The London Eyes

Capítulo II: La vida cambia en un segundo

Noa estaba en su asiento con los ojos cerrados y los cascos a todo volumen como de costumbre, cuando de repente oyó chirriar los frenos del metro por encima de su música. Abrió los ojos y revisó a su alrededor, justo antes de que dos personas le cayesen encima. Todo esto pasó en 2 segundos, sin darle tiempo a reaccionar a nadie.

 

En ese preciso instante se escuchó por megafonía una voz que les indicaba que iban a pertenecer en el túnel hasta que los problemas en la siguiente estación estuviesen solucionados, y que no se preocupasen si se iba la luz.

 

Noa se estaba poniendo nerviosa, ¿problemas en la siguiente estación?, ¿cortes de luz? La gente empezó a inquietarse y algunos hasta intentaron abrir las puertas del vagón. Noa se fijó que la chica que le había caído encima tenía un pequeño chorro de sangre que bajaba desde su cabeza, además de estar bastante blanca y parecía en shock.

 

- ¿Te encuentras bien? – preguntó Noa en inglés.

 

Pero la chica no respondía.

 

Noa abrió su mochila y le ofreció una botella de agua y un pañuelo, pero la chica seguía con la mirada perdida y sin prestarle atención. Entonces, Noa se levantó y se puso a su altura, quería comprobar si el shock era del susto o por el contrario el golpe era peor aún de lo que parecía.

 

- Hola, ¿te encuentras bien? – volvió a repetirle en inglés. La chica seguía sin responder, pero ya la miraba fijamente. Noa le hizo un gesto para indicarle que cogiese el pañuelo y el agua.

 

La chica cogió el agua, pero se quedó mirando extrañada a Noa antes de coger el pañuelo. Noa comprendió por su gesto que ella no se había percatado de su herida y que tenía la parte derecha de la cara ensangrentada.

 

- ¿Hablas inglés? ¿español? ¿francés? ¿italiano? ¿portugués? – preguntó Noa intentando pronunciar lo mejor posible el nombre del idioma en el idioma correspondiente.

 

La chica continuaba sin responder, y empezaba a ponerle esa cara que detestaba cuando ella intentaba ayudar a una persona borracha para pedirle un uber o se ofrecía a buscar a sus amigos dentro del bar. Noa sentía en ese momento impotencia por no poder ayudarla.

Miró alrededor para comprobar si alguien les estaba prestando atención, y justo en ese momento se percató de que un chico estaba de pie detrás de ella.

 

- Creo que no te entiende – dijo el chico en un perfecto inglés - ¿podría probar yo una cosa?

- Claro, cualquier ayuda es bien recibida -respondió Noa apartándose un poco de la chica para dejarle espacio.

 

El chico comenzó a hablar en un idioma que Noa no conseguía descifrar ni cual era. Entonces la chica le respondió mientras sonreía con cara de niña tonta. Y no era para menos, el chico era un bombón rubio de ojazos azules, que estaba siendo dulce con ella.

 

- ¿Podrías darme en pañuelo? -preguntó el en inglés a Noa.

- Si claro, toma -le dijo Noa ofreciéndoselo.

 

El chico continúo hablando en el idioma desconocido con la chica mientras echaba un poco de agua en el pañuelo y le limpiaba la cara con delicadeza. Noa al ver que el pañuelo se estaba llenando de sangre, se estiró para coger su mochila, que había dejado en el asiento. Sacó un paquete de pañuelos y se los ofreció al chico.

 

Justo en ese momento la chica dirigió su mirada a Noa fulminándola y dijo algo que Noa no comprendió.

 

- Sobrevivirá – dijo el chico mirando a Noa con cara de pena- Siéntate si quieres, yo me encargo de ella.

- Vale, muchas gracias -dijo Noa un poco desconcertada. La verdad es que la reacción de la chica la había dejado perpleja, pero las palabras del chico fueron como una jarra de agua fría.

 

El chico se quedó mirando fijamente a Noa, como si estuviese desconcertado con su reacción, y sobre todo con sus palabras.

 

- Lo que has hecho es muy noble -dijo el chico, mirándola como si Noa no fuese de este mundo- Nadie se ha preocupado por intentar ayudarla, y en situaciones como ésta nunca creí posible que alguien fuese a ofrecer bebida o comida a un extraño.

- Tengo otras dos botellas de agua y una lata de Monster en mi mochila, en realidad tampoco hice gran cosa -dijo Noa apenada.

- Pues intenta no regalarlas todas, por sí nos quedamos aquí encerrados mucho rato -respondió él riéndose de las ocurrencias que tenía esta chica- Siéntate y descansa, sinceramente has hecho más de lo que se merece viendo su actitud hacia ti.

 

Noa entendió que a la chica le molestaba su cercanía y se levantó para dirigirse a su asiento, pero justo en ese preciso instante se oyó un ruido fuerte y el vagón sufrió otra sacudida. Al estar levantándose no pudo agarrarse a tiempo y Noa salió despedida hacia atrás llevándose un gran golpe en la cabeza y espalda. Cerró los ojos para intentar soportar el dolor, sentía que si se movía le dolería más. Oyó gritos de fondo, pero para ella eran inteligibles. Estaba luchando por mantener la consciencia, pero cada vez los sonidos le parecían estar más y más lejos.

 

“Quizás si abro los ojos” pensó, haciendo un gran esfuerzo por abrirlos. Lo que vio hizo que los cerrase inmediatamente. Había más gente en el suelo, la gente lloraba y abrazaba a otros. Y justo antes de cerrar los ojos vio como se iba la luz.

 

“Quizás sea una suerte estar inconsciente a partir de ahora” pensó Noa, arrepintiéndose interiormente de haber estado tan feliz por entrar a trabajar 3 horas más tarde de lo que había hecho el resto de la semana. Y se dejó ir después de pensar como recibiría la noticia su familia en España, y de darse cuenta de que era muy probable que nunca más volviese a verlos. Derramando una lágrima perdió la consciencia totalmente.



#8389 en Joven Adulto
#35238 en Novela romántica

En el texto hay: amor, amistad, superacionpersonal

Editado: 21.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.