Al fin hemos llegado a la mansión, se suponía que el día de hoy sacaríamos a Shayla de donde se encuentra, pero nos hemos puesto de acuerdo con que lo llevaremos a cabo la misión mañana después del mediodía, que es cuando le dan una inyección, la cual causa que se duerman. Será perfecto traerla dormida. Apenas puse pies dentro de la mansión, le pedí a Aine que lleve el arma a un experto en ellas, quiero que me dé una fórmula para que las balas no nos lastimen. También envié a Riley a comprar unas rejas y amarres para mantener a Shayla en el calabozo, lejos de los humanos. Lejos de todos en realidad.
—Vamos, todos arriba, debemos ponernos al día con lo que haremos mañana — ordeno a la misma vez que miro de reojo al hijo de Miguel, el cual no me quita el ojo de encima —, niño — lo llamo — no intentes ir arriba e intentar oír lo que hablamos, pues somos todos vampiros y de buen oído.
Él se queda en silencio y sigue observándome, Ashy sonríe de medio lado y pasa por su lado acariciándole la cabeza. Todos subimos las escaleras e ingresamos a mi despecho.
— Miguel me dijo que hoy murió uno más de los híbridos, mato a dos guardias antes de que se fuera al otro lado. Me dijo que debíamos mantener a Shayla apartada de todos, pues es peligroso estar con ella.
— ¿Por eso las cadenas y demás? — mi prima deja sus piernas encima de las de su hermano.
Solo muevo mi cabeza de arriba hacia abajo. Nos ponemos de acuerdo en lo que haremos mañana. El plan principal es sacar al alpha y a Shayla a la misma vez, así podremos trabajar de mejor manera.
—Él estará débil, deben tener cuidado y tratarlo con delicadeza, lo más probable es que se sepa comportar mejor que el primer hibrido, pues es un hombre más sensato, también ya lleva años en ese estado — Gabriel mira el mapa que hay encima de mi escritorio y toma un plumón para marcar donde se encuentran los dos híbridos.
— ¿Quiénes van a ir a buscar al líder? — Ashy nos mira fijamente, esperando la respuesta.
—Yo quiero ir... — Chris levanta su mano y sonríe de medio lado — ¿vamos? — le golpea la pierna a su hermana.
—Claro — sonríe — ¡será entretenido, los hermanos Smith al ataque!
Verlos a los dos así, tan felices como hermanos, me hace recordar a mi familia. Me hubiera gustado tener un lazo con algunos de ellos, como ambos los tienen, supongo que el único lazo que tengo en mi vida es el que comparto con Gabriel. Me gustaría saber si el rubio está a mi lado porque de verdad siente el más ligero cariño por mí –lo sé, muy cursi- o si solo es costumbre lo que siente, lo cual le impide alejarse de mí. De todas formas, es imposible que la pregunta salga de mis labios, pues mi orgullo es grande.
—Entonces, los que vamos a ir al almacén seremos, Gabriel, Riley, Austin y yo. Ustedes dos irán por el lobito a las afuera de la ciudad — ordeno.
—Por cierto ¿Dónde está Austin? — el castaño arruga su frente.
Aquel hombre no se ha visto en todo el día en casa y a pesar de que yo no he estado mucho tiempo aquí, se bien que él no ha parado aquí.
—Luego de que ceno con nosotros se marchó... ha estado muy ocupado. Desde ayer lo está por lo menos — le responde el rubio. Gabriel siempre ha tenido una admiración especial ante el hombre que rescato a nuestra loba de las manos de salvajes vampiros. Ante sus ojos es un héroe, pero por más que lo vea así no es de los que van por ahí cubriéndolo, lo sé —, tendremos que hablar con él, no sé qué es lo que está tramando, pero supongo que no es algo muy bueno.
Todos nos quedamos en silencio. No quiero meterme mucho en el tema de Adrien, peor supongo que si hace algo que afecte al plan de rescate que tenemos hecho, lo pondré en su lugar. Poco me importa que sea el hombre que rescato a Shayla de la muerte.
El olor a Riley me llega, sin perder tiempo, ni decirle a los demás, salgo del despacho y llego a la entrada de la mansión antes de que la mujer entre a la casa.
— ¿Tienes todo lo que te he pedido?
—Lo he conseguido señor, no se preocupe de nada...
—Yo mismo me encargare de que las cadenas y demás quede bien instalado — tomo todas las cosas de sus manos y me marcho al calabozo.
Detrás de mí corre el niño de quince años e hijo de Miguel. Dice que me quiere ayudar y demás, lo amenazó diciéndole que este lugar no es el mejor para alguien como él, pero aun así no se despega de mi espalda. Bajamos la antigua escalera hasta que llegamos a un largo y ancho pasillo, en el cual a cada lado se encuentran celdas. En algunas de ellas se encuentran los humanos, la silla está en el mismo lugar en la que la dejamos, el cadáver ya no está. El hombre que nos dio toda la información del hibrido, se acerca a los barrotes y mira al joven que me sigue.
—Vaya... el hijo de Miguel es un traidor, también que su padre. No me sorprende, siempre fueron unos extraños y sensibles humanos. Nunca sirvieron como soldados del anciano.