Tu Escoria

Capítulo 1

 

 

 

 

Aunque el aspecto fuera igual que el de un hotel, no se dejaba de sentir la sensación hostil que por naturaleza está impregnado en cualquier habitación clínica u hospital, lo que hacía sentir incómodo a Dante, pero no tanto como las miradas acusadoras de las enfermeras que estaban a su cargo.

Se sentía avergonzado con sus padres, al recobrar la conciencia lo primero que escucho fue el llanto desolado de su madre y los lamentos de su padre, sintiéndose culpable del que él haya tomado esa decisión. 

—¿Despertar o no despertar?—el eco de su voz retumbo la solitaria habitación.

El sentimiento que lo acompaña desde que abrió los ojos es alivio, lo que desentona horriblemente al momento en que decidió cerrar los ojos para siempre. Recordaba cómo los gritos energéticos en su contra resonaban tan duro que le cortaban el aliento. 

¡Misógino! ¡Escoria ahora es sinónimo de Dante Falk! !Escoria, Escoria, Escoria!  ¡Cobarde, ¿quién será tu madre! ¡Desaparece, desaparece, desaparece!

Aquellos cánticos aun los podía escuchar al cerrar los ojos,  esos que lo llevaron a la desesperación, a la desolación, a sentirse igual que a nada. Aturdido por toda esa turbulencia de sentimientos y a escondidos de su madre y su asistente, Dante  acabo con esas las que tanto estuvo pidiendo para dormir, luego decidió que quería esperar en la bañera llena de agua. 

La sensación de ya no querer estar aún estaba dentro de él, pero al saber que yéndose no iba a acabar con el sufrimiento de sus padres, solo aumentaría le da ánimos de seguir, aunque no es fácil.

—Hagan silencio demonios… —les hablaba a las voces de su cabeza que le decían lo contrario a lo que su corazón le indicaba.

Tres suaves toques en la puerta fue la antelación a la entrada de su madre con una gran sonrisa —Hola hijo —Francesca no dejaba ir su sonrisa al estar frente a su hijo los llantos en solitario es la opción ideal en estos momentos.

—Hola, mamá —Dante le respondió, no feliz, no con ánimos, pero sí con tranquilidad, lo que significa para Francesca un gran avance, solo ella sabía lo que sintió al encontrar el amor más grande que ha tenido en su vida en esa bañera.

—Te tengo buenas noticias, hoy en la noche nos iremos.

—Mamá ¿La prensa sabe de esto? 

La respuesta corta era una —No —al escuchar eso Dante pudo respirar —Por esa misma razón nos iremos a altas horas de la noche.

—Entiendo… 

El silencio se apoderó de la conversación, Dante no tenía temas de conversación y Francesca no quería decir nada que afectara la estabilidad emocional de su hijo.

Una tercera persona se hizo presente Paolo Falk, quien ha sentido muy dentro esta situación, puesto que él creía que era su culpa —Hola hijo… — al contrario de Francesca a él se le hacía difícil fingir sonrisa, la preocupación que llevaba dentro no podía ocultarla—. Xavier llega en un par de minutos con ropa hijo.

A su padre tampoco tenía nada que decirle, ya los hirió a ambos tanto que no sabía qué hacer aparte de lechar para no dejarse morir.

—Yo tengo que ir al baño… —no era cierto, pero necesitaba volver a estar solo. 

Físicamente, no tenía secuelas, por lo que se puso de pie rápidamente y entro al baño, camino hasta el lavado y abrió la llave del agua, dejo que el agua corriera por largos segundos. Al encontrarse con el reflejo de su rostro se preguntó quién es esa persona.

 

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Una hermosa mujer alta, de cabello cobrizo y largo, renegaba por los pasillos llenos de lujos, mirando fastidiosamente a la menuda mujer y de apariencia descuidada que tenía frente a ella. Si pudiera desaparecerla hace años lo hubiera hecho.

 —¿En qué mundo se viene al médico a las diez de la noche? —pregunta alzando una ceja.

—En tu mundo —le responden con ironía lo que le hace voltear los ojos —La altanería conmigo no.

En su cara de porcelana se le formó una sonrisa de superioridad, odiaba a la mujer que se hacía llamar su tía y manager. Esa mujer la ha esclavizado desde muy niña.

—Brooke, no olvides que tienes una deuda conmigo —como si ella no lo supiera, la deuda remonta desde su nacimiento, según su tía a ella le debía la vida.

—Lo que digas tía Ava —le hace una reverencia en burla —Ahora acabemos con esto.

Sus altos tacones resonaron en el caro piso mientras se dirige a la dichosa cita, al estar sentada frente al médico por poco tanto a él como a ella casi se les cae la quijada al suelo.

—¿Ligadura de trompas? —el médico no entendía qué estaba pasando ahí, aunque no podía negar que la chica la había visto en televisión —Disculpe señora…

—Ava Bell

—Ava Bell, esa decisión la toma la señorita Bell, no usted.

—Está su carrera en juego —Brooke soltó una fuerte risa al escuchar la respuesta de su tía, obviamente esa era la razón —. Es necesario, ella anda de hombre en hombre. Si no lo hace usted puedo fácilmente contratar a alguien más, en este lugar debe de haber más ginecólogos.




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