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CAPÍTULO 14 | ¿Quién ganará, quién vivirá?

ZAYN

—Iré a buscar a Maia—anunció Esther, incorporándose.

No tardó en alejarse, en entrar a la casa, y mucho menos tardamos nosotros en escuchar su grito. Heather fue la primera en reaccionar, se incorporó y no nos esperó, corrió hasta entrar a la casa. Aarón y yo la seguimos al instante, Daniel se tomó su tiempo. Atravesé la puerta, vi que Esther permanecía inmóvil entre los sillones observando algo. Antes de alcanzarla, observé el reloj. Tan sólo había pasado una hora. Caminé hasta estar al lado de la castaña, Esther, y lo que vi me tomó por sorpresa.

En el pasillo, no tardaron en aparecer Victoria y Maia. Ambas tenían en sus manos las mismas cajas que había ahora sobre una mesa entre los sillones que no estaba antes. Las manos de Victoria estaban heridas y sangraban, pero a ella no parecía importarle. Se acercó a la mesa y tomó las cajas, me lanzó la primera a mí y luego las siguientes a los demás.

—Ábranlas—nos ordenó cuando ya todos teníamos una. Lo hicimos al instante—. La luz revelará el mensaje.

Retrocedió, hicimos lo que ella dijo por más que ninguno supo a qué mensaje se refería, y en cuanto la luz tocó el extraño papel que se encontraba dentro de las cajas, un par de letras comenzaron a aparecer casi por arte de magia. Formaron frases, y tuve que esforzarme para poder leerlo.

Maia comenzó.

Yo proseguí:

Sabemos que tienes miedo,

sabemos que estás aterrado,

pero tu miedo no será aliviado,

no mientras te encuentres de nuestro lado.

Alcé la mirada y observé a Victoria. Ella se limitó a ladear la cabeza en dirección a Heather. La pelirroja comenzó a leer.

Cada uno, con el otro,

a una puerta deberá correr,

cada vez que el día se vuelva oscuro,

para a su mayor miedo vencer.

Aarón no tardó en seguirle.

Por la apariencia no te dejes engañar,

porque incluso el más pequeño,

el que crees idiota y débil,

al suelo te puede tirar.

Esther vaciló, acercó la caja a su cara y frunció el ceño.

Te tirará al suelo,

se reirá de tu miedo,

porque a pesar de su imagen,

es un mundo entero.

Daniel no miraba la caja, estaba recitándolo como si lo supiese de memoria.

Te lo advertimos antes,

lo repetiremos otra vez,

no te fíes de nadie,

pero apoya tu espalda en él.

Permanecimos en silencio. De repente, Victoria entendió que era la única que no lo había leído. Como Daniel, tampoco observó la caja. Lo recitó con lentitud, sin miedo. No vaciló ni titubeó.

La ayuda está en el otro,

solo no tienes que caminar,

hay bestias allá afuera,

ahí justo en la oscuridad.

Súbitamente, todos volvieron a observar las cajas. En cuanto yo lo hice, una nueva frase se dejó ver, ocultando la otra.

—¿Quién ganará, quién vivirá?—leímos todos al unísono.

Permanecimos en silencio, creo que ninguno supo cómo reaccionar. Había algo extraño en esas palabras, parecían ser para nosotros, pero, a la vez, tener un significado para otro detrás de cada verso. Era algo que teníamos que descifrar, pero no parecía tener ninguna respuesta, no en aquel momento, al menos.

Volví a observar a Victoria a la espera de que algo ocurra, que ella diga algo, que nos indique qué estaba por ocurrir. Pero no lo hizo, permaneció inmóvil con la mirada fija en la caja.

Suspiré, volví a observar la hora. 15:39.

En mi mente se repitió la última pregunta, pero no era mi voz la que la murmuraba, una y otra vez, sin cansarse...

—¿Qué mierda es esta?—cuestioné, dejando que la caja que tenía entre mis dedos cayera para luego aplastarla con el pie—. ¡No tiene sentido!

Ellos me observaron sin decir nada, como si estuviese loco. Reaccioné y entendí entonces que había aplastado la caja, y en cuanto levanté mi pie, ya no estaba allí. De repente todas comenzaron a desaparecer, se esfumaron como si fuesen parte del aire y nunca hubiesen estado ahí. No tuve miedo, por loco que suene. Sólo me resultó curioso, supe que estaban intentando enviarnos un mensaje, quizás una ayuda, y nosotros la estábamos rechazando.

—Victoria, tú eres la que sabe de esto—admitió Daniel, era la primera vez que hablaba desde que habíamos entrado. Me tomó por sorpresa—. ¿Qué significa?

La aludida lo observó con una mirada extraña, como si quisiese decirle sin palabras que ella no podía tener idea. La parte que ella había leído se repitió en mi mente, no pude evitar esbozar una sonrisa por mi parte. Le había llegado, podía sentirlo, por eso estaba apretando los puños con fuerza por más que ya no tuviera la caja entre sus dedos. La sangre caía, tenía varias cortadas, pero Victoria pasaba de ellas como si el dolor no estuviese ahí. En definitiva, el dolor estaba en otra parte, estaba en las palabras que ella sabía que decían la verdad.



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En el texto hay: misterio, amor, terror

Editado: 07.02.2019

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