—Entremos, estoy segura de que Lorenzo se pondrá feliz de verte —aunque miro a los ojos a Brooke no le pudo responder, aunque no se imaginaba en otro lugar —. Créeme que no ha podido olvidarte así como yo.
Brooke, con cada palabra que utilizaba, intentaba distraerlo, darle alegría, algo de paz, quería pescar a como fuera lugar una chispa que encendiera la lámpara de la vida en la mirada de Dante.
Suspiro cuando lo tomo de la mano y lo arrastro dentro de la casa, con una gran sonrisa soltó esa mano grande y rasposa.
Camino unos pocos paso hasta ubicarse en medio de su bonita sala y grito tan fuerte como pudo. Ella sabía que un solo ser vivo podría darle ese amor desinteresado que tanto Dante necesitaba en estos momentos de su vida.
—¡Lorenzo! ¡Lorenzo, mira a quién te traje! —la bola naranja, como nunca le hizo caso, y salió de su escondite de inmediato.
El gato maulló tan fuerte que Brooke no pudo esconder la sonrisa de su rostro.
—Debo de confesar lo celosa que estoy, yo le tengo que rogarle por un poco de atención —dijo en forma de broma tratando nuevamente hacerlo sonreír.
Dante, quien seguía sin decir nada, se agachó y tomo el animal entre sus brazos y lo abrazo, Lorenzo escondió su pequeña cabeza en el cuello del hombre y cerro los ojos.
En ese momento Dante quiso llorar, algo debe de haber dentro de él todavía para que este ser inocente del mundo no sienta miedo de él, esa reflexión le hizo levantar la vista y mirar a la bella mujer que lo ha salvado esta noche. Ella tampoco huye y le sonríe, tal vez y solo tal vez su verdad tiene cabida en esta sociedad que lo condeno antes de permitirle defenderse.
—Estoy cansada, ¿Tú no lo estás? —él también lo estaba, tanto que de repente sintió que podría desplomarse en cualquier momento. Aunque pasaba el mayor tiempo solo en su cuarto o en su estudio, era imposible dormir bien, el miedo lo perseguía y las pesadillas lo acompañaban cuando podía por fin podía pegar las pestañas—. Ven conmigo.
Algo dentro suyo hizo que entrelazara sus dedos con los de ella, se dejó guiar hasta llegar a una habitación decorada con pequeños detalles dorados que resaltaban en la decoración blanca.
—Deja un momento a Lorenzo en la cama —obedeció a la suave petición —Dame tu abrigo —volvió a obedecer —Ahora acuéstate, te prometo que Lorenzo cuidará tu sueño, no dejara que nada te atormente.
Brooke lo libero de los zapatos, lo arropo y como lo anticipo, Lorenzo se acomodó tan cerca como pudo de Dante.
—Duerme mi amor… —paso sus dedos por los oscuros cabellos de Dante, apago las luces, dejando una solitaria lámpara colgante encima de su mesita de noche encendida.
Cerro la puerta y al estar en el pasillo la ira la poseyó y era una que nunca había sentido por nadie, ni por su fea tía, aquel horrible sentimiento le removió el cuerpo. Cristal iba a saber de ella. Tal vez no tenía la versión de Dante, pero solo ver cómo ella se le fue encima y la crisis de nervios de él no necesitaba más.
Ese corazón que solo late por Dante desde que lo vio por primera vez le decía que lo que dormía en su habitación era solo el despojo del hombre maravilloso que alguna vez habito su cuerpo e iluminaba sus grandes ojos grises.
En la sala, ya segura que nada podía perturbar la tranquilidad de Dante, supo que afuera tenía que estar pasando algo, la arpía de Cristal no se podía quedar quieta.
Y no se equivocó, el canal de espectáculos transmitía una bonita nota donde Cristal denunciaba que estaba siendo acosada nuevamente por Dante.
“Dante Falk, sigue acosando a su exnovia, ha llegado el punto de espiarla durante la grabación de su nueva serie”
—Te voy a sacar los ojos Cristal —prometió viendo fijamente la imagen en la televisión.
Angustiada, se abrazó a sus rodillas y cerro los ojos pensando cómo lo podría ayudar, pero eran tan difícil poder unir todas las piezas de un corazón roto y ella lo sabía, aunque su corazón no estaba tan despiezado con el de Dante.
Sabiendo por lo que él había pasado, sus problemas parecían minúsculos a lado de los de él.
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Creyó sentir un fuerte ruido, esa fue la razón de abrir los ojos, se encontraba en su sofá, se había quedado dormida, su celular sonaba sin tregua, rápidamente lo tomo.
—Ábreme —ese fue lo que escucho antes de que la llamada fuera descolgada.
—Jennifer… —susurro, patosamente y camino hasta la puerta, pocos segundos después la camioneta de su amiga se parqueó enfrente de su casa.
Con ella sé bajo un hombre, el cual reconoció, él estuvo la noche del ascensor.
—¿Dónde está? —demando el hombre.
—Durmiendo —contesto, pero enseguida se puso alerta, nadie iba a perturbarlo en su casa.
—Quiero verlo —exigió.
—Imposible… —Xavier alzo una ceja, no le gustaba la actitud de aquella jovencita.
—¿Imposible? —repitió dado unos pasos hasta ponerse frente a ella —Tengo que asesorarme de que esté bien.
—Lo está —aseguro Brooke —Solo no vas a venir a mi casa a dar órdenes y mucho menos a perturbar a Dante.
Sorprendido, Xavier dio un solo paso atrás, la chica, la cual ahora tenía toda su información, tenía un carácter fuerte.
—Entremos, a los tres nos importa de verdad Dante, eso es lo único que nos debe de importar —la intervención de la morena hizo que los otros dos asintiera.
No alcanzaron a moverse cuando un fuerte grito los hizo correr dentro, Brooke nunca ha podido correr ni medio metro, pero en esta ocasión en menos de dos segundos estaba sosteniendo a Dante en sus brazos.
—Quiero irme… —decía Dante en medio del llanto —No quiero estar aquí —Brooke también lloró porque su Dante no se refería a su casa sino a la vida.
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Editado: 04.01.2024