Zodiac. Sagitario &escorpio

Capitulo 1

Filadelfia, Nueva Jersey, EE.UU 
Agosto de 2025 - invierno

Ese día era como cualquiera, Nieves siempre se levantaba lo bastante temprano para alistarse, se tomaba una larga ducha para poder despertar de su somnolencia. Se vestía con el uniforme; pantalones grises de vestir, una camisa blanca siempre remangada asta el codo, corbata del mismo color del pantalón, una chomba gris y un saco con el logo de la escuela; zapatos negros, su cabello peinado, aunque casi nunca se dedicaba a ello por ser siempre revoltosos. 
Luego de vestirse salía de su cuarto, pasaba el pasillo y bajaba las escaleras, tomando rumbo a la cocina donde se preparaba su desayuno de cada día; Cereales con leche y tostadas untadas con mermelada de uva. 
A la hora de salir de la casa con su mochila echada a su hombro y los auriculares puestos, siempre se quedaba unos segundos viendo las nubes, era impresionante. 
Su caminata era siempre las misma, saludaba a la vecina; la señora Gordon una mujer regordeta de unos 67 años quien amaba a los gatos, su esposo había fallecido en la Guerra civil, siendo uno de los soldados más importantes, se le había contado una ves cuando la visitó por órdenes de su madre. 
Cerca de la casa a dos manzanas había una plaza donde los más pequeños iban con sus padres a divertirse o relajarse, en la plaza había un gran árbol de roble, cuentan que fue plantado hace 300 años por un extraño extranjero llamado Wilmur Hanson, quien colonizo el país por 30 años. 
 Sonrió un poco al sentir el viento fresco contra su rostro, era inevitable no hacerlo. 
  - ¡Nieve!. - Giro un poco su rostro para encontrarse con su amiga Gabi. (sacándose los auriculares y guardándolos en la mochila) 
  - Gabriela. -  Saludo cuando ya estaba junto a ella. 
  - ¿Que tal fueron tus vacaciones?. - Le preguntó su amiga colocando un mechón de cabello detrás de su oreja, sonrojándose ante la mirada de la peli oscuro. 
 - Nada nuevo, fuimos a Canadá a visitar a la abuela. - Dijo aburrida suspirando  - ¿Y tú? - Le devolvió la pregunta dejando la mochila en su casillero, solo sacando el libro de literatura y su cuaderno de apuntes y su cartuchera. 
 - Nosotros fuimos a Italia, madre ya tenía planeado ir después de mi cumpleaños, te traje un regalo. - Con entusiasmó saco una pequeña cajita envuelta en papel neón, chicle de Gabriel. 
Tomando la cajita un tanto incomoda, la guardo en el casillero. 
  - Lo abriré en el almuerzo. - Agrego para no decepcionar a su única amiga. 
Era que no le agradase, es que la incomodaba su comportamiento con ella, es que ya sabía la orientación sexual de su amiga y aunque no estaba en contra la comunidad LGBT, la incomodaba ya que para ella solo la veía como una amiga nada más. 
Al entrar al salón de Literatura, tomaron los asientos de adelanta como cada año escolar y se prepararon para la clase con el señor Richmond; un hombre italiano bastante guapo, aunque bastante presumido ya que le gustaba que las chicas de la clase suspiraran por él, lo que le hacia gracia a ella misma, pero no a su amiga. 
Después de un larga y aburrida clase de Literatura, fueron a clases de Historia con la profesora Gómez, una de sus materias favoritas después de Geografía. 
En el almuerzo, como había prometido abrió el regalo; era una pulsera con un dije en forma de corazón, los que no le sorprendió fue el beso en el cachete de parte de su amiga, solo tuvo que sonreír un poco para agradecerle por el regalo. 
A la hora de salida se despidieron yendo por distintos caminos. Su camino a casa fue el mismo. 
Al llegar a casa solo saludo a su hermana pequeña Anna quien jugaba en la sala con sus muñecas, subió a su cuarto donde dejo su mochila en la cama, se sacó el saco y la chomba, cerró la puerta antes de vestirse. 
Al volver a bajar encontró a su madre concentrada en la computadora y en unos archivos, últimamente sus padres y ella no estaban en buenos términos, su cambio fue para ellos algo que no les gustó, si le encantaba vestirse con pantalones anchos y camisas, el tema tomboy le había gustado desde hace un año, le había explicado de aquello pero ellos no querían entender, solo comentaban que su rebeldía la llevaría en un mal camino, que debería dar el ejemplo a su hermana menor y ser una mujer como ella había venido al mundo y no comportarse como hombre 
Fue a la cocina por un vaso de agua. 
 -¿con quién saldrás?. -  escucho a su padre desde la puerta de la cocina. 
Era raro verlo en casa a esas horas, cuando debería estar en el trabajo. 
 -iré a casa de Gabriel a terminar el trabajo de Literatura que nos mandó el profesor Richmond. - contesto sorbiendo el líquido del vaso. 
No mentía en gran parte, iba salir, pero no iría a casa de Gabriel, quería relajarse un poco, alejarse un poco de la casa y los problemas, además que vendrían visitas; sus primos los revoltosos con sus fastidiosos padres, no quería estar cuando ellos llegaran. 
  - Deberías recordar que tus primos vendrán hoy - mencionó con una mueca. - Además ya te había dicho que no te juntaras con ella o esa te pegaría su anormalidad - pronunció con disgusto. 
Miró mal a su padre, eso también no le gustaba de ellos, ellos eran homofóbicos y unos racistas de dobles caras y a su hermana se lo estaba pegando, su forma de criarla no era lo correcto, solo era una niña de 5 años pero con una inteligencia muy grande, lo que puede absorber todo en su pequeña cabecita. 
- Eso no es mi problema, son ustedes quienes los invitaron no yo y no cambiaré a mi única amiga porque ella sea Lesbiana, es la única que si me entiende. – guardó el vaso después de lavarlo. 
Salió de la cocina con el ceño fruncido y una mueca en los labios, volvió a su cuarto por su mochila con algo mas que sus cosas de la escuela que estaban en la cama; había colocado dentro su celular, la computadora donde siempre escribía, un libro para leer por si se aburre, sus auriculares, un saco extra por si el clima empeoraba, aunque no creía mucho que pasara. Miró alrededor para no olvidarse nada y se echó la mochila al hombro, volvió a bajar al primer piso y sin avisar que se iba salió de la casa, aunque no se salvó de ver el auto de sus tíos estacionarse frente a la casa, sus tíos salieron primeros con la cabeza en alto, vio también a sus primos de 10 años. Con el fastidio en su cara se alejó de la casa. 
Su caminata la llevó a la plaza donde se acercó al gran árbol de roble, había unas cuantas bancas alrededor para que las personas pudieran sentarse bajo el árbol, acto que tomó, dio un respiro largo sintiendo el fresco pasar por su nariz, sonrió al sentir la paz en su ser, amaba ese lugar por el roble, era como si este mismo te tranquilizara. Sacó de su mochila el celular junto a los auriculares cual lo conectó directo, se los puso para poner en el celular su música favorita, DOMELL, una banda nueva de rock. Sacó la computadora, no se preocupaba si le robaran, la seguridad de hoy en día era muy buena. 
Se la pasó escribiendo, era su rutina diaria para relajarse, algunas veces lo hacía en casa, otras en la plaza o en el centro de la ciudad tomando un café, no era común ver a una niña sola por la calle y tomando café, muchas mujeres criticaban que donde estaban sus padres, por que los dejaban solos etc, etc y era molesto escucharlos, ella era bastante grande para cuidarse sola. 
Últimamente le encantaba escribir, comenzó en un pequeño cuaderno ya que esa ves no tenía computadora, le facino tanto que al tener su laptop en su cumpleaños, lo publico en una página de confianza, los estafadores era comunes en todo el mundo, los espectadores subieron a montón que su libro terminó vendiéndose, cosa que le sorprendió por que sólo era un libro de 40 capítulos. 
- Disculpe señorita. – alzo la mirada del computador encontrandoce con un anciano de mediana edad, su mirada verde bosque le incómodo mucho. 
- ¿Que decea señor? – preguntó cerrando la computadora. 
- ¿Sabrías donde queda la calle Lombard?. – Se quedo mirando al anciano por un momento antes de señalar. 
- Son dos manzanas, derecho señor. – respondió. 
Bajo la vista para guardar su computadora todabia con la mirada del hombre sobre ella y la incomodidad seguía hay. 
- Oh bien, muchas gracias señorita. – hablo el anciano con una sonrisa, giro para irse pero quedo parado a la mirada. – Ten cuidado con el o terminarás en la oscuridad. 
Tan rápido como escuchó esa frase alzó la mirada, encontrándose sola, el anciano había desaparecido de la nada como si no ubiera estado frente a ella. Volvería a casa y se encerraria en su cuarto para poder pensar en lo que había pronunciado el viejo.




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