#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 59

El camino nos la pasamos conociéndonos un poco más, besándonos de vez en cuando y guardando silencio apreciando nuestro momento a solas. Cuando llegamos a la manada, nos percatamos de que no somos los únicos ahí. Sand también se encuentra, pero no está solo, a su alrededor, hay unos cuantos hombres lobos más.

—¿Sabías de esto?

—Peter me ha enviado un mensaje — sonríe — quería que todos estuvieran aquí.

Me bajo del vehículo y me acerco al chico que destruyo la ventana de mi habitación. Nos saludamos de beso y nos quedamos viendo a nuestro alrededor. Hay jóvenes mayores que nosotros y hasta adultos. Nadie que aparente nuestra edad, ni mucho menos menores.

—Ya llegaran los demás — Peter se nos acerca, tiene una sonrisa satisfecha en sus labios — estoy seguro de eso. Encontrare de hallar la manera de hacer que los menores de la manada confíen en mis palabras.

El hombre nos ordena ponernos manos a la obra. Me separo de todos y camino hasta mi casa, la cual se encuentra de la misma forma que antes.

—¿Eres Shayla Astor? ¿verdad? — me giro al oír la masculina voz a mis espaldas.

Mis ojos se encuentran con los verdes de un chico de alrededor de unos diecinueve años. Su piel es morena, pero no mucho, su cabello es de color castaño oscuro, el cual, lo lleva bien peinado. Es alto, debe medir alrededor de un metro ochenta y cinco. No es muy musculoso, pero eso no quiere decir que se le vea un mal cuerpo. Tiene una sonrisa de medio lado en sus labios. Es atractivo ¿para qué negarlo?

—Ya sabía yo que no iba a poder olvidar nunca los ojos de la chica que me propino mi primer golpe — susurra mientras mete ambas de sus manos en sus bolsillos delanteros de su gens azul.

—Lo siento…

—Eras más pequeña que yo en ese entonces — me interrumpe — soy Steen Lessin — se pasa su lengua por sus labios, humedeciéndolos un poco — el chico que golpeaste el día de la masacre por decir que tus ojos eran lindos — hace una mueca y una sonrisa aparece en mis labios.

—Ahora sé quién eres — rio mientras me cruzo de brazos — el chico acosador.

—¿Acosador? — levanta una de sus cejas.

—Si — asiento con la cabeza — pues ese día te acercaste demasiado a mi rostro para verme los ojos. Merecido te tenías el golpe — el ríe ante mis palabras.

Separa sus labios para decir algo, pero el grito de un chico llamándolo lo detiene.

—Supongo que debo irme — susurra — fue un gusto volver a verte Shayla — da un paso hacia delante, pero tras dudar unos segundos, decide marchase sin más. Supongo que quería despedirse con un beso de mejillas y se ha arrepentido.

Me lo quedo viendo aun con la sonrisa en mis labios ¿Quién pensaría que me lo volvería a encontrar?

No regreses a esa etapa de tu vida en la que te enamorabas de todos los chicos que veías — susurra Lara dentro de mí, eso causa una carcajada de mi parte — ya tenemos a Dante, no necesitamos a nadie más.

Mi loba tiene razón. Con Dante no necesito mirar a ningún joven más. En nadie encontrare la mirada encantadora del chico. Con ese pensamiento, me apresuro a entrar a la casa. Todos los muebles están destruidos, el suelo está sucio y han comenzado a salir hongos en las paredes. Al dar dos pasos hacia delante, un ave sale disparada por mi cabeza, al parecer ella ha hecho su nido por aquí, pues en alguno de los muebles hay mucho de su excremento. Trago saliva con dificultad. Las ventanas están rotas, las cortinas comidas por las polillas y el suelo rechina cuando uno pasa por encima de él.

La casa no está en las mejores condiciones.

Subo las escaleras mirando los cuadros familiares que a mi madre tanto le gustaba que nos tomáramos. Solía decirnos que la mejor forma de guardar un recuerdo es atreves de una fotografía, ya que cuando la viéramos, recordaríamos todo lo vivido aquel día.

Al llegar a la planta de arriba, me encuentro con un pasillo con las paredes manchadas, pero entre toda esa mugre, se puede apreciar los dibujos que hacíamos cuando nadie nos estaba viendo. No entro a las habitaciones de mis hermanos, ni mucho menos a la mía. Me encamino rápidamente a la de mi madre. El olor que hay acá es de humedad, un aroma asqueroso. El cuarto está a oscuras, asique me apresuro en abrir las cortinas. Me quedo viendo todo con sumo cuidado. Las imágenes pasan por mi memoria como una película. Las lágrimas comienzan a bajar al sentir ese dolor en el pecho. La muerte de mi madre la tengo asumida, pero me duele y mucho. Me dejo caer en el sucio suelo mientras escondo mi cabeza en mis piernas.

No sé cuánto tiempo paso así, pero no me levanto hasta que veo pasar una araña delante de mis pies. Me limpio mis lágrimas, me sorbo los mocos y me pongo de pies.

—Tengo que limpiar… — susurro.

Teniendo en cuenta que nada de las cosas que aquí hay sirven, me dirijo a la camioneta de Enzo, en la cual han puesto en la parte de atrás puras cosas de aseo.

—Shayla… — Dante se hace presente — ¿todo está bien? — me pasa su pulgar en mi mejilla, las cuales se sonrojan rápidamente y me alejo de él, miro hacia mi lado y me encuentro con la atenta mirada del dueño del vehículo.




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