15 dias en Nueva York

Capítulo 18

Jueves 8 de octubre de 2020

 

Aun no me he levantado cuando oigo unos pasos que se acercan a mi habitación. Continuo con las sábanas tapándome la cara y los ojos entrecerrados, pero veo como poco a poco la manilla de la puerta se va abriendo y aparece un chico con una camisa blanca y la chaqueta negra que tanto le caracteriza. Bruno camina hacia la ventana para abrir las cortinas y dejar pasar la luz del sol. Unos segundos más tarde se levanta y se acerca a la cama, sentándose al borde de ésta.

- Buenos días princesa - sonríe mientras me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.

Sonrío al no saber en ese momento que responderle. Lo único que tengo en mi cabeza es el hecho de que no recuerdo haber entrado en la habitación, y si lo hubiera hecho, me hubiera puesto el pijama.

- ¿Qué pasó anoche? – aunque suene un tanto áspero de mi parte, es lo único que se me ocurre decir.

Bruno comienza a relatar lo sucedido ayer por la noche, y a cada escena que narra, mi vergüenza crece desmesuradamente. Anoche debe emborracharme con lo poco que bebí, y eso junto al cansancio que llevaba acumulado de todo el día, me quedé dormida en cuanto mis mejillas tocaron la chaqueta del chico.

Me acabo de despertar, frotándome los ojos para ver con mayor claridad mi habitación y el chico que me acompaña. Me levanto un tanto aturdida por el ruido callejero, y ando dando tumbones cada dos por tres hasta que me despierto y mi conciencia vuelve a mí como cada mañana.

- Voy a preparar el desayuno, ¿qué te apetece?

- Me da igual… Sorpréndeme – el chico mi mira desafiante ante la respuesta.

Cojo la toalla me dirijo hacia el baño antes de que éste salga de mi cuarto. El agua fría me repele por un momento, así que espero unos segundos a que la temperatura se caliente lo suficiente como para soportarla de buen madrugón. Cuando parece que ha pasado un tiempo vuelvo a meterme para esta vez sí, ducharme y así despertarme y poder ser una persona normal a las ocho de la mañana.

El olor a crep de Nutella llega hasta mi habitación, la cual inunda de un delicioso olor. Preparo unos pantalones negros y una camisa blanca encima de la cama para después de desayunar, ya que puedo mancharme con el chocolate, así que primero prefiero ponerme algo de estar por casa antes.

Un plato de creps y un zumo de naranja me espera en la isla de la cocina.

- No hacia falta algo tan detallado. Muchas gracias.

- No te preocupes, no ha llevado mucho trabajo.

Pongo el plato a remojar en cuanto termino el desayuno. Siento como la mirada de Bruno se posa sobre mí, seguramente era la misma que sentí el martes cuando iba hacia el concierto, porque si no, ¿cómo sabía que iba a ir allí?

Vuelvo hacia la habitación, esta vez para cambiarme y poder salir cuanto antes y llegar a tiempo al trabajo, pero su voz suena en la puerta de la habitación, me da la impresión de que me voy a retrasar un poco.

- Me estás volviendo loco – susurra acercándose por detrás apoyando sus manos en mi cintura.

Siento como su respiración choca contra mi nuca, la temperatura en ese momento empieza a elevarse, miles de corrientes electrifican mi cuerpo llenándolo de una sensación que no puedo controlar. Sus dedos recorren mi brazo lentamente, erizando mi piel a su paso. El momento más esperado empieza cuando sus labios rozan mi cuello dejando cortos besos desde la clavícula hasta el lóbulo de mi oreja. Lentamente me doy la vuelta hasta tenerlo a tan solo un par de centímetros entre los dos. Mis ojos no pueden evitar fijarse en sus brazos que se remarcan por debajo de su camisa un tanto desabrochada, los suyos, en cambio, no se apartan de los míos, de mis labios, y de las ganas que tenemos de que algo pase.

Poco a poco noto como se acerca, rozando su pelo despeinado en mi frente. Sus manos viajan por mi espalda hasta que se detiene a la altura de la cadera, atrayéndome hacia él, haciendo que la tensión se mezcla con la pasión, provocando una unión irresistible.

Unos segundos después, y sin saber muy bien cómo, nuestros labios finalmente se juntan descargando por fin esa pasión y deseo que tanto llevaba conteniendo, y es que hay cosas que no puedes reprimir, tan solo sucede y tienes que dejarte llevar por el momento, al fin y al cabo, todo es cosa del destino, y normalmente no quieres contradecirle, y menos aún si se trata de esto. Miles de sentimientos y deseos explotan por fin en mi interior, haciendo ver que esto era lo que quería y necesitaba…

* * *

Llegamos tarde al trabajo. sería la primera vez que llegaría tarde, al menos desde que estoy en Nueva york, aunque tampoco me sorprende, algún día tenía que pasar, ¿no?

Apenas falta una calle para llegar al edificio cuando ambos nos separamos de calle para intentar que Collins no sospeche de lo ocurrido. Subo por el ascensor hasta mi oficina dispuesta a comenzar a trabajar.

Escribiendo los informes y con los auriculares puestos comienzo a tatarear la canción casi de improvisto sin percatarme de que la letra era una clara declaración de amor hacia la persona a quien iba dirigida. Por fin, dos horas más redactando el dichoso informe, ya está acabado. No es excesivamente complicado, pero entre gráficos y ciertos términos específicos que se mencionaron en la reunión, la cosa se ha complicado, más aún teniendo en cuenta que no presté mucha atención, sobre todo al final de la misma.




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