Una vez al año

Capitulo 1

🎃Capítulo 1🎃

Lucy.

—Madre, ¿saldrás hoy? —le pregunté temblorosa.

—Sí, hija. Recuerda que hoy es la cena de la empresa —me dijo mientras se aplicaba su pintalabios rojo como la sangre.

—Por favor, no te vayas, no quiero quedarme sola —dije con un escalofrío recorriendo mi espina dorsal.

—Tranquila, no estarás sola. Vendrán a cuidarte —me respondió, sin realmente prestar atención a mi inquietud.

—No quiero que nadie venga, quiero que te quedes, no soporto estar sola —repliqué, aterrorizada por lo que solo yo podía percibir.

—No empieces con eso de nuevo. Ya eres mayor, ¿cuántos años tienes? Recuérdamelo —me dijo con una mirada molesta.

—Catorce —murmuré.

—Toda una mujercita. Quiero que te comportes bien. No quiero quejas cuando vuelva, ¿entendido? —me advirtió antes de salir de la casa.

Me dejó allí, inmersa en un terror inenarrable. No me gustaba quedarme sola, y mucho menos en esta época del año. Aunque me considerara una "mujercita", como decía ella, el miedo seguía siendo mi fiel compañero. La sensación de estar siendo observada, o de que alguien acechaba en la casa, se hacía más intensa durante esta temporada, y por eso la detestaba.

Me dejé caer al suelo, abrazando mis rodillas mientras me balanceaba de adelante hacia atrás, nerviosa al extremo. Mis ojos escudriñaban cada rincón de la casa hasta que quedaron fijos en esa esquina, donde mi madre siempre guardaba su caja de música, sobre una mesita junto a una lámpara.

Estaba segura de haber visto algo. No estaba loca; mi mente y mi vista estaban en perfecto estado. De repente, la caja de música comenzó a sonar, y mi cuerpo se llenó de temblores. No podía ser, no debía estar encendida. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Hacía años que no sonaba, evitábamos usarla debido a los malos recuerdos que traía. Mi garganta se secó; quería apartar la vista de aquel objeto que no dejaba de tocar esa música inquietante y escalofriante, pero mi cuerpo se negaba a moverse.

Entonces, un fuerte golpe resonó en la puerta, y mi corazón latió con fuerza. Me sentía paralizada, incapaz de mover un músculo. ¿Por qué me pasa esto? Como siempre, la misma pesadilla. Otro golpe en la puerta, y mi mente se llenó de pánico. Me tapé los oídos, negándome a escuchar, cerré los ojos con fuerza. No podía soportarlo más. Mi voz apenas un susurro: "Por favor, déjame en paz."

Más golpes, esta vez con desesperación, retumbaban en la puerta detrás de mí. Los golpes en la puerta se detienen. Abrí los ojos lentamente y quedé paralizada al ver la figura de pie frente a mí.

—P-papá —mi voz salió en un susurro, temblorosa, al ver a la persona que tanto había anhelado volver a ver después de tanto tiempo. No podía ser real, no podía ser él.

Él no dijo nada, solo asintió con la cabeza y comenzó a alejarse. Grité, parándome y corriendo tras él, pero desapareció ante mis ojos. Mis lágrimas brotaban de dolor y desesperación.

—Tu padre se ha ido, no está aquí —una voz escalofriante susurró en mi oído, y me quedé petrificada.

Sentí una respiración en mi cuello. No podía moverme, el miedo me asfixiaba. Necesitaba encontrar fuerzas para huir, ¿Por qué soy tan pendeja? cuando intenté salir, una mano larga y grisácea con uñas negras me tocó el hombro, y un grito quedó atrapado en mi garganta.

Sin pensarlo, salí corriendo, gritando desesperadamente en busca de ayuda, hasta que llegué a la puerta. Intenté abrirla, pero los nervios no me dejaban. Parecía resistirse a abrirse. Cuando finalmente lo logré, corrí por mi vida hasta chocar con alguien y caer al suelo.

—Pequeña, ¿qué sucede? —una voz tranquilizadora me preguntó mientras me abrazaba.

Lo miré, y sus ojos reflejaban genuina preocupación. Lo abracé y lloré, como nunca lo había hecho.

—Tranquila, estoy aquí. Vine para protegerte, pequeña —me dijo en tono calmado.

—Gracias por venir —susurré entre lágrimas.

—Vamos, entremos —me dijo. Negué con miedo. —No pasa nada, te cuidaré —añadió con una sonrisa tranquilizadora mientras acariciaba mis mejillas.

—Hay alguien en casa —logré decir. Frunció el ceño y me soltó para dirigirse hacia la casa. Yo lo seguí, pero él me ordenó que me quedara fuera.

Mi cuerpo aún temblaba de miedo, y no tenía intención de entrar en esa casa. Cuando regresó, lucía preocupado.

—No encontré a nadie. ¿Estás segura de que viste a alguien? —me preguntó. Asentí, pero decidí no contarle lo que había visto, sabía que no me creería y pensaría que estaba loca.

—Tal vez solo fueron imaginaciones mías, debido a Halloween y todo eso —dije mientras me limpiaba los ojos.

Él se acercó y me abrazó. Su abrazo me reconfortó, como siempre lo hacía.

—Es normal que sientas miedo en esta época, a todos nos pasa. Quizás sea solo la tensión de la temporada de Halloween —dijo con una sonrisa, intentando animarme.

—No tengo miedo —le dije, riendo, aunque mi corazón seguía latiendo con rapidez. Tenía que mostrar valentía.




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