Las horas pasaron con avidez y sin más contratiempos, el cálido Sol hacía acto de presencia, logrando colar tenues rayos de luz entre las copas de los árboles, entrando tenuemente al campamento improvisado que habían hecho y llegando a tocar al joven príncipe de cabello negro, que con desgano comenzó a despertar, se sentía adolorido pero no tanto como el día anterior, sus parpados comenzaron a abrirse mostrando la somnolencia característica a esas horas de la mañana, no deseaba levantarse pero al escuchar un largo suspiro desde su pecho todo signo de cansancio o parecido se desvaneció para instalarse un gesto de ternura total al bajar la mirada, ya que su mejor amiga comenzaba a despertarse con gráciles movimientos que le recordaban a uno de esos gatos midgardianos.
Y es que con sus ondulados cabellos moviéndose de forma grácil mientras estiraba sus brazos hacia al frente tirando en el proceso la manta que la cubría junto con los gestos en su bello y fino rostro, todo era perfecto, era algo que grabaría en su memoria por siempre, sobre todo por el hecho de casi haberla perdido el día anterior, sonrió sin darse cuenta pensando en lo linda que se veía;, después de salir de su ensimismamiento, notó como un par de ojos lo escudriñaban atentamente, se sintió desnudo por una milésima de segundo, creyó que aquella penetrante mirada podía observar muy dentro de su alma, donde un extraño y cálido sentimiento comenzaba a surgir con mayor intensidad.
Por otro lado, Anna estaba cansada más sabía que debía despertar, para quitarse un poco la sensación de querer seguir durmiendo, se estiró de forma felina, dándose cuenta poco después que cierta mirada no se apartaba de su persona, dejó de estirarse para mirar atentamente a su mejor amigo, se le notaba perdido en sus pensamientos, con esa sonrisa tranquila y feliz en su rostro algo que le resultó un tanto extraño pero que le sentaba muy bien, nunca lo había visto sonreír de esa forma tan única y especial, sintió algo dentro de su pecho, algo que le daba un agradable calorcillo y que recorría desde la punta de sus pies hasta el último de sus azabaches cabellos, no quería dejar de mirarlo porque sentía la imperante necesidad de saber el porqué de esa sonrisa.
Todo el barullo que comenzó a formarse cuando los guardias reales y los Tres Guerreros comenzaron a despertarse y casi inmediatamente después comenzaron a recoger las cosas de su campamento improvisado, les tomó sin cuidado, después de todo, en esos momentos solo existían ellos dos.
El rubio por otro lado, despertó luego de escuchar el cuchicheo de algunos guardias, pero mantenía un buen humor pese a todo, dio un largo y audible bostezo mientras colocaba una mano por encima de su hombro y detrás de su nuca, justamente en uno de sus omoplatos para sobarlo pues al estar en esa incómoda posición su espalda le dolía, cuando dejó de sentir molestia retiró su mano y mientras lo hacía sus ojos se posaron en la figura de los dos menores que se encontraban delante de él mirándose fijamente, su ceño se frunció en demasía al igual que sus labios, apretando los dientes con furia contenida, parecía que todo alrededor de ellos era mágico, perfecto para un beso, el cual parecía inminente si no hacía algo ya que ambos comenzaban a acercarse con tal fin.
―Ejem…―carraspeó de forma audible, logrando con éxito que ambos se alejaran el uno del otro―buenos días.
Los demás presentes se detuvieron un momento un poco confusos y quizá asustados por la forma en que las palabras fueron dichas, reconociendo muy bien el humor característico y cambiante del mayor de los príncipes, Sif, que tampoco hacía mucho se despertó, puso los ojos em blanco y continuó con lo suyo, haciendo que el resto imitara sus acciones, siempre era mejor estar fuera de los problemas personales de la familia real.
―Buenos días, Thor―dijo ella ocultando su rostro entre sus manos ya que lo sentía arder entre la vergüenza y la molestia, de lo cual no estaba segura de porqué sentía
―No tienen nada de buenos―expresó refiriéndose justamente a lo que acababa de interrumpir, observándolo de forma fulminante más el otro ni se inmutó
―Yo pienso que sí, la bella Anna se nota mucho mejor que ayer―contestó con una amplia sonrisa triunfal
―Hmmm… si lo ponemos así―bufó molesto, tenía razón
―Gracias Thor, supongo―rió un poco levantando la vista y dirigiéndola entre ellos
―De nada―le guiñó un ojo sin borrar su sonrisa
―Em...―se levantó del regazo de Loki lentamente, pensando en cómo detener la segura guerra entre ambos
―Es hora de irnos―anunció un soldado llegando en el momento indicado ya que ambos hermanos se fulminaban con la mirada
―Estamos en camino.
Aseguró la menor colocándose frente a Loki para evitar que se siguieran mirando de esa forma y además, para ayudarle a pararse pues probablemente por el peso y la posición en la que habían dormido, se le dificultaría, estiró las manos hacia él, Thor observó al guardia asintiendo y levantándose para dirigirse con él
―Los esperamos con los caballos―dijo el rubio dándole una última mirada a su hermano para luego seguir al hombre que había llegado
―Bien―dijo escueto, tomando las manos ofrecidas para después impulsarse en el suelo y ponerse de pie, haciendo un ruido disconforme
― ¿Estás bien? ―preguntó un tanto preocupada