Era una vez en un pueblito de Oregon, un grupo de amigos recién llegados, iban en un coche de pintura desgastada, partes gris y partes azul oscuro, recorriendo las calles silenciosas en busqueda de donde dormir. El coche era manejado por un chico alto y apuesto, de copiloto un castaño de altura mediana, por ultimo atras habia un rubio alto y pecoso acompañado de una chica de mas o menos 16 años. Uno de los cuatro amigos que estaba viendo su apuesto rostro por el espejo retrovisor, ve en el la silueta de una persona, a su izquierda, esta es media deforme, pero el no le dio importancia. Luego de un viaje largo llegaron a un barrio, este menos iluminado, con muchos arboles, bastante niebla, y edificios no muy altos. Los chicos se bajaron con sus ultimos alientos, ya que estaban muy cansados. La noche oscurecía cada vez más rápido y ellos aun no encontraban ningun motel.
Albert un chico bastante estudioso, el típico nerd de la escuela, con anteojos y brackets, rubio y alto, de unos 17 años, vio una casa blanca con enormes manchas de humedad. De pronto se abre la puerta y una vieja, con pelo gris y despeinado, tenia puesto un saco desgastado, era baja y jorobada la pobre llevaba puesta dos chinelas diferentes, uno de los muchachos medio extrañado por su presencia nota este dato e intenta contener la risa; la señora afirma ser la dueña del motel y que los estaba esperando, ellos entran por un pasillo angosto. Las habitaciones eran pequeñas y lo mas raro es que eran los únicos en hospedarse ahí, así que eligieron la mas grande, con dos camas y un sillón cama, en este dormían Emma y su hermano Juan.
Todo estaba oscuro y silencioso los chicos ya se habian dormido y Emma se había levantado a agregar un vaso con agua, de pronto se escuchan ruidos detrás de la pared, estos aumentan y a ella se le cae el vaso con agua del susto, sin pensarlo mira a la ventana y ve una silueta alta y flaca, con brazos delgados y largos, deforme, toda en curva de un negro intenso, esta vez tiene algo en la mano... un vaso el mismo de Emma, pero esta intacto. Emma desvía su mirada al suelo y ni un pedacito de vidrio. Cuando sus ojos vuelven a mirar a la silueta, esta también había desaparecido. Con mucho miedo Emma se da la vuelta... UNOS OJOS ENORMES, REDONDOS Y DE UN ROJO INTENSO choca contra ella. La mismísima silueta la atrapa, Emma grita y patalea, pero nadie la escucha. Ni su hermano ni sus amigos despiertan. La silueta se lleva el alma de la joven y esta siente como su vista se esfuma, sin poder ver a los demás. Nadie sabe el final de la historia, ni nadie sobrevivió para contarla. Esta anécdota y muchas más cuentan como viste la muerte y como se lleva a sus victimas.