"Los sueños a veces no son solo eso... Un mensaje siempre se oculta tras de ellos"
La hermosa rubia reina de Asgard le tarareaba una canción a su hijo menor, que poco a poco dejaba de sollozar, trataba de regular su respiración agitada recargado en el pecho de su madre, las caricias en su espalda se pasaron a su cabello, su gran debilidad cuando se trataba de su madre porque cuando lo tocaba comenzaba a sentir sueño, ingenuamente creía que era cosa de ella, no tenía ni idea que se trataba de un hechizo, el cual siempre usaba para relajarlo, calmarlo y hacerlo dormir en casos difíciles como este. Cuando finalmente escuchó la acompasada respiración de su pequeño amor, supo que era el momento indicado, lo cargó entre sus brazos con suma delicadeza y facilidad, delicadeza que solo una madre podría profesar hacia sus hijos, y se lo llevó a sus aposentos, claro que antes de salir miró de soslayo a Eir, quien sonreía de medio lado sin dejar de pronunciar el hechizo, ella también lo había notado, estaba segura que por la mañana todo estaría mejor.
Caminaba por el pasillo con su niño en brazos con una amplia sonrisa, al parecer ya era bastante tarde, porque no había casi nadie por los pasillos, exceptuando uno que otro soldado que hacía su típico rondín asegurando de esta forma la seguridad del castillo de los dioses de algún ataque inesperado, al estar frente a la puerta de la habitación de su hijo, con un movimiento de cabeza la puerta se abrió dejando la habitación sumergida en la oscuridad que solo se rompió cuando la luz del pasillo se filtró dentro cuando la joven dama se acercó a la enorme cama de dosel, todo en un profundo silencio, todo estaba perfectamente ordenado, no necesitaba encender las luces para saberlo, sabía muy bien que no era por obra de las damas impuestas para Loki, con un nuevo movimiento de su cabeza, las cobijas y sabanas de seda se abrieron paso dejando el lugar listo para el pequeño dormido, lo recostó con cariño en la cama y lo cobijó con una amplia sonrisa en sus labios, besó la mejilla de su hijo deseándole buenas noches para después retirarse sigilosamente a la habitación de su otro hijo para darle su beso de buenas noches, no importaba que estuviera dormido, cerrando la puerta tras de sí.
~En los sueños de Loki~
El pelinegro estaba de pie en una extraña habitación, parcialmente oscura si no fuera por algunas velas que estaban prendidas, apenas podía ver a su alrededor, un cuarto vacío, sentía cierto temor sin saber por qué, de pronto comenzó a escuchar una voz, que le decía cosas terribles, cosas que el temía se hicieran verdad que le provocaban espasmos en un intento de evitar sollozar, sintiéndose perdido, ido...
A pesar de ello, sintió una mano sobre su hombro que lo hizo volver en sí mismo, primeramente miró la mano, después de haber girado apenas un poco su rostro para tal acción, quería estar seguro de quien era esa mano y es que ya tenía idea por lo pequeña que resultaba, se sentía tan cálida, justo antes de voltear sintió que esa mano se alejaba, a punto de reprochar sintió unos brazos rodearle, una increíble calidez lo invadió, una paz tan relajante y reconfortante que cerró sus ojos, una voz susurró a su oído con cariño.
—No lo creas Loki...—le dijo la voz suavemente
—Pero es verdad...—dio un suspiro, sus ojos se cerraron mientras esa calidez lo hacía sentirse cada vez mejor
—No caigas en sus mentiras, yo estoy aquí, contigo, en este momento porque me importas, tanto que no deseo que sufras el mismo destino que yo—la barbilla de la joven se recargó en su hombro casualmente
—Tienes razón Anna...—murmuró, de pronto, se percibía el aroma de un campo de flores
—Siempre tengo la razón, querido, si no, no estaría yo aquí tratando de levantarte...—el pelinegro casi juró que ella sonreía
— ¿Estás bien? —abrió sus ojos al recordar, el lugar donde estaban parecía ser un bello jardín con flores de hermosos colores
—Mañana lo sabrás—escuchó su risilla melodiosa, él también rió
—Eres tan extraña—confesó resueltamente, sus mejillas se tornaron de un sutil carmín
—Pero así me quieres—se separó y se colocó frente a él, admirándose en su rostro un tierno e infantil puchero
—Muy cierto—sonrió de medio lado, encantado con la visión que tenía en frente
—Ya no te preocupes más, mañana será un día mejor, te lo aseguro, además te enseñaré a usar un arma, la que más se amolde a ti porque esa pesada espada no es para ti, tú necesitas algo más elegante, más tu—se quedó pensativa con las manos en las caderas
—Si a esas vamos, prefiero una daga—aseguró con cierta seriedad, si bien realmente no quería usar un arma, prefiriendo gastar todo su tiempo en aprender magia o leyendo, era una muy buena propuesta
—¡Es perfecta! Es fácil de ocultar, liviana y te sentará muy bien—concordó con alegría
—Le diré a mis padres que me regalen una—sonrió ampliamente, no sonaba tan mala idea, claro, porque era su idea
—Muy bien, nos veremos en el campo de entrenamiento y después volveré a ese lugar—miró a un lado con una mueca extraña que Loki no pudo descifrar
—¡Nunca! Ahí no estarás a salvo, quédate aquí con nosotros—espetó el ojiverde, alzando la voz angustiado de que volviera a ese lugar
—No quiero causar molestias—volvió la vista a él con cierta vergüenza—bueno, más problemas de los que ya he causado.
—Por supuesto que no lo harás, mis padres te han tomado cierto cariño, no creo que les haya gustado el hecho de que te hayan lastimado de esa manera tan… terrible—le tomó de las manos sin querer soltarla pronto, ella se sonrojó
—De todas formas... Bueno, hablaremos de esto después…—apretó las manos que la tomaban, con cierto cariño
—Está bien, pero en ese caso, ¿Dónde estamos? —una vez los términos fueron dichos, miró a su alrededor sin soltar las manos ajenas, le gustaba ese tacto