POV KATHERINA
―¿estas segura? ―mi compañera dominicana me miraba con incredulidad, ella era madre soltera y ambas trabajábamos en el área de la cocina de un restaurante, ella como ayudante de chef y yo simplemente limpiando platos.
―pues… solo hablare con él, ya lo has visto ¿crees que sea mala idea? ―pregunte secándome las manos, era un día tranquilo y ligero, el lio comenzaría en la noche.
―mami, que te puedo decir-
―es una pésima idea, los hombres apenas le dicen sobre avanzar en la relación y comienzan a retroceder como cobardes ―respondió otro compañero de trabajo con una expresión de asco.
―oye, no la asustes, solo porque tu novio huyo al compromiso no quiere decir que este chico lo haga ―mientras hablaba lo señalaba con el cuchillo de cocina grande.
―bueno, solo doy mi opinión ―dijo con las manos levantadas en modo de rendición.
―muy venenosa por cierto ―replico ella.
Solté un fuerte suspiro y cuando estaba por ir a buscar que más hacer antes de que el gerente me viera completamente quieta mi pecho choco contra él.
―¿A dónde iba señorita? ―agradecía que al menos la mayoría de las personas aquí hablaran español porque en serio me sentía perdida con los diferentes acentos del inglés, incluso con el del chef principal que era alemán.
―iba a limpiar el- ―él me detuvo antes que siguiera.
―no, arregla bien tu uniforme, iras con el equipo a cubrir un evento. ―me quede sorprendida pero antes de responderle cualquier cosa el simplemente se había ido, mire a mis compañeros y ellos solo se encogieron de hombros.
―querías dinero extra ¿no? ―solté un suspiro ante sus palabras, el jefe sabía que no tenía hijos ni tampoco estudiaba, pero el hecho de mencionarle que necesitaba dinero extra ahora su excusa perfecta para mandarme como mesera a un evento tan grande.
Sali apresurada buscándolo hasta que lo encontré hablando con el segundo jefe, un hombre que por lo menos hablaba español aunque fuera a medias, me miro de arriba abajo y luego asintió hacia el gerente.
―arregla tu maquillaje ―dijo señalando mi cara, mire a través de un reflejo y me di cuenta que al salir ni siquiera use labial, asentí rápidamente y me prepare.
Tres horas más tarde estábamos entrando al local, una pequeña fiesta de literatura, por lo que escuche de algunas chicas con las que trabajaría.
El restaurante tenía esta clase de servicios y por lo que sabía era algo costoso todo. Ensaye un par de veces en el espejo como sonreír sin que se viera como una mueca.
Una vez que el evento dio inicio todas salimos con copas, repartiéndolas a los invitados que apenas nos dedicaban una mirada antes de tomas sus bebidas.
Las personas parecían importantes, pero por lo que sabía, el invitado especial aun no llegaba, regrese varias veces dentro solo para recargar mi charola con lo que fuera, unas rondas con bocadillos, otras con más champaña, entre tantas idas y venidas mis pies ya dolían de tanto caminar, entonces lo escuche, esa voz familiar a mis espaldas.
En un rincón del salón vi su cabello largo mientras hablaba con alguien que reconocí de algunas fotos que él me había mostrado.
―¿Por qué sigues con ella entonces? ―escuche como claramente lo decía intrigado y lleno de burla en su manera de sonreír.
―está loca por mí ―afirmo el con seguridad.
―¿y si quiere formalizar? ―pregunto curioso haciendo que Nicholas bufara claramente divertido.
―¿Qué hay que formalizar? no somos nada ―tomo un trago de su copa mientras se veía relajado. ―solo estoy con ella hasta que salga una oportunidad mejor con Ghala ―ese nombre casi me hace tirar mi charola. Tuve que sostenerla con ambas mano girándome solo para seguir sirviéndola a algunas personas más.
―eso es bastante cruel. Por todo lo que me cuentas de ella parece una buena chica. ―su amigo claramente lucia confundido. Pero yo solo sentí que mi corazón estaba siendo destrozado por completo en ese momento.
―si, tal vez lo sea, pero se vino hasta aquí, seguramente solo quiere la nacionalidad como todas las de su país ―solté un jadeo y me marche de allí sin poder ser capaz de soportarlo.
Me disculpe con mi jefe mientras corría hacia el baño con la mano sobre mi boca, las náuseas me invadieron, pero apenas vi el reflejo en el espejo lo supe, mis ojos inyectados en sangre y mi nariz roja.
Las lágrimas salieron rápidamente y me cubrí la boca solo para no llorar tan alto. Jamás me había podido imaginar que el de verdad pensara así de mí.
Estaba en un país que odiaba a los inmigrantes, hablando un idioma que odio solo porque pensé que él valdría la pena, pero me equivoque.
Me he equivocado tantas veces que solo sigo adelante esperando equivocarme, pero jamás había pasado y ahora no era la excepción.
Esa sensación extraña de sentirme no bienvenida en su casa ahora cobrara sentido.
Golpee varias veces el lavamanos con frustración, una de mis compañeras entro y al verme así abrió los ojos con sorpresa.
―¿estás bien? ¿Qué paso? ―ella se acercó colocando su mano sobre mi espalda y simplemente me rompí, comencé a llorar como una niña pequeña haciendo que todo se viera aun peor.
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Editado: 13.11.2025