—Así que todo se reduce a eso, ¿verdad? —susurró Harry—. ¿Sabe la varita que está en tu mano que su último amo fue desarmado? Porque si lo sabe... yo soy el auténtico amo de la varita de Sauco.
Un rayo rojo estalló repentinamente cruzando el cielo encantado sobre ellos cuando el borde del sol deslumbrante apareció sobre el alféizar de la ventana más cercana. La luz golpeó ambas caras al mismo tiempo, haciendo que la de Voldemort pareciera repentinamente un borrón llameante. Harry oyó a la voz más aguda gritar y también el gritó esperando lo mejor, apuntando la varita de Draco.
—¡Avada Kedavra!
—¡Expelliarmus!
La explosión fue como el disparo de un cañón, y las llamas doradas que estallaron entre ellos, marcando el centro del círculo que habían estado trazando, en el punto donde los hechizos colisionaron. Harry vió el rayo verde de Voldemort encontrándose con su propio hechizo, vio la varita de Sauco volar alto, oscura contra el amanecer, girando por el techo encantado como la cabeza de Nagini, dando vueltas a través del aire hacia el amo al que no podía matar, que había tomado posesión absoluta de ella al fin. Y Harry, con la habilidad infalible de un Buscador, cogió la varita con la mano libre mientras Voldemort retrocedía, con los brazos abiertos y los ojos escarlata de pupilas verticales mirando hacia arriba. Tom Riddle golpeó el suelo con mundana banalidad, su cuerpo débil y encogido, las manos blancas vacías, la cara de serpiente vacía e ignorante.
Lord Voldemort estaba muerto, muerto por su propia maldición rebotada, y Harry estaba en pie con dos varitas en sus manos, mirando al cadáver de su enemigo.
Voldemort no sintió nada más que el golpe seco y frío de la muerte.
Frío, desolación y eco. Mucho eco.
Y ahí lo supo, nada había servido para nada. El mundo iba a seguir su curso natural, aquellos que habían estado de su lado, con su muerte, se resignarían a una vida común.
Patético.
Todo lo que había hecho por ellos y así le pagarían.
Nadie más seguiría sus ideales, nadie más compartiría su manera de ver el mundo.
Estaba solo.
Para siempre.
Dentro de la penumbra comenzó a distinguir una voz, un diminuto susurro, apenas audible. Intentó percibir de dónde venía, sin embargo, no pudo. Estaba congelado, paralizado.
¿Estaba realmente muerto?
Luego empezó a ver una luz, una pequeña luz blanca que cada vez se hacía más grande. Era como si la luz estuviese intentando llegar hacia a él.
Sentía tantas emociones y tenía tantas preguntas.
¿Sería el cielo?
¿La paz eterna por fin llegaría?
Y la verdadera pregunta.
¿Él merecía ir al cielo? ¿Llegar a la paz eterna?
¿Después de todo lo malo que había hecho, tantas torturas, tantos lamentos, tantas muertes que había causado?
Sólo había una manera de averiguarlo.
La luz finalmente llegó a él.
. . .
Tom Marvolo Riddle volvió a respirar.
Abrió lentamente los ojos, como alguien que ha dormido todo el día y se despierta desorientado.
Sólo que era como si hubiese estado dormido por años, por toda una vida.
Estaba en una habitación, acostado en una cama, en las mazmorras.
En la casa de Slytherin.
Lo primero que pensó fue que había sobrevivido.
Tal vez sí había logrado vencer a Harry Potter, sus seguidores se habían tomado Hogwarts en su totalidad y luego lo habían llevado a las mazmorras para que descansara.
Sin embargo, se sentía diferente.
Se levantó de la cama, frotándose los ojos y dirigiéndose al baño.
El verdadero asombro llegó cuando se miró al espejo.
¡Por Salazar Slytherin!
Era más joven ahora. Algunos mechones de su cabello castaño oscuro caían sobre su rostro, algo de acné se veía en su cara debido a los efectos de la adolescencia. Y también tenía puesto el uniforme, con su insignia de prefecto reluciente.
¿Qué mierda estaba pasando?
Se echó agua en su cara repetidas veces, se pellizcó los hombros, brazos y mejillas.
Todo se sentía real, esto no era un sueño.
Salió de la habitación, esperando conseguirse a alguien de paso.
Sin embargo, eso no pasó. La sala común de Slytherin estaba completamente desolada.
Salió de su sala común, con su varita en mano.
Tal vez era una broma, una de muy mal gusto. Tal vez lo habían hechizado mientras estaba durmiendo. Aunque tal vez, si era cierto que había sobrevivido, pudo haber vuelto en esta forma.
Editado: 22.02.2021