Hubiese preferido mil veces ahogarme en el lago antes que volver a pasar consulta con el psiquiatra de la capital. Desde que lo vi mi apatía hacia él fue evidente. Castañeaba mucho los dientes y olía a desinfectante de hospital. Valeria insistió en llevarme y yo nunca le vi lo raro a hablar sola.
Estuve obligada a obedecer a mi mamá sin pronunciar una palabra. Al lado de David podía hablar sobre todas las cosas que me gustaban o las que me asustaban, tonterías de la vida y teorías absurdas. Con él fue imposible fingir o tratar de figurarme una persona diferente. No precisaba convivir con David largas horas, las tardes bastaban para sentirme completa.
—Mi madre jamás me dio una caricia o un beso. Creí que esas cosas no sucedían entre padres e hijos, pero no es verdad. Ella me nego un cariño, y a cambio me privo de socializar con otros seres humanos.
Lo decía teniendo un tímpano de hielo en la garganta que me impedía respirar. Llore por primera vez frente a David, quien se trago mis lágrimas. Pude haberle dicho frases bonitas a mi mamá, en cambio no lo hice, mis resentimientos me lo impedían.
Hacia varios conceptos sobre el amor y nunca llegaba a convencerme. Lo describí como el sentimiento que se perforaba en mi estomago cuando David me acariciaba el pelo y no tenia que pronunciar ni un monosílabo. Las palabras lo construyen o lo arruinan todo, pero en este caso el lenguaje oral estaba de más. David no tenia que decir cursis versos, yo sabía que él, siendo una criatura, me amaba. Le di la definición de una manzana, el amor se parecía a ese fruto. Te podías comer esa fruta una calurosa mañana de verano y te sentías fresco, no obstante al llegar la oscuridad, la manzana se torna insípida y venenosa y vomitas lo que queda de ella.
—No estoy loca. Alzé la voz y la verdad fue la última vez que lo hice.
—Claro que no. Debe ser la isla que nos está haciendo mucho daño...
Mi madre continuo expresando su disgusto a mi falta de respeto, no la escuchaba. En mi mente focalizaba otro teoría sobre el amor. Una total pérdida del juicio y de la voluntad eso era el amor.
Esa misma noche me retire sintiéndome cansada y un tanto irritada. Arrastre mis chinelas hasta mi cuarto. Mi cama era cómoda y grande. Mi entretenimiento por la noche era escuchar la radio y la apagaba cuando pasaban las noticias del desorden que se estaba haciendo en Nicaragua. Ese día no la encendí, lo que hice fue acurrucarme y olvidar la discusión.
Me decía a misma que merecíamos un amor de verano que nos rompiera el corazón y nos construya el alma. Tal vez pensaba mal. Es que la inocencia de los primeros sentimientos que afloran por otro hombre, mujer, criatura, animal... Es imposible volverla a experimentar porque no tienes esa misma pureza.