Una antagonista perfecta

17| Blend

    Pov Hayden

Mi teléfono comienza a sonar cuando las animadoras empiezan a hacer su coreografía, quiero ver el nuevo paso que han practicado durante semanas, pero mi móvil no deja de pitar dentro de mi bolsillo y me veo obligado a levantarme de las gradas para ir hacia el patio del gimnasio.

— ¿Hola? —Me lo llevo a la oreja al quinto tono — ¿Mamá?

El chillido sonoro de la misma se oye desde la otra línea. Aparto el aparato de mi oído para no reventar mi tímpano.

— ¡Lo vi, cariño! Vi el vídeo de tu tiro ¡Yo sabía que ocho horas de parto valdrían la pena contigo! Ven rápido cariño, que tenemos un deportista en la familia. —En el fondo se escucha la voz de mi padre entrando a la habitación — Mira, mira, ¡Lo hizo él!

Ruedo los ojos por la poca fe que ellos me tenían, sigo oyendo por el aparato como mi madre chilla contenta y mi padre me felicita.

—Estoy orgulloso de ti — me da la enhorabuena mi padre luego de quitarle el teléfono a su mujer — Estoy contento de que hayas logrado conseguir ese puesto.

— Yo también —Manifiesto y no puedo ocultar la sonrisa de mi rostro, oigo por los parlantes del gimnasio que pronto se terminaría el descanso —No quiero dejarles pero pronto comenzará el segundo tiempo.

— Vale cariño, te dejamos seguir — Es otra vez la voz de mi madre, a estas horas eran los únicos que podrían estar en casa, Luke debería estar en sus clases de karate y Magalí cumpliendo el horario nocturno de su universidad— Te amamos.

— Lo sé. Yo también,

— Y no olvides lavar los platos cuando llegues, Magalí llegará tarde y Luke lo hizo ayer — me avisa antes de colgar. ¡Yo había lavado los platos ayer!

— ¡Pero mamá, yo los...

Y me colgó.

Aprieto los dientes con fuerza. Ese enano mentiroso...

— ¡Hayden! — Alguien me llama— El segundo tiempo está por comenzar ¿No entras? — Kate llama mi atención desde la puerta, la veo vistiendo un suéter que le regalé por su último cumpleaños y sus pantalones favoritos. Recuerdo haberme comprado un buzo idéntico para usarlos juntos, pero a estas alturas ni siquiera sé si la lavadora se lo habrá comido o si mi hermana me lo habría robado.

— Ya voy — Me encamino hacia ella acortando la distancia que nos separa en cinco pasos. Ella se queda allí parada a la espera de que llegue a su lado. — ¿Cómo crees que he jugado?

— Ha sido genial. ¡Eres un genio! Me pondré celosa cuando ahora tengas a una fila de chicas detrás de ti — Golpeó con su codo mi estómago amistosamente — No te olvides de mí ¿Eh? Que soy tu mejor amiga.

Siento una ligera presión en el pecho, una punzada que me lastima.

Pero no siento que sea por sus palabras, sino por un mal sabor de boca que me deja, mis sentidos se ponen alerta y tengo la leve sensación de que algo pasa. Sin embargo solo me hago la idea de que es una superstición falsa y le sigo prestando mi atención a la castaña.

— Sabes que no lo haría. Por nada ni nadie.

— Espero que así sea — Supone y lleva sus brazos a mi cuello para abrazarme — Sabes que eres muy importante para mí. Eres mi mejor amigo y no me gustaría perderte.

— Lo sé. A mí tampoco — Coloqué mi mentón sobre su cabeza descansando. — A mí tampoco me gustaría perderte.

— Y aun menos por rubias huecas en traje de animadora.

— O un musculitos tonto que se creé mejor que todos por ser solo un capitán.— Murmuro con su cabeza pegada a mi pecho. 

La castaña patea mi tobillo regañándome.

— ¡Oye! Él te ha tratado bien, no digas eso — Se queja refiriéndose a Max. Es verdad que él nunca se ha dirigido a mí de mala manera, pero hay algo en el que hace activar mi sexto sentido, obligándome a desconfiar de sus intenciones.

— ¡Oigan ustedes dos! ¡Dyer! ¡Deja de buscar novia y ven al juego! —El entrenador nos interrumpe gritando hacia nuestro director.

— ¡En un instante! — me alejo de la castaña y vuelvo a entrar al gimnasio, veo que mi compañeros ya están dentro de la cancha punto de comenzar el juego.

— Ve a la banca, entraras en el primer cambio ¿Entendido? — El hombre de casi cuarenta años me dio las indicaciones e hice caso a lo que decía, dejé que el entrenador me cambiara para que otro chico ingresara y me fui a sentar en el banco libre.

A un costado de nuestra banca estaban las porristas, llevé mis ojos a cada chica y chico que integraba el grupo, faltaba alguien.

No me demoré demasiado en darme cuenta quien es la faltante.

Me dirijo enseguida a una de sus amigas.

— Oye, Brittany — Llamo a la rubia. La oji-verde se gira en mi dirección para apartarse de su grupo. — ¿Sabes dónde está Ashley?

Frunce el ceño extrañada por la pregunta.

— Qué extraño. Hace unos diez minutos ella fue a buscarte a los vestidores. Se me hacía raro que todavía no volviera. Voy a buscarla.

— Descuida, yo iré — La detuve con educación. De todas formas soy yo quien la busca y si Ashley vuelve antes,  Brittany se encargaría de avisarle que la buscaba. — Quédate aquí por si ella viene

— Bueno. Me avisas si no la encuentras, te ayudaré a buscarla.

Concordamos y rápidamente me acerco hacia los vestidores para buscar a su mejor amiga.

Voy  primero a los vestidores femeninos, todo allí está ordenado e impregna un aroma a flores digno de una habitación de mujeres. Rebusco en las duchas corriendo las cortinas de cada uno  pero tampoco la encuentro allí. Me decido finalmente  por buscarla en la oficina de la entrenadora y tampoco está, el último lugar que queda es el vestuario de chicos. 


 

— Ashley ¿Estás? — Pregunto cuando llego a la puerta, lo único que encuentro es ropa tirada por el suelo y calzoncillos colgados en los casilleros. Nuestro vestuario es un asco comparado con el de las porristas, ahora entiendo porqué la entrenadora Jones siempre dice que los jugadores del entrenador viven en un chiquero.



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En el texto hay: adolescentes, juvenil, musica

Editado: 19.09.2020

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