RICHARD
Las luces se apagaron en la casa, pero de todas formas observaba con claridad, sin ninguna dificultad, que ninguno se movía. La hora había llegado, por fin era medianoche. El reloj comenzó a emitir un sonido, inundó la habitación y todos podían oírlo. Tic, toc. Tic, toc. No iba a detenerse. Acerqué mis dedos al teclado y comencé a escribir.
—¿Quién ganará, quién vivirá?
Ellos lo escucharon y no tardaron en comprenderlo. Victoria fue la primera en reaccionar, tomó a Heather del brazo y la incorporó. No podían ver nada, tampoco sentían nada. Sabía que el miedo del primer día los estaba paralizando. No podían esperar algo porque no tenían idea de qué esperar, lo tenía a mi favor.
Lancé una risa ronca. A mi lado Chase, mi hijo, tomó aire.
—No seas... quiero decir...—intentó decirme, vi cómo su preocupación se reflejaba en sus palabras—. Ya tienes la herramienta, no juegues mucho con ellos, sólo haz que pase de una vez.
Ignoré sus palabras como si no hubiesen sido sugerencias, y al instante las luces en la casa comenzaron a parpadear. Victoria obligó a todos a incorporarse y prestar atención. La puerta que ellos no podían ver pero que se encontraba en la pared se abrió, ellos no lo notaron, pero sí lo escucharon.
Un gran cuerpo se deslizó hasta entrar a la casa. Llevaba el rostro escondido tras una capucha y en la mano un cuchillo. Las luces titilaban, la horrorosa imagen de la figura desconocida los aterró a todos. Victoria no se inmutó en cuanto lo vio, supe que ella podía descubrirlo así que obligué a la herramienta a ser cuidadosa.
La herramienta de medianoche iba a ser mi método ese día, era el primero y para iniciarlos tenía que hacerles conocer el terreno en el que estaban parados, hacerles tener miedo de lo desconocido. Era fácil, ninguno era tan fuerte como para querer pensarlo. Porque de eso se trataba: se la mente. Todo siempre estuvo relacionado con ella. Si tan sólo lo hubiesen tenido en cuenta...
—¿Alguna sugerencia, Victoria?—gritó Zayn, alterado.
La herramienta comenzó a jugar con el cuchillo que tenía, entre sus dedos lo hizo girar y cuando menos lo esperaban lo alzó para clavárselo en el pecho. Oí gritos, vi cómo la pelirroja intentaba abrir la boca para gritar, pero ningún sonido salía de ella. Era afonía, la castaña lo había adivinado, pero todos la habían ignorado. Yo no. Yo iba a tenerlo en cuenta a la hora de repartir los roles.
—No va a haceros daño—respondió Victoria—. Ya os lo dije, no se trata de huir sino de enfrentar. No va a irse hasta que lo hagamos.
El cuchillo salió del cuerpo de la herramienta, estaba cubierto de sangre. Ninguno de ellos lo vio, pero esbozó una sonrisa a la par mía.
—Pero ¿qué es eso?—volvió a gritar Zayn, sus dedos temblaban, noté que comenzaba a sentir que la vida se le escapaba de las manos. Un ataque. La ansiedad. Estaba tocando su punto débil—. ¿Por qué no muere?
—Es...—la mirada de Victoria se ensombreció, observó fijamente a la figura masculina mientras esta comenzaba a moverse, a acercarse a ellos—. Es la herramienta. La herramienta de medianoche.
—¡No!—grité.
—Te dije que iba a recordarlo—gimió Chase.
Volví a ignorarlo, me estaba enfadando. Victoria no debía recordarlo. La herramienta lo sintió, dejó de avanzar con lentitud y se echó a correr. Todo el grupo lo esquivó, se hizo a un lado, pero pudo tomar a alguien del cuello. Alzó a Heather y esta intentó gritar, zafarse, pero nada pudo salvarla. La herramienta tomó el cuchillo con fuerza y lo introdujo en su costado izquierdo, Heather perdió el control y luchó, claro que lo hizo, pero la afonía era más fuerte que ella.
Victoria no tardó en reaccionar, pateó a la figura con fuerza y consiguió que esta suelte a Heather, la cual cayó al suelo. Se volvió para enfrentarla, Victoria no retrocedió. El reloj de fondo podía seguirse escuchando, supe que Zayn podía oírlo en cuanto mi mirada se posó sobre él, sus manos temblaban y sudaban, estaba volviendo a susurrar una y otra vez las mismas palabras.
—Miedo, ansiedad, nervios...
Era su control, era lo que lo salvaba.
Maia corrió hacia Heather, esta si podía gritar y lo hizo en cuanto la alcanzó y la sangre de su amiga cubrió sus manos. Victoria y la herramienta seguían luchando cuerpo contra cuerpo, la primera llevaba la ventaja, tanto que tuvo la oportunidad de quitarle el cuchillo y tirárselo a los pies de Aarón.
Me reí.
—¡No es real, Aarón!—gritó Victoria, de un solo movimiento consiguió unir ambos brazos de la herramienta tras su espalda y esta ya no pudo zafarse—. ¡Apuñálalo!
Aarón cogió el cuchillo con miedo, sus dedos no podían tomarlo con seguridad. Tenía en frente a la herramienta, la cual tenía quizás el doble de su estatura y musculatura, pero de todas formas no veía la disposición en su mirada. No iba a hacerlo.
Editado: 07.02.2019