Esta es la comida más incómoda que he tenido hace muchos años atrás. Miro a la familia. El niño tiene la mirada de un asesino en serie, la niña se encuentra sonriendo como una loca psicópata y la mujer tiene la mirada de una depresiva suicida. Los humanos son tan extraños. Aunque cabe mencionar que no solo ellos son los que están actuando raro, pues Adrien no ha mencionado palabra alguna desde que se ha sentado a comer y Gabriel ni siquiera ha probado bocado alguno.
—Señor Bell — la mujer deja su tenedor a un lado y me presta suma atención — ¿Cuándo vera a mi marido nuevamente?
—Esta misma noche — le respondo mientras me la quedo viendo — después de las nueve saldré a nuestro encuentro.
Ella asiente con la cabeza mientras sigue comiendo lentamente. La niña intenta buscarle conversación a su hermano, pero el joven se encuentra atento a cualquier movimiento en falso que alguien se atreva a hacer.
—Mientras se encuentre aquí — los tres se me quedan viendo — por su propia seguridad, es mejor que no salgan fuera de la mansión, ya que suelen andar otros lobos o vampiros a los alrededores — me llevo la copa de vino a mis labios.
Ellos asienten con la cabeza ante mis palabras. Luego de la conversación que he mantenido con aquel humano, he estado pensando en que es lo que hare con ellos. No los puedo tener en la mansión cuando todo el tema del rescate de comienzo, ellos no están a salvo aquí. Lo mejor es sacarlos del país un par de días, hasta que todo se calme y puedan regresar a ser una familia normal con Miguel. Todo esto lo tengo que hablar con él.
Media hora después, la comida llega a su fin y cada quien se encamina a diferentes partes de la mansión. Yo subo las escaleras hasta llegar a mi despacho.
—Vaya Dante — cierro la puerta a mis espaldas — humanos en la mansión ¿Qué diría nuestro abuelo si es que se llegara a enterar? — mi prima se encuentra sentada encima de mi escritorio jugando con una pelota que ahí había. No me toma mucho por sorpresa el hecho de que este aquí, ya que los he escuchado.
—Te haría acabar con sus vidas — una segunda voz se hace presente, pero esta es masculina. Mi primo se encuentra tendido en el sillón de tres cuerpos con sus ojos bien cerrados.
—¿Acaso ustedes irán a decirle? — camino hasta mi puesto habitual, ellos solo sonríen ante mi pregunta. Ruedo mis ojos un poco cansado.
Ellos dos son unos verdaderos idiotas, ambos sufren de la misma idiotez. Son hermanos después de todo, supongo que es normal.
—Claro que no — ríe Ashy — ¿Qué claro de primos nos crees? — ella ya se encuentra detrás de mi acariciándome mi cabello.
Chris ha tomado rápidamente asiento delante de mí, él tiene sus verdes ojos fijos en su hermana menor, la cual supongo aun sonríe. Mis primos son atractivos y hermosos ante la vista de cualquiera. Ellos son uno de los vampiros perfectos, pero solo en el sentido de hermosura, que es la que se supone que debemos tener todos.
Ashy tiene un atractivo increíble, uno que le sirve de mucho cuando tiene que infiltrase en búsqueda de información. Su cabello es de un color castaño claro, el cual le llega más debajo de sus pechos y es ondulado en las puntas, sus ojos color azules grisáceos causan admiración, pues no hay muchas personas en el mundo que tengan una mirada como la de ella, mide alrededor de un metro setenta, tiene unas buenas curvas. Mi prima tiene noventa y siete años, pero la joven solo aparenta diecinueve.
Mi mirada cae en mi su hermano, Chris. El chico también tiene ese característico atractivo que debemos poseer los vampiros, sobre todo los que somos de la familia Bell. Este joven ha conseguido suspiros de toda clase de mujeres, y de todas las edades. Su cabello es de un color castaño, un poco más oscuro que el de su hermana, y lo tiene arreglado, sus ojos son de un color verde intenso, el chico debe medir uno metro ochenta y nueve. Es de esos vampiros que no se conforman con el cuerpo que tienen, uno que en si ya esta bien formado por si solo. A Chris le gusta ir a hacer pesas o ese tipo de cosas de vez en cuando. Él es mayor que su hermana por dos años, pero aparenta solo veintitrés.
—Hemos venido a conocer a tu prometida — los ojos de Chris se iluminan ante sus palabras.
A pesar de la mirada de pocos amigos que ambos poseen, no son malas personas. Ahora que lo pienso bien, creo que son los jóvenes mas decentes que hay en mi familia. Ambos le tienen un cariño enorme a Shayla, la adoran y ella a ellos. Siempre se han llevado muy bien los tres.
—Pero cuando sentimos el olor de los humanos — Ashy cambia de posición y ahora se encuentra detrás de su hermano, tiene una sonrisa burlista en sus labios — pensamos que lo mejor era entrar sin recibir una invitación.
—Ella no se encuentra aquí... — ruedo mis ojos un poco cansado, no pensé que ellos vendrían a visitarme, hace unos cuantos años que no lo hacen, ¿por qué justo ahora?
—Pero ella no es la única que no se encuentra en la mansión — la mirada de Ashy esta fija en la mía, en ella se puede ver claramente la confusión y el enojo que esta experimentado en estos momentos — Shayla tampoco se halla aquí.