Desde que llegué a esta casa, por primera vez pude tener una noche de descanso agradable, dejando de lado el mal rato que Cinco me hizo pasar, aunque yo por mi parte no lo hice nada de mal al hacerlo callar. Mis ojos se cerraron haciéndome caer en un sueño profundo.
el sol de la mañana me daba la esperanza de que sería un gran día para mi, sentía el calor ingresar por las oscuras cortinas de mi habitación, la que supuestamente hoy seria remodelada y le darían algo mas de vida. Grace ya no vendría por mi, ahora solo debía arreglarme y salir de mi cuarto. El desayuno fue igual, todo en silencio hasta terminar de comer, el siguiente paso era un misterio, solo seguí a los demás hasta llegar a una sala amplia sin ningún mueble, tan solo paredes oscuras y las ventanas que iluminaban el interior.
Aún no sabía que hacer ni como reaccionar, solo me quede viendo a Cinco, intrigada por esos ojos que lograban atraparme y la curiosidad por el aumentaba a cada momento. Mi mente se aclaro al verle desaparecer, observe hacia todos lados y solo lo volví a ver a mi lado seguido de un fuerte golpe en mi costado que logro hacerme caer varios metros mas allá, con dificultad y gracias al dolor que recorría todo mi cuerpo me puse de pie, nuevamente lo había perdido de vista. Ahora estaba frente a mi propinándome un nuevo golpe en el rostro ¿Es normal esto? ¿Golpear a chicas es divertido? Veía la expresión en los demás, angustia, risa y preocupación. Ante los golpes por parte de Cinco, recordé las veces en que mi padre golpeaba a mi madre hasta dejarla inconsciente, esa ultima discusión que provoco la suficiente ira en mi para acabar con todo, nuevamente esa ira se estaba haciendo presente, comenzaba a recorrer todo mi cuerpo, mis manos temblaban y de ellas comenzó a brotar una especie de energía de color blanco, las paredes a mi alrededor comenzaron a desquebrajarse hasta que logre sacar una de las murallas estampando esta contra el rostro de Cinco y de igual forma una parte del piso para darle en la espalda hasta hacerlo caer. Levante esa muralla con intención de dejarla caer sobre Cinco.
Me sentía confundida, lo único que tenia claro es que había sido capaz de defenderme y dejar lastimado a Cinco, aunque creo que exagere un poco con la golpiza que le di, ahora me siento culpable, pero dudo que el sienta algo de remordimiento por los golpes que me dio sin previo aviso.
Klaus me llevo hasta mi dormitorio, una vez ahí me dejo sobre la cama sin soltarme aún, el por alguna razón me daba tranquilidad y la confianza necesaria para ser yo misma. Tenia un nudo en la garganta y las ganas de llorar se estaban haciendo mas grande, y los cariños que Klaus daba en mi cabello no ayudaban demasiado. Inevitablemente las lágrimas salieron de mis ojos.
Klaus llego al poco rato con un trozo de carne congelado, intente no reírme así que tan solo deje que lo pusiera sobre mi rostro, mientras me cuidaba comenzamos a charlar, me quede en silencio escuchando parte de su historia y como se había dado cuenta de su poder, incluida la vez que el Sr. Reginald lo había encerrado en un mausoleo por horas para que superara su miedo a los muertos, no podía imaginar como había sido para el pasar por eso siendo tan solo un niño. Por inercia lleve una mano a sus cabellos jugueteando con estos.
Junto a Klaus terminamos por quedarnos tendidos sobre la cama viendo de forma fija hacia el techo, aunque no había mucho para ver, la sola idea de pasar tiempo con alguien que me entiende, me hace sentir de maravilla. Ahora mi habitación tiene algo mas de color y vida, las oscuras paredes habían sido reemplazadas por un agradable color amarillo, ahora tenía algo mas de ropa y unos cuantos libros que me ayudarían a pasar el rato, pero aún así la compañía de Klaus era mil veces.