Variante, Una Historia de la Realeza

18. Lluvia y tormenta

Genevive

¿No han sentido alguna vez el afán desesperado de recuperar un viejo amor cuando tienen el corazón roto? Yo lo vivía en carne propia, en mi soledad, adolorida y triste. Imaginaba su rostro cada vez que cerraba los ojos, recordando la humillación de rogarle que regresara y se hiciera responsable del dolor que sentía por su culpa. Pero nunca recibía respuesta. Solo rechazo y nada más.

Lo peor era que mi corazón no podía permitirse odiarlo, porque no tenía motivos para hacerlo; Phillipe siempre había sido bueno conmigo. Aunque sus intenciones de quedarse junto a mí parecían sinceras, de un momento a otro, simplemente decidió dejarme de lado. Cada carta, cada foto, cada conversación eran como puñales en mi corazón, y cada recuerdo era un susurro que constantemente se robaba mi sonrisa: "No fuiste lo suficiente para que se quedara".

Cuando Finn me contó el verdadero motivo por el que Phillipe se apartó de mí, pude haberme llenado de esperanza, pero había un impedimento que frustraba aquella realidad deseada por mi mente: Phillipe se había vuelto a enamorar, o al menos eso parecía

Sentí un impulso devastador al enterarme de la verdad, un dolor de despecho que solo quería transformar en destrucción. Podía aceptar que me dejara estando enfermo, pero no que lo hiciera porque amaba a alguien más. ¿Qué debía hacer entonces con lo que sentía? Lo tenía claro: nada. Solo olvidar y recordar siempre que es mejor no guardar esperanza de que alguien pueda regresar. No existe nada más peligroso que creer ciegamente en ese refrán que muchas veces se utiliza para consolar: "Todos vuelven, mi niña, todos vuelven".

—Princesa Genevive, ha venido alguien a visitarla. —La voz del mayordomo llamó mi atención, obligándome a apartar la vista del libro que no había podido dejar de leer desde que lo había tocado.

—hmm, no esperaba visitas hoy. —respondí, volviendo mi vista a las páginas.

—Lo sé, pero esta visita sí que necesita ser atendida.

Volví a observarlo, sin emoción en mi rostro—¿A quién se le ocurre visitarnos a las nueve de la mañana?

—Al príncipe Phillipe Dawson, alteza. —Su rostro había esbozado una ligera sonrisa ladeada de satisfacción, mientras que el mío estaba sumido en un shock por incredulidad. Phillipe no había pisado este palacio desde hacía dos años. —¿Lo atenderá, o desea...?

—¡Bajo en cinco minutos! —exclamé, casi dando un brinco de mi cama y corrí al armario a colocarme algo más decente que la simple bata que tenía para dormir. Podía aceptar que el mayordomo me viera de esta forma, pero Phillipe no, sin duda que no.

...

Nessa.

Se sentía extraño haber pasado de ser la novia falsa del príncipe Phillipe a ser su novia de verdad; No podía evitar que una sonrisa se formara en mis labios al recordar la última noche que habíamos pasado juntos. La manera en que sus ojos me miraban, como si fuera lo único que importara en ese momento, me hacía sentir una calidez inexplicable.

—¡Tienes la mirada! —la voz de Cristina me sacó de mi ensueño de golpe. La miré sorprendida, aún con la sonrisa en la cara, y me encontré con su mirada inquisitiva y divertida.

—¿Qué...? —intenté disimular, aunque ya era demasiado tarde. Cristina era la persona que mejor me conocía, y la sonrisa en su rostro decía que no iba a dejarme escapar fácilmente.

—¡Estás sonriendo como una tonta enamorada! —exclamó, riendo mientras se cruzaba de brazos—. ¡No me digas que estás pensando en él otra vez!

Sentí cómo el calor subía a mis mejillas. Maldita sea. Siempre se me daba fatal disimular con Lucy. Intenté disimular mi reacción ordenando caminando hacia el surtidor de agua. Ambas nos encontrábamos en nuestra hora de refrigerio.

—No... ¿De qué hablas? —respondí, aunque mi sonrisa, traicionera como siempre, se negaba a desvanecerse.

—¡Sí, claro! —su tono sarcástico era inconfundible.

El sonido de la puerta abrirse interrumpió nuestra charla. Lucas nos saludó con su típica sonrisa amigable y caminó hacia el surtidor de agua para llenar su botella de metal. Nos saludamos, esperando a que se retirara del lugar, sin embargo, realizó una petición que llamó mi atención.

—Cristina, ¿crees que puedas dejarme un momento a solas con Nessa?

Mi amiga, quien ya estaba más que intrigada con todo lo que estaba sucediendo, me lanzó una mirada rápida, claramente sorprendida. Trató de ocultarlo con una sonrisa fingida, pero no podía disimular su curiosidad. Me sentí atrapada entre la incomodidad de la situación y el deseo de saber qué demonios quería Lucas. Sin decir una palabra, Cristina se levantó y prácticamente huyó del lugar, aunque no antes de lanzarme una última mirada que decía "me lo contarás todo después".

Le clavé una mirada asesina a sus espaldas, aunque sabía que no era culpa suya. Ahora estaba a solas con Lucas, y no tenía ni idea de qué quería hablar.

—¿Qué pasa, Lucas? —pregunté, tratando de sonar más calmada de lo que me sentía, aunque mis manos empezaron a jugar nerviosamente con el borde de mi taza de café.

Lucas se aclaró la garganta antes de hablar, como si estuviera buscando las palabras correctas.

—Nessa, no me he atrevido a hablarte de esto antes porque, bueno, he escuchado que tienes una relación con Phillipe. —Su voz sonaba tranquila, pero noté un leve temblor en sus manos, lo que me sorprendió un poco—. Pero volver a verte después de tanto tiempo... —hizo una pausa, como si estuviera organizando sus pensamientos—. Ha despertado algo en mí, algo que pensé que había dejado atrás. No quiero dejar pasar esta oportunidad otra vez. —Me miró directamente, y en sus ojos vi una mezcla de nostalgia y esperanza.

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras. No era un secreto que Lucas y yo habíamos sido novios en la universidad, y aunque las cosas no funcionaron entre nosotros, siempre había habido un respeto mutuo. Pero ahora, las cosas eran diferentes.




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