Pov’s Gabriel.
A pesar de que no encuentro cerca de la pelinegra, siento con fuerza el olor a aquel joven lobo, el mismo que me observa fijamente a los ojos ¿acaso no sabe quien soy? Por la forma en la que se encuentra de pies, me deja a entender que el chico no es de luchar muy seguido, de hecho, me sorprendería bastante si es que pudiera tocarme un dedo. No se si este joven se ha acercado a la loba, si es que le ha puesto mano encima, pero, aun así, el olor que ella desprende es demasiado fuerte como para que solo se hayan mantenido a una distancia elevada.
—¿y quien se supone que eres tú? — mi mirada esta fija en sus amarillos ojos.
—Eso no es de tu incumbencia — él da dos pasos hacia al frente, una sonrisa aparece en mis labios y siento como mis colmillos crecen un poco. Los lobos siempre quieren impresionar a las mujeres haciéndose los machitos, que patéticos.
Shayla, al notar mis intenciones de caminar hacia el joven, se pone justo en medio de los dos, para que de ese modo mantengamos la distancia. Ella me escanea con sus ojos amarillos y me lanza un gruñido en forma de advertencia. Su comportamiento no me gusta ¿Quién es él? ¿de donde se conocen? ¿Por qué lo está defendiendo?
—Vámonos — ordeno a mientras retrocedo dos pasos — nos están esperando en casa — me giro dándole la espalda a ambos lobos.
Dejo mis manos ocultas en los bolsillos delanteros de mi pantalón, giro levemente mi cabeza para ver que es lo que están haciendo los lobos, Shayla se encuentra mirando al chico, supongo que le debe estar diciendo algo por la mente, mientras que él la observa con deseo. Mis colmillos salen a la luz mas rápido, esa mirada no me gusta para nada. Cuando los dos dejan de hablar, ella se gira para verme y se acerca hasta donde yo me encuentro.
—Lobito… espero que por tu bien te mantengas alejado de Shayla, si no me haces caso, te arrepentirás. Los vampiros amamos asesinar a novatos — le doy una sonrisa mostrándole mis colmillos, noto como su cuerpo se tensa. Perfecto.
Los dos salimos corriendo en dirección a la mansión de Dante. Shayla es un poco más rápida que yo, pero solo me pasa por unos cuantos pasos, nunca es por más, no como Dante, el cual ya me ha dejado varias veces atrás. Cuando llegamos, nos detenemos juntos en la entrada, la puerta principal se abre y de ella sale la rubia meneando sus caderas. Ruedo mis ojos y hago una mueca de asco. Detesto a esta mujer.
—¡Vaya! — se lleva ambas de sus manos a sus labios y reprime un grito mas grande, se acerca rápidamente a Shayla y pasa sus manos por el suave pelaje de la loba — jamás había visto un lobo de tan cerca, mucho menos vivo. Mi sueño era tocar el pelaje de uno — el cuerpo de la loba se tensa y puedo apreciar como arruga su hocico, ella odia que las personas hagan eso. Sin más, sigue su camino hasta dentro de la mansión.
—Parece que no le ha hecho mucha gracia que la acaricies — susurra mientras sacude sus manos, como si el pelaje de la loba estuviera sucio o algo por el estilo. Su mirada se queda en mí, tiene una sonrisa malvada en sus labios.
Al principio, cuando llego, creí que seria alguien de buen corazón, que no se le subirían los humos a la cabeza por ser la futura prometida de Dante, pero vaya que me he equivocado. Cuando el señor Bell se refirió a Shayla como una mascota y ella sonrió con malicia, supe enseguida que era alguien en quien no se puede confiar. Es igual a Drácula. No soy de tratar mal a las mujeres, pero esta rubia es una maldita perra sin corazón.
—Tengo asuntos importantes que atender — ruedo mis ojos y camino en dirección a la mansión.
—¡Gabriel, espera!
De malas ganas me detengo y me giro para verla, aun tiene esa sonrisa en sus labios y en sus ojos se refleja con claridad la maldad. Sospecho que nada muy bueno va a salir de su boca.
—¿Qué quieres?
—Dime… — se pasa una de sus manos por su cabello ordenándolo un poco — ¿acaso te gusta la loba?
Sonrió ampliamente mostrándole mis afilados dientes. Sin que ella se percate, me acerco y le tomo su mentón para que me mire directamente a los ojos, es un poco mas baja que yo, pero no tanto como Shayla. Huele bien. Su corazón se agita un poco por el sobresalto que le he hecho pasar.
—Mailen quiero aclararte algo — susurro muy cerca de su rostro — si fuera como tu dices, y sintiera algo por Shayla, no es de tu incumbencia. Tengo muy en cuenta de que eres la prometida de mi mejor amigo, pero eso no te da derecho a hacerte la dueña de casa. No te metas en cosas que no son de tu incumbencia — me acerco mas aun a ella, nuestras respiraciones se juntan, mi sonrisa se hace aun mas grande y peligrosa — una cosa más, si llegas a causarle algún daño a Shayla, por más mínimo que sea, hare que pagues. Te hare sufrir como nunca nadie lo ha hecho.
Le suelto el mentón de forma burlista, le guiño un ojo y me doy la vuelta lentamente para marcharme. Antes de que mis ojos se desconecten de los suyos, me percato de la mirada aterrada que me da, pero también mezclada con odio. Eso es lo que quería ver. Deseaba que esta rubia me tenga miedo y a la misma vez me odie, de esa forma tomara mis amenazas mas enserio que las de Dante.