Wounds

♡ CAPÍTULO 2 ♡


Mirada Verde e Hipnotizadora
 

 

Tienes que despertar...

El fuerte pitido del despertador, provocó que abra pesadamente mis ojos.

Ya es domingo por la mañana, y el reloj marcaba las siete en punto, lo que indicaba que en una hora tendría que estar en mi trabajo. Así que tomé unas pastillas para calmar la resaca, y me fui directamente a tomarme una ducha.

—Hola Sevi— saludé junto a una sonrisa, al señor que siempre esperaba por las mañanas, la apertura de la cafetería.

—¿Cómo te encuentras Julieth?— entró al lugar, ni bien terminé de quitar las rejas, y los candados.— Hoy te retrasaste diez minutos.

—Lo sé, lo lamento.

—No soy tu jefe, no tienes que hacerlo— se rió para luego tomar asiento en una de las mesas circulares de la cafetería.— Lo de siempre, por favor.

—¡Con gusto! — me puse el delantal azul marino, por encima de mi camisa, y la até sobre mi cintura.

—Buenos días...— dijo Zoe, al entrar por la puerta, para luego acercarse rápidamente hasta mí —Lo lamento, me quedé dormida. ¿Ya llegó Josh?

—Aún no, por suerte. Yo también acabo de llegar.

—Oh genial— murmuró a la vez que se colocaba el delantal— anoche vino Fred a verme...— se ruborizó.— ¡Adivina quién tiene novio!

—No...— susurré junto a una sonrisa— Dime que no te metiste en esa mierda.

—¡Oh claro que si!— me abrazó, e inevitablemente me puse feliz por ella— Estoy tan contenta... Él dijo que estaba enamorado de mí, ¿sabes cuánto significa eso para alguien como yo?

—No tendría que significarte nada, en realidad.— murmuré negando con la cabeza, a la vez que servía una taza del café recién hecho, para luego sacar una porción de pastel de chocolate y acercárselo al señor Sevi.— Aquí tiene— dije amablemente, para volver detrás del mostrador.

—Está bien, lo sé. Pero que me haya ido mal las veces pasadas, no significa que ahora con Fred pase lo mismo.

—Oh vamos, Zoe. Todos los hombres son iguales. No les interesa la estúpida idea de amar a alguien, sólo quieren tener un cupón sin límites de uso, para tener sexo.— susurré lo último.

—¿Pues qué te parece? ¡A mí me encanta el sexo!— dijo levantando sus manos como signo de rendimiento, y me reí.

—Ya la entendimos señorita... — murmuró Sevi.

—Oh lo lamento...— dijo Zoe, para luego cubrir su rostro, con sus manos.

—Descuida, también fui joven.— dijo y volví reír.

—Disculpen la demora.— Entró nuestro jefe a la cafetería.— por suerte aún no llegó demasiada gente... Buenos días señor Sevi, ¿Cómo va todo?

—Genial Josh. Saboreando detenidamente el mejor café que existe en todo el mundo.

Cuando el reloj dió las seis de la tarde, me quité el delantal, y tomé mi bolso, para luego dirigirme a la salida.

Mi mirada se postró en el triste cielo gris, y por algún motivo que no logro entender, recordé las veces que Brandon venía a buscarme, cada vez que se lo pedía.

—¿Cómo está la chica más linda y sexy del universo? — habló para luego saludarme con un beso.—¿Quieres ir al departamento, o prefieres que te lleve a un sitio nuevo?

—¿Un sitio nuevo?

—Solía ir a veces... Cuando necesitaba pensar.

—Pues vamos.—dije sonriente, viendo a Brandon arrancar el auto.

Se detuvo en un bosque a treinta minutos del centro, para luego bajarse del auto, y abrirme la puerta.

—Tenemos que caminar...— tomó mi mano, y sin negarme, nos adentramos al frío nocturno del bosque.

Habrán pasado como veinte minutos los que caminamos, hasta que pude ver a lo lejos, demasiados árboles formando un gran círculo.

—Llegamos. — Susurró con una sonrisa ladina.

Luego de acercarnos más al lugar, y atravesar esa pila de árboles, pude detallar mejor lo que tenía dentro. Era un lago que no era pequeño, pero tampoco demasiado grande, ya que podías ver desde donde comenzaba, hasta donde terminaba. La luz de la luna, iluminaba su agua, tornándolo brilloso, y en mi opinión, completamente hermoso.

Nos sentamos en la orilla, y en silencio, observamos el paisaje.

—¿Te gusta?— preguntó.

—Me encanta.— sonreí y descansé mi cabeza sobre su hombro.—¿Cómo sabes de éste lugar?

—Google maps— dijo serio para luego reírse.— Es broma. En realidad mi papá me traía cuando era chico, pero luego de su partida, no tuve más opción que venir solo.

—¿Y tu mamá?— pregunté muy centrada en el tema.

—A ella no le gusta relacionarse con la naturaleza.— sacó una caja de cigarrillos de su pantalón, para luego tomar dos, y ofrecerme uno.— Se negaba a venir cada vez que mi papá la invitaba. No es lo suyo, supongo.— se encogió de hombros, para luego tomar un encendedor, y prender ambos cigarrillos.— Ella se lo pierde.

—Gracias por traerme aquí...— susurré, mientras soltaba humo por mi boca.

—Gracias por acompañarme.— su mirada verde cayó en mí, y me dedicó una sonrisa.— ¿Sabes qué es lo mejor de éste lugar?— preguntó, y negué con la cabeza.— Que es mágico.— buscó algo de sus bolsillos traseros, para luego mostrame dos monedas.

—¿Qué dices?— me reí.

—Pide un deseo, y luego tira la moneda al lago.

—¿Como si fuera una fuente de deseos?

—Algo así, pero a diferencia de eso, aquí los deseos si se cumplen.— dijo para luego cerrar los ojos, y lanzar su moneda al agua.— Es tu turno. Pero tienes que desear algo realista. No valen los deseos como "quiero ser millonario, y tener cinco mansiones en Europa"— me reí.

—Está bien...— acepté cerrando con fuerza los ojos, y concentrarme en el deseo.

Algo realista...

Algo realista...

Algo realista...

Que Brandon me ame con la misma intensidad con la que yo lo hago.

Lancé mi moneda al lago.

—Supongo que tuve que ser más realista.— murmuré, a la vez que le dí una calada a mi cigarrillo.




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