Yo soy Lucas

Un niño normal.

Era un día como cualquier otro, el sol resplandecía en el cielo acompañado por dos o tres nubes borrosas, y allí estaba él, Lucas, el protagonista de esta historia. Con apenas 7 años de edad era un niño curioso aunque introvertido, en la escuela no se la pasaba muy bien, no se llevaba con los demás niños. No entendía ni se preguntaba cual era la causa, solo se apartaba de ellos, buscaba conservar la calma en un contexto que no se ajustaba ni a sus gustos ni a su familia. A Lucas le encantaba leer, su curiosidad era satisfecha repasando hojas y hojas de libros, algunos de los cuales no eran adecuados para su edad. Gracias a su abuelo Tito, a los 5 años ya podía leer algunos textos breves y esas lecturas se fueron complejizando. Su abuelo siempre sostenía que la lectura nos abría la mente y el espiritu y que en un libro, uno podía soñar y jugar a ser quien no era, sumergiendose en escenarios a los que desconocía pero que con imaginación se hacían presentes en nuestras vidas. Le encantaba leer con su abuelo, pero lo que más le gustaba, era jugar a las sombras chinas.

Las sombras chinas, a las que seguramente todos jugamos alguna vez, consisten en interponer las manos entre una fuente de luz y una pantalla o pared, de manera que la posición y el movimiento de las manos proyecta sobre la pantalla sombras que representan distintos seres en movimiento.

Le encantaba ese momento en que podía dejar volar la imaginación y trasladarse a lugares inhospitos, rodeados de los más espectaculares paisajes. Las sombras chinas solo eran el inicio y no el fin en si mismo.

En un comienzo su abuelo Tito, realizaba diversos objetos y seres vivos con sus manos, pero luego fue añadiendo diversos elementos y su frase preferida era " Comenzamos a viajar Luquitas, ¿ Estás Listo?". El sabía que esa frase, era el comienzo de su aventura y estaba listo para vivirla.

II

Ese día era un día normal en la escuela, Lucas se encontraba sentado en su pupitre jugando con el lápiz, sus compañeros corrían en el patio, era la hora del recreo. Su maestra Elsa, se acerca a él y le roza el hombro con cariño:

- ¿ Te encuentras bien? ¿ Por qué no sales al patio a jugar con los demás?

Él la miro con sus bellos ojos azules y se excusó moviendo los hombros. No era de hablar demasiado, ni siquiera en su casa. Su padre trabajaba 10 horas por día cuando llegaba cenaba y apenas si se acordaba de saludarlo. Su madre, sufría de depresión. Solo recordaba verla recostada en el sofá o en la cama, acompañada por su frasco de pastillas y su copa de agua. Rara vez le hablaba o le preguntaba como se encontraba. Sin embargo, ambos procuraban que él tuviera todas las cosas materiales necesarias, quizás buscaban suplir la falta de amor, de muestras de interés. Era como si él solo necesitara computadoras, play 3, ropa que casi no usaba. No habia caricias para Lucas, no habia palabras de aliento, ni siquiera retos, era invisible. En su casa, en la escuela, en la calle. Él no existía, era como si no fuese de este tiempo, como sí los demás no necesitarán percatarse de que él estaba ahí.

Al salir de la escuela, sus abuelos Tito y Ema, lo esperaban en la vereda. Corrio a abrazarlos. Ellos le proporcionaban todo lo que el resto le negaba. Ellos eran su refugio.

 

 



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En el texto hay: aventuras, sombras y luz, sombras chinas

Editado: 24.09.2018

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