Somewhere in the night

Capítulo dos

Ya de vuelta en la comisaría, James se dejó caer en su silla y apoyó la cabeza en el respaldo. Cerró los ojos, se pasó los dedos por ellos y suspiró profundamente. Estaba agotado y aún no había empezado su turno oficialmente.

El caos que había en el accidente que se formó fue brutal, y no solo por la cantidad de heridos, sino porque el causante fue el conductor de un camión enorme. Se durmió después de más de diez horas al volante y en vez de girar en una curva, acabó chocando contra la mediana, lo que causó que todo el contenido que llevaba en la parte de atrás acabara desparramándose por todo. Final: choque en cadena de seis vehículos, dos muertos y cinco heridos.

—Toma, compi, esto te irá bien.

James abrió los ojos y se encontró a su compañera mirándolo con una gran sonrisa, un café en una mano y un bollo de azúcar en la otra. Se incorporó, Tania lo dejó todo en su mesa y él empezó a comer como si hiciera horas que no lo hacía. Y bueno, realmente hacía horas que no comía nada, por culpa del accidente al final salió de su casa sin haber podido desayunar.

—¿Te he dicho que te amo, compañera? —Le guiñó un ojo y la vio sonrojarse. ¿Sonrojarse? ¿Desde cuándo Tania se sonrojaba?

—James, tenemos que hablar.

—Claro, dime —tomó un sorbo del café, se metió el último trozo de bollo en la boca y gimió. —Eres un sol, amiga. No te imaginas como necesitaba esto —aclaró después de vaciar el contenido del vaso de un solo trago. —Y bien, dime, ¿de qué quieres hablar? —preguntó sonriendo, pero al ver como ella no lo hacía, sino que estaba como si hubiera pasado algo gordo, James quitó la sonrisa de su cara, apoyó los brazos en la mesa y esperó.

—¿Cuánto hace que tienes esos sueños, James? ¿Cuándo empezaste a soñar con esa mujer? —le preguntó Tania a bocajarro y lo dejó totalmente descolocado.

¿Cómo era posible que ella supiera eso? No había hablado con nadie de los sueños que tenía, con nadie, un siquiera con su hermana. Maldita sea, ¡era imposible que ella supiera nada de eso! ¿Cómo podía…? «No, piensa, James, piensa… tiene que haber una respuesta. ¿Tal vez se lo comentaste y no te acuerdas?» No… eso no era, James sabía que nunca había hablado con nadie, nunca. Además, ¿cómo iba a hacerlo si solo había soñado una vez con esa mujer? ¡Y había sido esta noche! Por tanto, ¿cómo podía saberlo Tania?

James se irguió en la silla y entrecerró los ojos. La miró de arriba abajo como si fuera un bicho raro y la escuchó suspirar.

—James, no me mires como si fuera un alien o algo por el estilo, hombre. Sigo siendo yo, ¿vale? Y, ¿sabes qué? Déjalo, no hace falta que me contestes, ya no quiero saberlo.

Tania se levantó de su silla dispuesta a irse y James la sujetó por la muñeca con más fuerza de lo normal.

—Suéltame, James. Me estás haciendo daño y no te conviene cabrearme, compañero. Déjame ir.

—No, de eso nada. Ahora mismo vas a explicarme cómo sabes que sueño con esa mujer sino se lo he dicho a nadie, Tania. Eso no es normal, nada normal. Así que ya puedes ir soltándolo todo. —Le ordenó sin soltarle la muñeca, pero Tania se zafó con un fuerte tirón y lo miró fijamente a los ojos.

—¿Me estás amenazando? —Se cruzó de brazos y esperó. James suspiró, se levantó de la silla de golpe y ella retrocedió unos pasos.

—No, Tania, no te estoy amenazando en absoluto. Solo quiero que me expliques cómo sabes que he soñado con una mujer. Además, eres tú la que me ha dicho que quería hablar conmigo. Has sido tú la que me ha sorprendido con esta pregunta. Y sabes que después de haberme soltado esa bomba, no te puedes marchar como si no hubieras dicho nada. Me merezco una explicación, ¿no crees?

Tania cerró los ojos, se colocó los dedos índices en sus sienes y unos segundos después, los abrió.

—Bien. Te lo contaré todo. Nos veremos a las ocho en mi casa. Y ven solo, ¿de acuerdo?

—¿Solo? Claro que iré solo. ¿Con quién quieres que venga? ¿Con mi hermana?

—Por ejemplo. Sé que la quieres, que deseas contarle lo que te corroe por dentro, James, pero no puedes hacerlo bajo ningún concepto, ¿me oyes? Nunca. El tema que voy a tratar contigo es muy muy peliagudo y nadie, a parte de nosotros dos puede saberlo. ¿Te ha quedado claro?

—Cristalino —contestó con un deje de burla, cruzó los brazos, adoptó una pose chulesca y Tania, tras mirarlo y poner los ojos en blanco, se marchó.

«Será exagerada», pensó tras recordar sus palabras. «Un tema peliagudo, sí, claro, peliagudo claro que lo será. ¡Sabe que sueño con una desconocida!»

—¡Brunetti! ¡A mi despacho! ¡Ya!

—¡Enseguida, capitán! —contestó después de sacarlo de sus pensamientos ese grito. —Vuelve al trabajo, hombre. Deja de pensar en eso por ahora, ya lo harás cuando llegue el momento y céntrate en el curro, que el capitán es capaz de sacarte a la calle a poner multas.

James llamó dos veces a la puerta de su capitán y después de escuchar cómo le daba permiso, entró.

—Brunetti, siéntese.

James se sentó al escuchar el tono seco en el que se lo ordenaba. ¿Y ahora qué ocurría? Su capitán solo hablaba en ese tono cuando estaba muy cabreado.



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En el texto hay: viajeeneltiempo, romance drama accion

Editado: 25.07.2020

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