Después de lo sucedido la semana pasada con el Ent, estos días fueron tranquilos, no hubo rastro de Charles ni de ningún ataque demoniaco extraño.
Estaban Eric y Katherine sentados en el sofá viendo una película policiaca en la grande pantalla que tenia Katherine en su apartamento. Era la primera vez que Eric pisaba el apartamento de alguien que no fuera la suya, no había tenido oportunidad de visitar a sus compañeros hasta ahora. Aunque viendo el apartamento de Katherine, Eric se dijo a si mismo que era mejor verla allí que en su apartamento, que era oscuro y que no estaba tan bien decorado como la de ella. Ese pensamiento se interrumpió cuando sonó el típico sonido del microondas avisando que ya había acabado de calentar lo que fuera.
– Voy yo – dijo Eric levantándose del sofá y dirigiéndose a la cocina.
Entró en la pequeña cocina y se dirigió al mueble donde estaba el microondas, lo abrió y sacó la típica bolsa de palomitas que se hacían en el electrodoméstico. Lo puso en la encimera y sacó de un mueble un bol de cristal lo suficientemente grande como para echar todas las palomitas. Mientras lo hacía, sonó el teléfono de Katherine. Automáticamente, Eric se paró un segundo, pero cuando vio que la melodía había parado, siguió echando las palomitas en el bol. Una vez acabado, Eric se dirigió al salón con las palomitas en las manos.
– Ya están listas – cogió Eric un puñado de palomitas y se las metió en la boca.
– Nos tenemos que ir – anunció Katherine mientras colgaba el teléfono y seguidamente cogía el mando para apagar la tele.
– ¿Qué pasa? – Preguntó Eric con la boca llena de palomitas.
– Al parecer han visto a un grupo extraño de seres adentrarse en un almacén a las afueras de Brooklyn. La directora quiere que vayamos a comprobarlo – dijo Katherine dejando el mando de la televisión en el sofá.
– ¡Por fin un poco de acción! – Se alegró Eric mientras cogía otro puñado de palomitas.
Katherine se acercó a él y le quitó el bol de las manos, llevándoselo a la cocina y dejándolo en un mueble.
– Preparémonos, hemos quedado con el equipo directamente en el almacén – le contó Katherine mientras salía de la cocina y se dirigía hacia la habitación.
Eric no tenía nada que prepararse, siempre llevaba encima la espada del cazador por si las moscas, pero tampoco le hacía falta, ya que podía sacar en cualquier momento la espada primigenia. Lo único que hizo para prepararse, fue acercarse a la percha para coger la chaqueta y ponérsela. Una vez hecho esto último, se quedó al lado de la puerta esperando a que Katherine saliera de la habitación.
Esperó un par de minutos hasta que por fin salió. Eric entendió el por qué había tardado tanto, se había quitado la ropa sucia que llevaba puesta y se puso ropa limpia, además de coger el cinturón en el que llevaba la espada. Sin decir nada, se dirigió hacia su posición y abrió la puerta que daba al pasillo.
– ¿Listo? – Preguntó Katherine esperando a que Eric saliera del apartamento.
– Sí, claro – asintió Eric mientras salía hacia al pasillo.
Detrás de él salió Katherine, que cerró la puerta y al instante se fueron al punto donde habían quedado con el resto del equipo.
Llegaron a una intersección entre dos calles en la que apenas había tráfico. Cruzaron por el paso de cebra hasta llegar a la esquina en dónde estaba el resto del equipo, que parecía estar preparándose para entrar en combate.
– ¿Qué pasa chicos? – Preguntó Katherine mientras se acercaba a Jake.
– El almacén está ahí – señaló Jake a un edificio a menos de 50 metros –. Dos equipos, uno por delante y otro por atrás.
– Me pido entrar por delante – habló Eric mientras hacía gestos de calentamiento.
– Yo entraré por detrás entonces – dijo Katherine sin remedio.
Stephen, Katherine y Derex cruzaron la calle y se adentraron por otra calle similar unos metros más allá. Entonces, y en cuanyo vieron a sus compañeros desaparecer, el resto del equipo se movió rápidamente hacia el almacén.
Cuando llegaron a la puerta, Jake fue el primero en entrar, siendo el último Eric. Nada más pisar el almacén, Jake hizo un gesto para que Sarah y Eric se escondieran detrás de una estantería. Ya que Jake parecía estar intentando escuchar lo que decían, pero Eric, intrigado y sin ver ni escuchar nada, se movió y se puso en la estantería que había en frente, pudiendo ver aquel grupo de diferentes especies, de las cuales conocía a todos. Aunque el colmo fue ver un minotauro, haciéndole salir corriendo del sitio que estaba escondido.
– ¡No puede ser! – Susurró Eric sin apenes creérselo.
– ¡Espera! – Gritó Jake alertado.
– Eh jefe, viene alguien por ahí – dijo una persona de estatura mediana y que su piel era de color azul marino.
El minotauro se giró y se quedó sin palabras al ver quien se trataba.
– Por las barbas de... – Pausó –. ¡Es el salvador!
Eric llegó justo cuando ellos se pusieron a hacerle una reverencia.
– Pero que... – Soltó Eric parándose en seco.
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Editado: 03.04.2024