Estoy dejando pasar el tiempo en el patio de la universidad, ya que nuestra profesora se encuentra indispuesta de salud desde ayer, pero había olvidado notificarnos, y la madrugada que vivimos no nos la podrá hacer recuperar nadie.
Aún cerrando los ojos no puedo lograr conciliar el sueño y no es como si la banca en la cual estoy acostada fuera muy cómoda para darse una siesta.
De todos modos no puedo quejarme, porque la clase de hoy era muy importante y complicada, debido al diseño que debíamos mostrar. Este retraso funciona para volver a darle una mirada a lo que hice y poder descartar o agregar más detalles. Aunque mi mamá dice que cuanto más lo mire, mas lo querré cambiar.
No me considero tan perfeccionista pero quizá me esté guiando por el ojo crítico que tiene la profesora o por su nula sutileza al momento de hacerte saber cuales son los errores que cometiste.
No puedo creer aún lo rápido que pasa el tiempo, aunque acá se sigue sintiendo que demoran siglos en culminar los semestres y que cada vez aparecen más materias que antes no habías detallado, como si se actualiza la carrera anualmente.
Pero bueno, cuando hablo del tiempo es porque ya tengo 21 años y la recta final parece acercarse cada vez más. Estoy haciendo lo posible porque así sea y graduarme el año siguiente. Las chicas también están en ese proceso para lograrlo.
Al menos Ana y Helen, porque perdimos el contacto con María apenas entró a la universidad.
En realidad, ella cortó todo lazo con nosotras, solo nos dio una breve explicación de que necesitaba madurar y avanzar y no éramos el entorno en el cual ella quería formarse como profesional.
Tengo entendido que entro en la misma universidad donde está Fabiola e incluso se volvieron muy buenas amigas. Helen suele burlarse de mi por no querer ir corriendo dónde María para pedirle ser amigas nuevamente y que así pueda decirme cómo va la relación de Sebastián con Fabiola o si ella sabe un poco más sobre él cómo: dónde está estudiando, qué está estudiando, cómo se ve actualmente.
Porque sí, no tengo ni idea de cómo se ve en la edad de 22 años y solo lo recuerdo como un chico de 17 que imitó mi saludo y me sonrió como si me conociera de toda la vida. Atesoro ese momento en un lugar especial de mi memoria para volver a él cuando siento la necesidad de buscarlo.
Debo ser más fuerte que ese sentimiento y enfocarme en lo más importante: graduarme el año siguiente.
Además no me siento tentada a hablar con María, sobretodo porque circularon rumores de que ella siempre estuvo muy interesada en Sebastián e incluso llegó a acercarse a hablar con él, lo cual puse mucho en duda porque la mayor parte del tiempo estuvimos siempre juntas.
Pero todo parece indicar que la cuestión de un supuesto enamoramiento sí es real porque Ana estudia administración de empresas con una de las antiguas amigas de Fabiola y ella le comento que María no se ve muy feliz con la relación amorosa que ellos mantienen y todo podría indicar que son celos o envidia.
Ana no pudo averiguar mucho más porque la chica estaba comenzando a notar su comportamiento muy sospechoso, así que solo pudo escudarse con una verdad a medias, que era el hecho de que había sido una de las mejores amigas de María en la secundaria.
Resulta muy difícil de creer, sobretodo porque ella no parecía impresionada por él en la escuela. Supongo que algunas personas son mas buenas para ocultar sus verdaderos sentimientos ante los demás.
No puedo evitar preguntarme cómo surgió todo y cómo podía sobrellevar el que yo hablara tanto sobre él. ¿Es esa la razón por la cual prefirió guardar distancias? Me resulta extraño que haya sido con todas y no solo conmigo, en caso de que Tian sea la verdadera razón.
—Creí que te encontraría en el quinto sueño.
La voz de Pamela me saca de mis pensamientos.
Fue mi compañera en las clases básicas de primer semestre, que son las únicas en las cuales puedes compartir salón con estudiantes de diferentes carreras. En este caso ella está estudiando diseño grafico y yo, diseño de moda.
—¿Y cuál es tu excusa para no estar en clase?
—Llegue más temprano porque le pedí a mi papá que me trajera. Debo esperar hasta las nueve para mí primera clase del día, ¿Y tú?
—La profesora está delicada de salud y también debo esperar hasta las nueve.
Tomo asiento en la banca para dejarle lugar a Pamela, sonríe agradecida.
—¿Madrugaste mucho?
—Estoy acá desde las seis y media porque quería organizar mi diseño en el maniquí y ver si había algo por corregir.
—Y apenas van a ser las siete y cuarto.
Pamela parece sufrir más que yo por el problema presentado.
Suelto una risita y le miro fijo.
—¿Has logrado hacer amigos?
Recuerdo que el primer día de clases en la materia de lenguaje y comunicación, ella estaba demasiado nerviosa y asustada porque no quería volver a la solitaria vida que tuvo en la escuela secundaria.
Escucharla hablar sobre cómo fue desplazada por todos sus compañeros y obligada, indirectamente, a encontrar refugio en si misma, me hizo dar cuenta de lo afortunada que fui al tener un grupo de amigas para acompañarme.
Y al mismo tiempo me causo mucha tristeza su historia, por lo cual me organice junto con ella para poder realizar las materias básicas juntas. Durante tres años estuvimos compartiendo clases y aún dejamos pendiente deporte para la recta final.
Ambas estamos huyendo de eso mucho más de lo que una persona normal huiría de la tesis.
—De hecho… ¡Si!
Salta emocionada en su lugar. Me coloco mas recta en mi sitio al escuchar su primicia.
—¿En serio? ¡Cuéntame!
—Se llama Carolina, estamos en el mismo semestre e incluso habíamos coincidido en varias ocasiones pero nunca habíamos hablado. Recientemente se acerco a preguntarme sobre un libro de romance que estaba leyendo y descubrimos que ambas amamos la lectura, las películas de romance de época y las gomitas y las baladas en ingles y el color rosa pastel y…
Editado: 27.10.2024