Habían pasado ya varios días desde mi llegada a la academia, cada que me cruzaba con Cinco este desaparecía evitando a toda costa el contacto conmigo, ciertamente no me sorprende, después de lo que sucedió durante el primer entrenamiento yo también me alejaría de el. El señor Reginald salió de la mansión dejándonos bajo el cuidado de Grace y Pogo quienes nos dieron algo mas de libertad para poder hacer las cosas que quisiéramos sin estar con el miedo de ser regañados. Aproveche aquella ocasión para poder sacar unas sodas de la nevera y unas galletas para poder compartir con Klaus, con todo en la mano comencé a buscarlo, mas al no dar con el solo subí por mi cuenta hacia la azotea en donde una pequeña tienda estaba ubicada. Me asegure de que no hubiese nadie cerca para poder acomodarme en el interior de esa improvisada tienda.
Estaba por abrir una de las sodas cuando de la nada apareció Cinco frente a mi, nos quedamos viendo con cierta desconfianza.
El silencio se estaba volviendo incomodo, ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna, lo único que se escuchaba era nuestras respiraciones y el sonido al tragar. Gire la vista hacia el, observando con detalle su rostro, su mandíbula resaltaba mas que cualquier otra cosa y de igual forma su nariz, era delgado y poseía facciones atractivas. Me di un par de palmadas en el rostro al estar pensando tales cosas, no puedo verlo atractivo, es un completo tarado.
Comenzamos a acercarnos ¿Mi primer beso? No estoy preparada para eso. Quedamos a breves centímetros, nos apartamos de inmediato al escuchar la voz de Klaus llamarme, Cinco desapareció en un abrir y cerrar de ojos justo antes de la llegada de mi hermano. No puedo creer lo que estuve a punto de hacer ¿En que estaba pensando? ¿Besar a Cinco? No, no y no, definitivamente algo así no puede volver a pasar, debo haberme vuelto loca.
Klaus me ayudo a levantarme, en un rápido movimiento me subió sobre su espalda para poder bajar hacia la sala en donde ya todos estaban reunidos, incluido Cinco, nos quedamos viendo un momento, sentí mis mejillas teñirse de rojo al recordar lo ocurrido en la azotea.
Nos quedamos así viendo la película, de vez en cuando Klaus me acercaba algunas palomitas, con Cinco nos dedicábamos algunas miradas que se desvanecían ante la vergüenza que comenzábamos a sentir. No me di cuenta en que momento me quede dormida, la película escogida por Luther era tan mala que el aburrimiento termino por ganar y al parecer no era la única, pues a mi lado Ali y Vanya seguían dormidas a mi lado, de igual forma los demás, lograba escuchar los ronquidos de Diego que resonaban en toda la sala, los únicos que se mantenían despiertos, era Luther y Grace.
Poco a poco los demás fueron despertando, sentía mi estomago inflado, la soda que había tomado estaba haciendo efecto en mi cuerpo. No quería ser imprudente y despertar a mis hermanos que parecían estar cómodos a mi lado, pero apenas abrieron los ojos me puse de pie y salir corriendo hacia mi cuarto, apenas si llegue al baño. Al acabar me quede de pie frente al pequeño espejo sobre el lavado “no soy tan fea” dije a mi misma mientras veía mi rostro, pasando mis dedos por las pequeñas y apenas notorias pecas sobre mi respingada nariz. Viéndome así vino la idea de un nuevo peinado, mi madre cortaba mi cabello apenas unos centímetros cada año desde que tengo uso de razón, tal vez con el cabello corto no me vere tan mal.