León se sentía de lo peor, el sabía muy bien lo importante que se había convertido aquel libro que le había causado tanto sufrimiento.
Pero León no se sentía satisfecho, nada justificaba todo lo que había pasado por culpa de esas páginas malditas.
Después de darce cuenta de lo que hacía, trato desesperadamente de enmendar su error, pero ya era tarde.
Muchas páginas habían sido arrancado y no había modo de volverlas a juntar.
— Que se supone que hare ahora — replicó Leon para si mismo. En verdad no había nada que pudiera hacer, no había ninguna manera de reparar su error.
Lo único que hizo fue esconder las páginas en sus bolsillos.
Rápidamente corrió, para después encontrarse con los demás.
— Que te ocurrió— esto lo había preguntado Dipper, al verlo era claro que Leon no estaba bien, pues sus lágrimas no habían desaparecido.
— Estoy bien no te preocupes, más bien deberías de preocuparte por Pacifica, ella te importa mucho no es así. Entonces procura cuidar de ella.
Aquellas palabras golpearon a Dipper, en verdad Pacifica se había convertido en lo más importante para el.
Pero ahora nada estaba bien, ya que Pacífica se había enojado con el e incluso lo había llamado cobarde.
— Ella me importa mucho — respondió Dipper con tristeza en sus ojos — En serio quiero cuidarla pero, no sé qué hacer ahora, creo que Pacifica me odia.
Tras aver sido llamado cobarde Por Pacifica, toda la determinación que Dipper tenía se había desvanecido.
Que la chica que tanto amaba y adoraba lo llamara cobarde lo había afectado.
— No te preocupes — Dijo León para animar a Dipper — Mi prima puede ser muy cruel en ocaciones pero, yo la conozco mejor que nadie, ella no te odia, es solo que está muy asustada.
— Como pude ser tan idiota— se regaño Dipper así mismo— solo estuve pensando en mis cosas, en ningún momento me tomé la molestia de pensar en Pacifica y en sus sentimientos, no me puedo imaginar lo que debe de estar pasando por su mente.
El sentimiento de culpa golpeo a Dipper como un martillo, el castaño solo se la había pasado pensado en sus problemas y en ningún momento pensó en Pacífica y en sus sentimientos.
Lo más seguro es que León tenía razón.
— Tengo que hablar con ella.
— Pues ve y habla con ella, no hay nada peor que vivir con recentimientos.
Las palabras de León llenaron a Dipper de valor, ahora lo único que tenía que hacer era ir a por todas contra sus problemas.
Solo tenía que acercarce a Pacifica, pedirle perdón, desde el fondo de su corazón Dipper tenía que demostrar su arrepentimiento.
— ¡Pacifica espera!— fue un grito desesperado por parte de Dipper, este gritó solo tenía un odjetivo, llamar la atención de Pacifica.
— ¡Que es lo que quieres! — respondió Pacifica con voz furiosa. En sus ojos se podía ver un fuerte odio, y no solo eso su mirada reflejaba un gran tristeza— Más te vale que valga la pena ya que no tengo tiempo que perder.
Dipper aún sin aliento, busco dentro de su mente las palabras correctas, no solo tenía que disculparme sino que tenía que transmitir sus verdaderos sentimientos.
Tengo que encontrar la forma explicarle a Pacífica lo que en verdad siento, en este momento se que me odia ya que piensa que solo soy un cobarde.
Tengo miedo, no lo puedo negar, tampoco lo puedo ocultar.
— Pacifica por favor tiene que escucharme, se que estás enojada y lo entiendo, pero no quiero que pienses que soy un cobarde.
— ¡Cómo que no eres un cobarde! Ya no quiero escuchar tus explicaciones, si no vaz a hacer nada, si no vaz a ayudarme a rescatar a mis padres entonces vete y déjame sola.
A medida que Pacifica hablaba su voz temblaba más y más, fue claro para Dipper que Pacifica se encontraba al borde de las lágrimas.
A pesar de esto, Pacifica hacia un esfuerzo sobrenatural para no llorar, el llanto y la tristeza no ayudarían en nada, si en verdad pacifica quería rescatar a sus padres tenía que demostrar que ya no sería un niña llorona nunca más.
Furiosa y enojada, una vez más Pacifica quería retomar su camino directo a la mansion noroeste.
A pesar de todo lo que había pasado, toda la soledad y tristeza que había pasado en ese lugar, aquellas cuatro paredes eran el hogar que conocía desde que nació.
No solo había malas experiencias, también habían buenos recuerdos, como cuando conoció a su primo León noroeste.
Cuando eran muy pequeños, las personas creían que eran hermanos, era tanta la ilusión de Pacifica que la final su inocencia le hizo creer que en verdad eran hermanos.
También aquel día en la mansion, cuando un temible fantasma se apoderó del lugar. Desesperadamente Pacifica busco ayuda en Dipper.
Al estar en contacto con el, se dio cuenta que era mucho más de lo que era. Gracias a él Pacifica pudo descubrir quién era ella en realidad.