#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 13

Pov’s Shayla.

No soy una persona que va por el mundo odiando a las personas, pero a esta rubia la aborrezco con todo mi corazón, si pudiera le arrancaría su cabeza de un mordisco. Me convierto en humana y en ropa interior camino hasta mi closet, saco una muda de ropa y alguien entra a mu habitación de golpe. Me giro para ver al intruso, la ruda mirada de Dante recorre todo mi cuerpo hasta que llega a mi rostro, el cual se encuentra rojo de la vergüenza. Cierra la puerta de un movimiento y se acerca a mí, yo por mi parte retrocedo hasta chocar con la puerta del armario. Siempre logra acorralarme. Sus ojos grises se ponen mas oscuros que de costumbre, eso no me gusta mucho, pue me deja en claro que se encuentra cabreado.

—Dime Shayla ¿con quien estabas? — escanea todo mi rostro — ¿y porque te has ido tan lejos de mis terrenos? ¿acaso ya has olvidado lo que ha pasado hace solo unos días atrás?

Si hace solo unos segundos me encontraba molesta con todos, ahora ya no lo estoy, de hecho, ni siquiera recuerdo cual fue el motivo de mi ira.

—Yo… — trago el nudo que me ha formado en la garganta, estar tan cerca no me queda pensar con mucha claridad. Mi corazón se encuentra latiendo fuertemente, lo cual me hace imaginar que en cualquier segundo saldrá disparado de mi pecho. Una punzada se hace presente en mi estómago, debido a los nervios que siento por su cercanía — bueno yo… — vuelvo a balbucear.

El chico al percatarse de mis nervios y de lo cerca que nos encontramos, bufando se da la vuelta alejándose unos cuantos pasos. Mi corazón se relaja y mi respiración se calma, tomo un poleron que se encuentra en el suelo para poder cubrir un poco mi cuerpo.

—Lo siento, sé que no debí haberme alejado mucho de tus territorios, pero necesitaba estar sola. Aparte, quiero recordarte que cuando me atacaron, estaba en la seguridad de tus tierras — puedo ver claramente como su espalda se tensa, mi comentario no le ha gustado para nada.

El chico deja que una risa ronca se escape de sus labios a la misma vez que se gira para acercarse a mi y acorralarme una vez más. Deja una de sus manos al lado de mi cabeza, impidiendo de esa manera que pueda huir por ese lado, la otra mano la tiene oculta en el bolsillo delantero de su pantalón.

—Pero te recuerdo que llegamos justo en el momento que susurrabas mi nombre para que acuda a ayudarte — sonríe con maldad, mientras que sus ojos brillan con maldad — te has ido a un terreno donde se suelen hacer emboscadas, uno al que hubiera costado mucho poder ir a ayudarte si es que alguien hubiese querido hacerte algún tipo de daño — al parecer, si se ha preocupado por mí — menos mal que Gabriel ha acepado ir en tu búsqueda.

Lentamente desvió la mirada de sus brillantes ojos y la dejo en la ventana a un lado de nosotros. Espero que no se encuentre nadie en esos árboles observando para acá, eso sería vergonzoso. Las personas nunca ven la realidad, ellos siempre prefieren ver lo que desean.

—No me ha pasado nada… — le aseguro en un leve susurro, uno que una persona normal le habría costado oír.

—Menos mal — deja salir de sus labios un suspiro, el cual golpea mi mejilla suavemente — Shayla — me llama, en su mirada hay un brillo que no me gusta para nada — intenta no volver a hacer una rabieta nuevamente ¿está claro?

Maldito Dante Bell ¿enserio acaba de decirme esa estupidez? Es un maldito bipolar. Un segundo me grita por lo preocupado que se encuentra, pero al siguiente me pide una estupidez como esta. Realmente es un animal. Para ser un idiota que no habla mucho, cuando lo hace demuestra lo poco inteligente que puede llegar a hacer.

—¿Una rabieta?

Él sonríe aún más, satisfecho de la reacción que he adquirido ante su estúpido comentario. Quiero golpearlo muchas veces hasta que le aparezca un minúsculo rasguño en su tan perfecto rostro. Aún tiene esa sonrisa de medio lado y ese brillo malicioso en sus hermosos ojos grises.

—Acaso ¿no es eso lo que has hecho? — los nervios se han hecho a un lado dándole paso al enojo.

—Eres un imbécil… — la mano que ha tenido desocupada todo este tiempo, la acerca a mis labios dejando un solo dedo encima de ellos, interrumpiendo de esa manera lo que iba a decirle.

—Cuidado lobita — se acerca a mi oído y ahí susurra las palabras — recuerda que las mascotas deben ser respetuosas con sus manos, ya que se deben encontrar agradecidos de la persona que les da de comer.

Su cálido aliento choca en mi cuello, haciendo que los pocos vellos que ahí se encuentran se ericen con violencia. Una vez más mi pulso se acelera y mi cuerpo tiembla. Lentamente baja hasta mi cuello, rozando su nariz en mi piel. Olfateándome como lo hace un depredador. Mis parpados se cierran, dejándome llevar por aquel leve roce tan encantador. Ciento que en cualquier momento mis piernas dejaran de funcionar y caeré de rodillas al suelo.

—Tienes su olor — susurra una vez más.

Lentamente separo mis parpados, giro un poco mi cabeza para que mis ojos celestes azulados conecten con los suyos. En ellos ya no está ese brillo maligno.

—Su olor está impregnado en esta parte de tu cuerpo.

—¿De quién?

—Del lobo con el que te has encontrado en aquel prado… — se pasa su lengua por sus secos labios. Esos labios ¿a qué sabrán? ¿Tendrán gusto a esa sangre que ingiere varias veces al día? ¿Será que algún dio podré probarlos?




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