tiene que encontrarlos ―asegura Lucy, tomando mi mano.
―Tercero: tenemos que ir al orfanato ―culmina, haciendo que me tense en mi puesto―. Con Greg, por supuesto. Él puede entrar y ver cada rincón del lugar, tal vez así recuerde algo o encuentre un motivo para huir de ese lugar. Serás nuestros ojos y oídos dentro, mientras tratamos de sacar información sobre ti y los otros niños.
―No salen sus nombres en el artículo, ¿cierto? Sería más fácil ―pregunta Lucy.
―No, por supuesto que no. La idea principal era informar el accidente y la muerte del niño ―explica, cabizbaja.
―Entiendo ―murmura mi amiga, cabizbaja―. No sé si pueda seguir investigando en estos momentos. Fue… fue demasiado para mí.
―No ―le digo, tomando su mano con la mía―. Por primera vez en mucho tiempo, tienes una amiga real de carne y hueso. Sé una adolescente normal en una noche de chicas normal. Sin fantasmas, sin accidentes, sin muertes. Sin mí.
―Pero… ―intenta hablar.
―Sé que lo necesitas ―murmuro, acariciando su mejilla―. Yo estaré bien.
―Está bien ―susurra, cabizbaja―. ¿A dónde irás?
―No lo sé. Tal vez caminaré por ahí ―digo, sonriéndole sin mostrar los dientes―. Vendré luego.
Me levanto del suelo y salgo de la habitación, traspasando la puerta. Me recargo de la misma, cerrando los ojos y respirando con calma.
Presiento que no encontraremos cosas buenas y no sé si quiero involucrarlas en esto.
― ¿Qué pasa entre ustedes dos? ―escucho a Serena.
Me enderezo en mi lugar y frunzo el ceño, confundido.
― ¿A qué te refieres? ―pregunta Lucy, quien parece tan fuera de lugar como yo.
―Pues no puedo ver cómo te mira él, pero si puedo ver como lo miras tú. ¿Estás segura que solo son amigos? ―pregunta.
Ambos jadeamos ante su pregunta. Me quedo esperando su respuesta, sintiendo que el corazón se me quiere salir del pecho.