Tres incendios

El primer incendio

 

El trayecto a casa siempre es demorado. No porque haya tráfico, sino porque cuando nos mudamos a Noruega mis padres construyeron una casita en el campo, a menos de una hora de Oslo, en el bello pueblo de Drøbak.

 Con el radio en alto, y el viento colandose por las ventanas, me relajo. Sin embargo, cuando estoy a unos metros de mi casa, se me cae el alma a los pies

-no, no, no.

Miro en todas las direcciones. Hay fuego por todas partes, nublando todo el paisaje que solía ser una casita en el bosque.

-no- susurro

Me bajo de mi auto, sin molestarme en cerrar la puerta.  Voy corriendo hacia la casa donde viví toda mi vida, y al ver a mi mamá sentada en el suelo, tranquilamente, batiendo una tabla de cartón hacia el fuego, me entran ganas de matarla.

Voy hacia ella y le arranco el cartón de las manos. Ella se voltea, exasperada

-¿qué haces, Abigail? Estoy apagando e…

-¡¿Apagando?!- le grito- ¡estas prendiéndolo más! El cartón absorbe el fuego. Dios, mamá.

-oh. No sabía qu…

-no me digas. ¿No sabías que el cartón causa más fuego? pero qué sorpresa.

Mi mamá se pone las manos en las caderas, y mantiene su mirada perdida que la ha caracterizado todos estos años desde que papá se fue. Trono los dedos delante de ella, para llamar su atención

-¡hey!

-¿um?

-Alejate de ahí. Lo ultimo que me falta es que te quemes.

Boto el cartón al suelo, lejos del fuego, y me alejo para llamar a los bomberos. 

-¿qué vas a hacer?- me pregunta mi madre, preocupada.

Me sigue hasta que estoy dentro del auto, y me mira desde la ventana

-Abigail.

-llamaré a los bomberos, no quiero causar un incendio forestal incontrolable.

-¿vas a llamar a la Policía?

Me despego el teléfono de la oreja y la miro seriamente

-¿qué si llamo a la Policía? Solo te arrestarán y me mandarán a un orfanato. No soy tan estúpida.

Mi madre se lleva una mano al pecho, y deja escapar un poco de aire por la boca. Todos estos años he tratado de entenderla, pero es imposible. Desde el día que murió papá, una parte de ella se murió. Una parte escencial para la vida diaria. Para el sentido común.

-ay, si. Aliviate. Lo único que hiciste fue quemar toda la casa donde hemos vivido desde que nací. Nada más, así que Relájate.

-Abigail…-empieza a decir mi madre, protestando

-sh- le digo, cuando me contestan el teléfono- hola, si. Necesito ayuda, estaba cocinando cuando se prendió la cocina, y la casa empezó a arder en segundos. Cerca a Vándemere Road, después de pasar por una estación de servicio, a la derecha. No, no estoy sola, mi madre estaba durmiendo cuando pasó. Gracias.

 

____________________________________

Mientras observo a lo lejos las calles de la frontera de 

-lo siento mucho, Abigail. No creo que haya nada que se pueda salvar- me dice el jefe de los bomberos.

Me volteo a mirarlo, y el viento me mueve el cabello suavemente. En vez de responderle a eso, decido  preguntarle

-¿quemé mucho de los bosques?

El niega con la cabeza, y me pone una mano en el hombro

-lo que se quemó fue en realidad unos pocos metros cuadrados al rededor. Se pueden salvar, en pocos meses volverán a estar como nuevos.

Suspiro, y miro al horizonte.

-Todo es tan callado aquí arriba- digo más para mí misma que para él.

Él se sienta a mi lado, y mira al horizonte, justo como yo. El pueblo donde vivo se ve tan pequeño e indefenso desde este lugar…

-sé que no fuiste tú- me dice, aún sin mirarme

-¿eh?

- te vi desde la estación, cuando llegabas a tu casa. Sé que no fuiste tú quien quemó la "cocina"

A pesar de que el corazón se me va a salir del pecho, mantengo una voz serena cuando le respondo.

-no sé de qué habla, Comandante. Estuve todo el día en casa, me enfermé, como dije antes. Seguramente me confundió con alguien más.

El se voltea hacia mi y me mira a los ojos. Yo decido hacer lo mismo, para no dar sospechas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.