Una historia donde alguien muere al final

CAPÍTULO TRES

Narra Jacob

 

¿Es posible pensar tanto en alguien que no conoces? Porque justamente me está pasando eso ¿Por qué? Primero que todo; estoy seguro que no me gusta ya que no sé nada de ella.
Pero de lo que si estoy seguro es que tengo que empezar a olvidarme de ella ya que lo más probable es que no la vuelva a ver.

Miro hacia techo de mi habitación, el cual está en muy mal estado hasta parece que se va a caer, necesito encontrar otro trabajo cuando termine el colegio para poder ir a vivir en otro lado, menos mal éste es mi último año.

Escucho a mi papá llamarme desde su habitación, la cual está cerca de la mía, voy hasta ahí y me recuesto en el marco de su puerta.

—¿Qué pasa, papá? —pregunto, mientras inspeccionó su habitación, detengo mi mirada en unos de los cuadros puestos arriba de su mesita de noche, en ella esta el, mi mamá y yo.

—Nada, solo quiero hablar con vos, hace tiempo no lo hacemos— tiene razón hace mucho no nos sentamos a hablar desde que conseguí un trabajo que ocupa más tiempo. Mis días consisten en despertarme, trabajar, estudiar y dormir.

—Lo siento, papá, ya sabes...

—Si, ya sé—me interrumpe, él se sienta en su cama y me invita a sentarme a lado suyo—. Hijo, no me gusta que tengas demasiada presión, tu trabajo te tiene muy agotado—me dice, preocupado.

—Papá, estoy bien—le aseguro, le sonrío para tranquilizarlo y me mira no muy convencido.

Empezamos a hablar sobre cosas sin sentido como que solo me faltan dos meses más para terminar la preparatoria y que no iré a la universidad, me tomaré un año sabático, para tiempo con él y para cuidarlo mejor.

Me contó cosas del pasado, de mi mamá y él, de cómo se enamoraron de pequeños es algo que siempre que hablamos me cuenta y a mí me encanta escuchar.

—Tu mamá estaría muy orgullosa de ti—afirma, posa unas de sus manos en mi mejilla derecha.

Siento que mi pecho se contrae, siento un dolor.

—Papá, te quiero mucho—le digo y lo abrazo.

—Hijo, no llores. Todo está bien—me tranquiliza.

Lo miro, me doy cuenta de que tengo mis mejillas húmedas. Mi papá me da una sonrisa de boca cerrada y pasa sus manos por mi rostro para poder limpiar cualquier rastro de lágrimas.

—hijo, necesito darte algo — se remueve en su lugar para sacar algo de la mesita de noche junto a su cama —no quiero que lo habrás por ningún motivo mientras que este vivo — saca un sobre y me lo entrega.

—¿Que hay acá papá?— pregunto algo extrañado sin entender.

—ya te dije lo que tenés que hacer y me preguntas que hay ahi— me mira como si fuera lo más obvio — no te diré, bueno en si ahí tienes todo lo que necesitas para salir de aquí, espero que no me odies, menos a tu mamá lo hizo por una buena razón— posa su mano sobre las mías mientras que yo sigo sin entender mucho —Es algo que te servirá mucho y no quiero que lo gastes en mi, ni se te ocurra chismosear ahora ¿Entendiste Rogelio?

Y ahí estaba mi papá de siempre, llamándome por mi segundo nombre ¡Dios por qué me llamaron así! Lo observó y asiento, me levanto de la cama y el se vuelve a recostar en la misma —okey. entendí bien padre, iré a dormir que descanses— el solo asiente y yo decido retirarme de su habitación.

Una vez bañado y solo en boxer, decido tomar el sobre en mi mano y observarlo, las ganas de abrirlo mi pican pero decido no hacerlo por respeto a mi padre ¿Que será eso que servirá para sacarme de aquí? No creo que sea dinero, mis padres nunca fueron gente adinerada ni tampoco tuvieron familiares enriquecidos en el pasado, en realidad jamás conocí a mis abuelas maternos, nunca supe el por qué y los paternos menos por qué murieron antes de nacer.

¿Que será?

 

Nota de escritor:

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