Jared-
"Bienvenido a Santa Barbara".
Llevo dos horas con doce minutos conduciendo, tratando de mantener mis pensamientos y emociones al margen, pero en el momento en que ese letrero llegó a mis ojos mi seguridad flaqueo.
¿Debí de pensar con más detenimiento las cosas? ¿Debí de venir? ¿Ella estará aquí?, Nada me asegura de que este aquí, no tengo certeza de que justo hoy haya venido como me prometió hace varios años. Entonces ¿Por qué estoy aquí?, Eso me pasa cuando no pienso las cosas, ese es el efecto que tiene ella en mi, no me deja pensar y me hace ser impulsivo.
Las tiendas y las personas comienzan hacerse presente, suponiendo que ella esté aquí no se en dónde podré encontrarla.
Me estacionó en frente de una cafetería, agarró mi teléfono y comienzo a buscar los lugares turísticos que tiene Santa Barbara.
No, ella no es ese tipo de persona a las que les gusta estar rodeada de multitudes. Busco en la galería nuestra foto, observó lo hermosa que se veía con su cabello despeinado y su sonrisa sincera, ese día fuimos a una playa que quedaba en la otra punta de la cuidad, muy poco concurrida por lo distante que quedaba, ese día me dijo que esa era su playa favorita de todas las que habíamos visitado.
Pongo el auto en marcha, puede que esté justo en esa playa, donde fuimos felices, dónde ella fue feliz, con un poco de suerte puede que vuelva a verla, que vuelva a verla sonreír.
Si puedo hacerlo, puedo aguantar su rechazo, pasar todo lo que queda del día intentando que me hablé, hacerla reír como solo yo se hacerlo, y ella hacerme feliz como solo ella sabe hacerlo.
Aumento la velocidad, quiero estar con ella, quiero explicarle porque me fui sin decirle nada, porque la dejé y que maldición no quería hacerlo, quería que nos fuéramos juntos pero no lo hice, nunca le mencioné que me iba, nunca le pregunté si quería ir conmigo y sólo me fui como un cobarde y la dejé con el corazón destrozado.
Cuando nos encontramos hace dos años pensé que había ido hasta donde me encontraba para gritarme, decirme que era una mierda y mandarme al demonio, pero no, me sonrió y dijo que estaba feliz por haberme visto, por habernos encontrado y mi corazón aceleró su ritmo de manera inmediata. Pasamos todo ese fin de semana juntos, como los viejos tiempos, volví a sentirme vivo, volví a sentir que era mía.
Pero llegó el día de marcharme, ese día sí fui capaz de despedirme, ella me dedico una sonrisa triste y dijo que me cuidara, le asegure que así sería y sin pensarlo la besé.
Sin darme cuenta ya había llegado a su playa, la vez que vinimos no supimos su nombre así que la nombramos East Lansing como nuestra ciudad natal.
Estacionó el auto y me bajo lentamente, busco con la vista a alguna persona pero como supuse, estaba desolada. Cierro la puerta del auto y camino hacia la orilla. A la distancia veo una figura sentada en la arena, a medida de que me acerco puedo distinguir que es una mujer, pero justo cuando estoy a unos pocos pasos de ella es que la reconozco.
Me paralizó pero no apartó la vista de ella, está concentrada viendo las olas o el reflejo del cielo nocturno en el océano o simplemente pensando en cualquier otra cosa.
—Katherine —susurro. Los músculos de su espalda se tensan, como si reconociera mi voz —. Kat —digo más seguro. Camino para quedar al frente de ella, el cielo reflejado en sus ojos marrones es un espectáculo digno de ver pero que solo tengo la dicha de ser quien lo observé.
—¿Jared? —susurra. Su expresión me dice que no esperaba verme aquí —. Jared, ¿Qué haces aquí? —pregunta observando me fijamente a los ojos.
¿Qué debería responderle? Que vine para escapar de mi agobiada vida, que no estoy feliz a pesar de que cualquiera en mi lugar lo estaría, cualquiera estaría encantado de casarse con alguien como Lindsay, que mi mejor amigo me impulso a venir aquí, que quizás esta sea la oportunidad de despedirme para siempre de ella, o que el peor error que he cometido fue irme sin ella, que lo más idiota que he echo fue dejarla con el corazón roto, sin decirle porque me fui haciéndola sentir culpable cuando lo único que ha echo es hacerme feliz.
Me quedo observando sus ojos unos segundos, y luego detalló cada parte de su rostro. Sigue siendo esa hermosa chica que me cautivó hace años, con su inocente sonrisa y sus hermosos ojos.
Recuerdo cuánto me costó llegar a su corazón, hice cosas que nunca pensé que haría, dije palabras cursis e idiotas cuándo estaba con ella, en esos momentos no me parecían cursis o idiotas, me parecían las palabras adecuadas esas que podían expresar todo lo que sentía.
Me llene de valor para decirle tres palabras que podían hacer que gritará y se alejará definitivamente de mí, o lograrían que pasará el resto de la noche a mi lado.
—Vine a verte —digo tratando de ocultar mis nervios. Ella se queda analizando mis palabras, tratando de encontrar doble sentido tal vez o buscando una razón lógica de que quise decir en serio. Así que añado —. Vine a pasar lo que queda de la noche contigo.
—¿Por qué? —pregunta con un hilo de voz.
Al diablo con todo, voy a decir lo que en verdad siento, lo que en todos estos meses me he callado.
Tengo la oportunidad de hacerlo y está vez no le diré ninguna mentira ni mucho menos voy a fingir, está vez no voy a limitarme y le diré que la amo.
—Porque a pesar de lo lejos que este, de la distancia que hay entre los dos, siempre termino volviendo a ti —se sorprende por mis palabras —. Justo este día, 22 de septiembre, desde hace cuatro años siempre termino volviendo a ti.
—Jared yo... —hace una pausa —yo no pensé que estarías aquí, no pensé que vendrías hasta acá solo por mí, sinceramente vine hasta acá para no encontrarme contigo... —hace otra pausa. Okay eso dolió —Pero por alguna razón siempre terminas encontrándome y sabes que, está vez me alegra que lo hayas hecho —se levanta de la arena —. Y ahora vamos, tenemos toda una noche para estar juntos. Entonces, ¿Qué hacemos primero? —sonrió ante su cambio de opinión. Si solo supieras cuánto te extrañe.