Las Estrellas En Mi Boca

Prólogo

Amaya Peterson no sabía en lo que metería a su hermana cuando compro unas pequeñas estrellas de azúcar a un vagabundo que caminaba por el parque, porque era obvio que comprarle dulces a un desconocido en un parque no podía terminar mal.

- Son tan lindas - la pequeña Amaya miraba ilusionada las estrellas violetas y rosadas que reposaban en sus diminutas manos.

- También saben de maravilla - hasta el punto de vista de Amaya el vagabundo con barba de cabra no lucía como un tipo malo que iba por ahí drogando niños.

- Gracias señor que no se baña - las palabras de la pequeña no podrían hacer enojar al vagabundo que aún se encontraba de pie enfrente de la chiquilla, él era alto y pudo darle miedo a muchas personas pero a Amaya no le causaba ni un poco de inseguridad su repentina presencia.

- De nada niña chimuela - los grandes ojos azules del hombre barbudo que vendía dulces en el parque eran impresionantes y cualquiera podría quedarse horas viéndolos.

Amaya Peterson corrió hacia su casa con la bolsa de dulces en mano, su mochila rebotaba en su espalda y sus agujetas se habían desatado, pero a ella no le importaban los pequeños detalles como a su hermana mayor, que en su lugar hubiera parado para atarse las agujetas y habría caminado para que los libros que estaban en su mochila no golpearan su espalda dañándola, porque a su hermana hasta una pequeña e indefensa hormiga le provocaría un moretón, Carly Peterson no es la chica más fuerte solo la más inteligente, solía decir mientras resolvía crusigramas del periódico comiendo seriales de colores antes de ir a la escuela.

Al llegar a casa la pequeña e inquieta Amaya abrió la puerta de manera brusca provocando que la bolsa se rompiera y la mayoría de las pequeñas estrellas cayeran al suelo dejando solo unas cuantas intactas.

- Oh rayos - dijo la niña dejándose caer de rodillas para recoger algunas de las estrellas que la rodeaban, pero para su suerte el piso estaba lleno de lodo que alguien había esparcido por el suelo con sus zapatos y ésto hacía a las estrellas de dulce imposibles de comer.

Amaya juntó las estrellas sucias y las tiro a la basura, al menos tenía unas cuantas más que no habían caído de la bolsa.

Justo cuando estaba a punto de comer una escucho la voz de su madre gritando.

- ¡Amaya Peterson me puedes decir por qué has golpeado a Lucy cuando estabas en la escuela! - no sonaba nada contenta, aún no la veía por ningún lado pero Amaya imaginaba su cara de enojo de solo escucharla.

Amaya tomo los dulces que no había podido comer y corrió a esconderlos en su lugar secreto, donde mayormente guardaba cosas que no quería que nadie viera, por ejemplo la mayoría de los dulces que ella compraba sin que su madre se lo permitiera, juguetes que su madre le había dicho que tenía que devolver a sus amigas o cosas que había tomado prestadas sin permiso.

En cuanto estuvo segura de que el azulejo de la cocina atrás del gran cuadro de unas frutas estaba bien puesto la niña se encaminó hasta la habitación de su madre.




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