Un Chico Fuera de Serie

18. ¡Truco o trato, noveno A!

Antes de la cena, luego de dar con él en la canchita de vóley, Adela le devolvió la remera a Gian y le agradeció no haber dicho una palabra del asunto. Gian la recibió y, nuevamente, insistió en que los dos eran novios y que era hora de soltarlo todo.

—No somos novios, Gian, no seas pesado.

—Lo que vi esta tarde no parecía ser cosa de simples amigos.

—Ya te expliqué lo que pasó.

—Ajá.

—Yo tengo novio —dijo por lo bajo, a ver si con esa confesión iba a callarlo.

Gian empezó a reír y se recostó sobre la pared, cruzando de brazos.

—Mirala a la pequeña Adela. ¡No me digas! Si tienes un novio entonces Juanchi es "el otro". Bue, pensándolo bien, es mejor presentar a uno más fachero y cuerdo a los viejos porque con ese ejemplar seguro te mandan al convento de las monjitas del Belén.

Adela hizo gesto de resignación. Agradeció nuevamente y salió en dirección hacia el comedor. Gian, por su parte, le gritó "Tranquila que yo estoy a favor de la liberación sexual de la mujer" con un puño en alto.

Luego de la cena se hizo recuerdo de todas las reglas del viaje. Ahí, tanto Adela como Juanchi se miraron, avergonzados y enfocaron su atención hacia otro punto del salón.

—Mañana los quiero a todos a las siete y media desayunando —sentenció Gutiérrez por medio del micrófono. Se escucharon quejas y silbidos—. Tenemos un amplio itinerario por la ruta 9. Es una buena oportunidad para que presten atención a los guías, a la gente local y a los sitios que vamos a visitar para sacar ideas para la muestra de fin de año.

Algunos hicieron preguntas y otros lanzaron algunas sugerencias. Lo plantearon bien en esa hora y, antes de que todos se levantaran, Gutiérrez alzó la voz.

—¡Se van derechito a dormir! ¡Recuerden que estamos en otra provincia, lejos de casa y hay que ser responsables! Quédense en sus habitaciones y descansen que mañana no vamos a aceptar que estén dormidos en el colectivo durante el recorrido.

En la habitación donde estaban la mitad de los varones del noveno B, Juanchi pensaba que podrían presentar. Él quería algo que diera que hablar, que sea atractivo y también divertido. En una palabra: memorable. Dante, por su parte, salía de bañarse e iba en dirección a su equipaje a buscar algo de ropa. Él, Santi y junto a dos compañeros llamados Román y Emiliano, iban en busca de alguna aventura con las chicas de la otra sección y Juanchi aún no tenía la seguridad de acompañarlos.

—Vamos, man —insistía Santi.

—Es que no tengo ganas. Prefiero hacer de niño bueno y quedarme.

—Estás tomándote a pecho lo de la muestra —comentó Emiliano.

—Qué viene mi mamá, man. Qué vea lo genial que soy en mi nuevo cole —resopló. Agarró su celular y echó una mirada a un SMS que ella le había enviado un rato antes—. Como estamos a unas horas de Salta quería escaparse de su trabajo para venir a verme, pero no pudo zafar.

—Qué macana, man. Yo sé cuánto extrañas a tu mamucha.

—Al menos tengo la seguridad que la voy a ver el mes que viene.

Un pitido lo sacó de la concentración. Pensó que tal vez su mamá había logrado llegar a un acuerdo e iba a ir a verlo. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció para hacer un gesto de hastío.

—El tarado de Gian tiene planeado hacer una prueba de valor mañana treinta y uno. Adentrarnos al bosquecito en dirección al río, de noche y sin que los profesores se enteren, obvio —comentó mientras le contestaba el mensaje.

—Uy, eso está difícil. Si uno hubiera podido traer un muñeco o algo que pudiéramos colgar en los árboles para darles un buen susto —opinó Román.

—Eso quiero. Que se lleven un buen susto. El problema es que debe ser algo diferente. Halloween es una fiesta gringa y a los profes no les gusta mucho eso. En una de esas podemos modificarla, pero sin dejar de lado el sentido de los espantos y las bromas. Un truco o trato.

Santiago se calzó los lentes y tomó las fotocopias de la materia de Lengua, con toda la información de la región.

—Hay muchas leyendas del norte que podemos ver, la macana es que carecemos de materiales a menos que lo consultemos con el resto del curso a ver que opinan.

Los demás asintieron y quedaron que al día siguiente lo hablarían con el resto de los chicos.

La lluvia había cesado al fin y el día amaneció completamente despejado. Los profesores respiraron aliviados, temían que la foto grupal en Purmamarca se viera afectada por el mal clima. Iban a todas las habitaciones a despertar a los alumnos para que fueran a desayunar y así salir temprano.

Cómo todavía el comedor no estaba abierto y todavía faltaban alumnos por alistarse, los chicos estaban en una pequeña cancha de las varias que había, haciendo pases cortos con la pelota de fútbol que un compañero había llevado para jugar a picaditos en los ratos libres. Juanchi salió de la habitación y miró a sus amigos.

—¡Buenos días! Ni los oí llegar.

—Te perdiste de una buena joda —guiñó el ojo Santi.

—Dormí como un tronco, lo necesitaba. Me quedé pensando en varias cosas, pero la idea no va para ningún lado. ¿Qué podemos hacer?

—Pues con las prisas de anoche no pensé en nada —se sinceró Dante, encogiendo los hombros.

—Yo tampoco. Perdón —se excusó otro chico.

—Me repasé de adelante pa' atrás las fotocopias de las leyendas del norte que nos dio el profe y solo se me ocurrieron ideas para desarrollarlas con mucho material, que no tenemos disponible aquí.

Emiliano, el futbolista del curso, dio una patada algo fuerte y la pelota levantó vuelo hacia el pecho de Juanchi. Éste lo tomó en el aire y, como un rayo de luz, sonrió al recorrer la forma redondeada del balón.

—Se me acaba de ocurrir algo épico.

Al término del desayuno todos subieron al colectivo para emprender el paseo hacia Purmamarca, Humahuaca y Tilcara. Al llegar a la entrada de la ruta que iba hacia el pueblo bajaron para la foto con el Cerro de los Siete Colores de fondo. En el pueblo se hizo una pequeña reseña y un guía los llevó de un lado a otro, mostrando el estilo de vida, la capilla y algunas artesanías. Los profesores dieron media hora para que los chicos descansaran y caminaran por la plaza principal, que estaban en plena feria de artesanías. En cuanto pudieron varios le huyeron al profesor de inglés que se detenía a hablar con varios turistas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.