—Carajo —susurre al verlo a la esquina del aula con sus dos idiotas al lado.
—Señorita, sería tan amable de presentarse —dice de manera dulce aquella profesora de unos setenta y nueve años, parecía amar su trabajo.
—Mi nombre es...
—Por favor, descúbrase el rostro —interrumpe la profesora.
— ¿Realmente es necesario? —Cuestiono con una sonrisa fingida.
—Si usted no oculta nada o no es una asesina que necesita cubrir su rostro, por supuesto —ruedo mis ojos y descubro parte de mi rostro. Pero acomodo mi cabello de manera que no se me reconozca del todo.
—Mi nombre es Aisha Adams, tengo 19 años y no soy una persona que se quede en un sólo lugar —Sonrío forzado.
Todos comienzan a susurrar y aquel chico no dejaba de clavar su mirada en mí, uno de ellos alzó su mano.
—Si señor West —responde la profesora.
—Quisiera hacer una pregunta a la chica nueva —todos observan al chico.
—Adelante, prosiga señor.
— ¿A qué te refieres con que no te quedas en un lugar?
— ¡Maldito West! —Susurro molesta.
—Responda señorita Adams —insiste la profesora.
—Como diga señorita —respiro hondo antes de responder—. Mi padre es recluta de las fuerzas armadas de esta nación, como entenderás, su trabajo me impide permanecer en un solo sitio.
Ante mi respuesta todos observan con delicadeza a West, y a mí como un bicho raro.
—Es un honor tener como alumna a una hija de un hombre que arriesga su vida por el bienestar de nosotros —repite la profesora cortando la incomodidad del aula.
—El honor es mío —Sonrío descaradamente sentándome en mi asiento. De reojo observo al grupo de chicos y estos me miraban con molestia. Fijo mi mirada al frente y vuelvo a colocar la capucha en mi cabeza.
Narra Ezra.
—Esto no podría ser mejor —susurre apoyándome en mi mano.
— ¡Emergencias! ¡Llamen a emergencias! —Alarma Elián.
—Nuestro pequeño quedará desvirgado —lloriquea ambos abrazados.
—Esa bravucona no es para ti Ezra, tú mereces a una niña que si te corresponda —insiste uno de ellos.
—Para con los lloriqueos Elián, ya tome mi decisión y no pienso cambiarla.
— ¡Hermano debes ser fuerte! —Me toma de los hombros Kilian—. ¡No permitiré que la bravucona haga trocitos tu corazón!
— ¡SEÑOR HAYES! Podría dejar al señor Foster en paz y poner atención en mi clase —ordena molesta la profesora.
—Una disculpa señorita Iris —sonríe atractivamente y las chicas del salón suspiran hondo.
—Ya, ya, pare con su seducción y ponga más atención.
Por más idiota que me consideren no iba a negar que aquella chica me había atrapado por completo. Nada me impedía intentar algo con esa persona, excepto aquellas situaciones incómodas por las que he estado pasando estos últimos días.
Solo espero que las cosas no se dificulten, de lo contrario, tendré que alejarme otra vez.
•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
Las clases habían terminado, por lo que debía acudir a mis horas extras como consejero y presidente del consejo estudiantil. Me arme de valor y caminé a su lugar para saludarla como debió ser desde un principio.
— ¡Dios mío se va a arriesgar! —Grita Elián.
—Debemos estar alertas, seremos su sombra. Si no razona por las buenas, tendrá que haber un sacrificio.
— ¡Kilian! —Lloriquea.
Por otro lado, Ezra estaba actuando como todo un galán frente a Aisha.
— ¡Bienvenida a...!
—La mejor institución de la ciudad de Nueva York —termina mis palabras.
—Exacto, espero que...
—Me sienta cómoda y espere mucha aportación de la institución.
—Así es, además...
—Te gustaría dar un tour por la institución al ser el presidente del consejo estudiantil —en definitiva me dejó mudo—. A todo eso, me niego por completo —toma sus cosas y se pone frente a mí—, tengo mejores cosas que hacer que pasear por la escuela con un niño bonito.
Me quede atónito al no dejarme terminar ninguna de las oraciones. Kilian y Elián estaban de la misma manera, observando cómo me había callado en segundo, su manera grosera de tratar a las personas solo les causaba más enojo de su parte.
—Te lo advertí —toma mi hombro Kilian.
—No creo que su rostro demuestre sufrimiento —responde Elián.
— ¿Por qué sufrir por una belleza amigos? —Deleito suspirando amor.
— ¡CARAJO! —Gritan ambos.
Narra Aisha.
«Maldito Ezra» repetía una y otra vez en mi cabeza, esperaba menos de esta institución, pero veo que será un gran problema en este lapso de tiempo que estaré.
A unos metros de la oficina del director estaba la oficina del consejero estudiantil, al finalizar las clases debía acudir a su oficina por órdenes de mi padre, pareciera que aún le preocupa mi situación.
—Aquí es donde... —comente mientras entraba al lugar. Ahí estaba, el causante de mis jaquecas—, volveré más tarde.
—Un momento señorita Adams, el joven Foster ya se retirará. Solo estaba entregándome un registro, como sabe, él es nuestro presidente del consejo estudiantil, una admiración para todos nosotros.
—Eso creen —susurre mirando a otro lado.
—Me retiro a cumplir mis obligaciones señor Connor —abandona el área Ezra.
«Para tener esos amigos es demasiado cortes» pensé.
—Siéntese señorita —extiende su mano señalando la silla que tenía enfrente.
No me agradaba la idea de estar frente a un desconocido, recitándole mi expediente completo, aunque posiblemente ya lo sepa. De tantos hombres y/o mujeres que he acudido por "ayuda" la única persona que realmente ha resultado es mi desempeño personal, nadie más.
Ellos solo juegan con los pensamientos de las personas, creyendo que nosotros estamos sanos, su único propósito es vaciar el bolsillo de los padres, cosa que no sucederá más.
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Editado: 20.07.2020