Terror Por Coronavirus

en busca de explicaciones

  • Llamemos a la embajada – propuso Lyzy, graduada en Sociología.
  • ¿Crees que estamos en Colombia?  ¡Aquí nunca hay señal!  Fue por eso que me vine a estas playas, para que no entrara la llamada de mis padres -Dijo Rebeca, que aún tenía pendientes dos materias para graduarse como psicóloga.
  • No me está gustando nada de esto, si quieren que les diga, ya estoy un poco harto de Cuba. – reflexionó Esteven – Definitivamente me hace mucha falta la tecnología, mis juegos en línea, chatear, quedarme toda una noche jugando en la consola. 
  • Por favor – los aterrizó  Charly … - concentrémonos en qué vamos a hacer.
  • Charly para eso es necesario saber qué problema estamos enfrentando… - dijo Sara, que siempre era la segunda parte de Charly en todo -  Debemos enfrascarnos en investigar cuál es la cuestión, hagamos una mesa de trabajo.
  • Si, cada uno en su área  - propuso Lyzy.
  • Esteven, averigua cuando haya señal de internet que esta pasando en el mundo, trata de leer los principales diarios. – organizó Sara – Ñato, tu trata de ir a la embajada, hablar con algún funcionario para identificar qué pasa, porque ya vamos a perder el vuelo.   Rebeca, mantennos a todos aterrizados y tranquilitos, que no entremos en pánico y calma a Guajiro que es el más explosivo, no quiero que deje un reguero de Isleños fuera de combate;   Charly , tu tomarás la vocería de todos, para que no hablemos todos al tiempo,  y tengamos una representación organizada.
  • ¿Y tu?
  • Yo haré el documental y tomaré todas las pruebas necesarias, llevaré el registro de todo, por si cuando lleguemos a Colombia no nos creen… nuestros padres…
  • Eso me parece lo más importante  - dijo Ñato – mis padres no me creerán una sola palabra, dirán que perdí el vuelo por que me quedé dormido…

El bus regresó al hotel y frenó en seco, volviendo a sacudir los cuerpos menudos de los muchachos.  

  • Idiota – le gritó el Guajiro al conductor.

Este hizo sonar la bocina y el freno de aire del vehiculo.   Bajaron todos por la puerta de atrás, porque el barbado conductor no abrió la de adelante.

  • Bajen todas las maletas, el viaje al aeropuerto no se hará hoy.
  • Explíquenos… ¿qué le dijeron, quién cambio sus órdenes?
  • Deben dirigirse al comité universitario, y preguntar.   Lo único que les puedo decir es que por ahora no van a viajar.

Aquello alertó a los muchachos y les puso fuera de sí. 

  • No pueden tratarme así, yo soy autofinanciado, no soy becado, no estoy pidiendo limosna – dijo enfurecido Esteven.
  • Cálmate, - le pidió Sara – no es con él con quien debemos desgastar nuestras energías.
  • Nada qué hacer muchachos, bajemos las maletas. – insistió  Charly.

Los chicos No tenían demasiadas pertenencias, una maleta pequeña solamente.  Las chicas si habían llevado dos maletas.   Se ayudaron entre todos.  

  • El que tenga señal o datos, de una me pasa el celular – les dijo Esteven.
  • Muy bien, Charly y yo vamos a hablar con el director del hotel.  Veremos qué tiene para decirnos.

Volvieron a sus habitaciones, que aún no habían tenido el respectivo aseo.  La brisa era intensa.   Rebeca se puso a llorar junto a su cama.    Tenía un niño llamado Sebastian, de cuatro años.  ¡Lo extrañaba tanto!  Rebeca vivía en la Barrio Antioquia, el barrio más emblemático de la mafia en Medellín.   Había dejado el niño al cuidado de su madre.  El papá de Sebastían había desaparecido en la víspera, después de que ella le dijera que estaba en embarazo.  Era como si él fuera polvo y ella lo hubiera soplado.  Aquello tuvo un gran impacto en su vida.  Aún era muy joven y cursaba el segundo semestre de Psicología, había sido becada por la Universidad por su altísima nota en los exámenes del estado.     Cuando supo que estaba en embarazo sintió que el mundo se le venía encima.   Estaba empezando su carrera, tenía sueños, y con su novio apenas llevaba unas seis semanas.   ¡Cómo había podido ser tan tonta!  Se había enamorado profundamente, era una mujer bastante emocional, sensible y aún en aquel tiempo un poco ingenua.    Lo que más le dolió por aquellos días, después de la desaparición de su novio, fue la vergüenza que sintió su padre al enterarse.  Tuvo todo el deseo del mundo de echarla a patadas.   Alcanzó a decirle “Zorra”… sin embargo su madre se interpuso con una sentencia: “Si se va la niña, me voy yo”.   Su padre se calmó después de eso.  Sin embargo durante todo el embarazo no le dirigió la palabra.   Sebastián había nacido sano y fuerte y desde entonces nunca se había separado de él.  Un golpe en la puerta de la habitación del hotel la sacó de su ensimismamiento y su llanto.  

  • Les tengo noticias – Dijo Charly, angustiado, reuniéndolos a todos en la cancha de béisbol-    … - muy malas noticias…siiiii




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