Solo pido un instante más (spudm #2)

9.

LUCY

            Tengo que fingir que el miedo no me carcome por dentro cuando me bajo del carro de Dylan. Él me desea un buen día y yo le regalo una sonrisa antes de darle la espalda y caminar hacia la escuela.

            Mis manos juegan con las asas de mi bolso en un movimiento nervioso y respiro hondo varias veces tratando de calmar mi angustioso corazón. No me recibe nadie en la entrada con una sonrisa en el rostro, preguntándome qué tal me fue en el verano.

            Ni siquiera Greg se encuentra junto a mí en estos momentos, creo que piensa que es mejor que no esté cerca ya que, según su criterio, él es  el causante de mis problemas.

            Qué estupidez, pienso, negando un poco con la cabeza. Las personas a mi alrededor empiezan a murmurar cuando me ven, puedo ver sonrisas burlonas en sus rostros e incluso miedo.

            Enderezo mi espalda, mostrándome fuerte ante todos y me detengo frente a mi casillero. Hasta ahora nadie ha dicho nada cruel o me ha hecho una bromita pesada de muy mal gusto. Me permito buscar a Agatha con la mirada, suspirando de alivio al no encontrarla.

            Tomo algunas cosas de mi casillero y guardo otras, cerrándolo al terminar y escucho la campana que avisa que es hora de ir a clases. Reviso mi correo para chequear cuál clase me toca a primera hora y ruedo los ojos al saber que es química, soy demasiado mala para ese tipo de materias.

―Mm, ¿disculpa? ¿Podrías ayudarme a encontrar mi salón?

            No presto atención a esa voz ya que, es muy probable que, no sea conmigo. Así que sigo mi camino y me freno cuando escucho que habla de nuevo, volteando a ver quién es.

―Lo siento, no quiero incomodar ―se rinde, dejando caer los hombros.

―No, espera. No sabía que era conmigo, disculpa ―le digo, apenada. Él me muestra una linda sonrisa y yo imito su gesto―. ¿A dónde tienes que ir?

―Química con Milkovich ―dice, viendo su horario.

―Uh, nos tocó con el peor profesor de química, ¿eh? ―le digo y él frunce el ceño―. Yo voy para allá también. ¿Cuál es tu nombre?

―Luke McCall ―se presenta, estirando su mano mientras caminamos en dirección al salón.

―Lucy Martin ―respondo, correspondiendo su saludo―. ¿Qué te trae a esta escuela siendo el último año escolar?

―Yo, uh, es un tema delicado. En mi anterior escuela no había un… ambiente agradable ―admite, sonrojándose un poco.

            ¿Cómo le digo que aquí tampoco es que sea del todo agradable?

            Tomamos asientos juntos en la misma mesa de laboratorio, al final. Me permito verlo un poco más para detallarlo: es de tez pálida, delgado (un poco huesudo a decir verdad), de pelo castaño y corto, cayendo solo un poco por su frente. Es bastante alto a decir verdad, casi un metro ochenta y es de mirada dulce, color café.

―Creo que seremos compañeros por lo que resta del año, ¿tienes problema con eso? ―le pregunto cuando el profesor irrumpe en el aula, con su típica cara hostil y olor a tabaco.

―No, ¿y tú? ―pregunta, sonriendo con timidez.

―No, es primera vez que tendré un compañero ―admito, desviando la mirada al sonrojarme.

― ¿Por qué? ―pregunta, frunciendo el ceño.

―Por ser diferente, supongo… ―musito, jugando con las mangas de mi suéter de hilo fino.

―Bien, hemos quedado en la misma sección y veremos todas las clases juntos, ¿no? ―habla y yo asiento, mirándole―. Pues tienes un compañero en todas las materias ahora. Soy el nuevo, no me prestarán atención en el último año.

―Gracias ―respondo, sonriendo con timidez. Tomo una hoja y un papel, anotándole mi número de teléfono―. Ten, vamos a necesitar tener nuestros números para las tareas.

            Acepta la nota y sonríe antes de prestar atención a la clase que empezó hace unos dos minutos. Noto como todos nos miran, algunos sorprendidos porque tenga un compañero y otros con pesar porque le ha tocado sentarse conmigo.

            Respiro hondo, enfocando mi vista en la pizarra y mi atención al profesor. Me doy cuenta de que Luke adora la clase y yo estoy que boto humo por la cabeza de tanto pensar e intentar entender la clase, él se ríe de mí y me explica un poco.

― ¡Vamos, no es tan difícil! ―se ríe, llamando la atención de algunos.

―La brujita al fin consiguió un amigo, pobre ―escucho que murmura alguien.

            Yo me tenso en mi lugar cuando varios ríen y el profesor no hace nada más que mirar con severidad a la muchacha que habló. Miro de reojo a Luke y veo que tiene el ceño fruncido, tal vez confundido por mi estúpido apodo.

            Ojalá en serio fuese una bruja, pienso con rabia.

            La clase termina y Luke se disculpa, diciéndome que va al baño apenas cruzamos el umbral del aula. Yo camino de aquí para allá, esperando no encontrarme con la pelirroja y su séquito de imbéciles.

            Cuando doy la vuelta para seguir caminando un fuerte empujón me tira de culo al piso y aprieto los dientes con fuerza por el dolor. Unos zapatos de vestir masculinos están frente a mí y subo la mirada hasta dar con Freddy, quien me sonríe con burla.




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