Papá nos levanta a las 7:00 a.m. En dos horas debemos bajar del barco. Se nota que ya estamos en el puerto, no se siente movimiento. Recogemos lo que nos falta por guardar y dejamos todo listo para ir a comer. Subimos al buffet, nos servimos el desayuno. Papá pregunta cómo la pasamos y todos estamos felices con el viaje.
Veo a Alex pasar por el buffet y me deprimo. Luego pasa Horacio y me saluda de lejos. Sonrío con tristeza y respondo con mi mano. Es extraño seguir aquí y a la vez saber que ya se acabó. Bajamos por nuestras cosas y hacemos check out. Veo a mi alrededor por si alguno de mis amigos está cerca para dar un último abrazo, pero no hay nadie.
Ya en tierra firme, papá busca el carro que rentó. Arrancamos al hotel. No dejo de ver por la ventana mientras salimos del puerto.
Estoy en depresión. Todo parece mentira, un sueño, literalmente. No caigo en cuenta de nada. Estoy como en otra dimensión. Papá quiere salir de compras, así que dormimos un rato primero antes de salir del hotel. Todavía es temprano.
A eso de las 4:00 p.m. vamos al Dolphin Mall. Todo está cerrado. Luego vamos al Sawgrass Mills e igual. Todo cerrado. Es domingo de Pascuas, no habíamos caído en cuenta. Comemos en The Cheesecake Factory y regresamos al hotel. Al volver, pregunto por las computadoras del hotel. Me conecto a Facebook y busco el usuario de Rodrigo. Hay mil usuarios como Ro Fte. Coño. Trato de adivinar cuál es, pero claramente no lo logro. Las fotos se ven borrosas y están todos privados.
Daniela está conectada. Le escribo que la extraño. Me responde que ella también, que no puede creer que ya se bajó del crucero. Somos dos. Hablamos de cosas generales y luego se desconecta. Reviso mis inbox.
MIERDA. ¡EDUARDO! Se me había olvidado por completo su existencia. Me escribió diariamente sobre su viaje a México. ¡COÑO! Y yo que pensaba darle otra oportunidad. Definitivamente le tengo que decir la verdad. Le diré cuando lo vea en persona. Prefiero evitarlo y no responder. Leo todo lo que escribió. Se esmeró en contarme todo su viaje. Soy una mierda de persona. Lo sé. Pero no voy a estar con él por estar con alguien. No puedo hacerle eso, menos después de lo bien que se ha portado conmigo.
¿Por qué uno se complica la vida enamorándose de personas que viven lejos? ¿Cuál es la necesidad de eso? Parece que al corazón le encanta sufrir y a la mente hacerse la loca. Lo peor es que estoy decidida. No quiero intentarlo con nadie. No quiero estar con otra persona, por lo menos no ahorita. No es el momento. Lo que quiero puede que esté en la habitación de al lado, o agarrando un avión a México, porque nunca le pregunté dónde se quedaba o cuándo regresaba a su país… súper inteligente de mi parte.
Hablando de eso… decido cerrar sesión e ir al lobby a preguntar si de casualidad hay alguna familia Ferrante en el hotel. Claramente me dicen que no. Así que cruzo al siguiente hotel, pues están conectados por un pasillo, y pregunto lo mismo. La respuesta es clara, simple y precisa: NO.
Regreso a mi habitación y me rindo por completo. Me acuesto en el sofá cama, pues claramente mis compañeros de cuarto no me dejaron alguna cama a mi disposición. No puedo más con el cansancio físico y mental.
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