GIRASOL NÚMERO 38
Zayn Sanderson
Es la hora del almuerzo, estoy en el comedor de la universidad dibujando en mi cuadernillo gastado con las plumas a tinta de diferentes tamaños que me regaló la italiana. Pensé que no las usaría y que las tiraría, pero están bastante buenas, he de admitir.
—Hola.
Escucho una voz en frente mío y alzo la cabeza, veo a una chica peli castaña con ropa ajustada, solo hago un asentimiento de cabeza y sigo dibujando.
—Me llamo Brittany— dice y se sienta en la mesa, vuelvo a asentir— Eres Zayn, ¿No?—pregunta y vuelvo a asentir— Escucha, uhm... mis amigas y yo estamos planeando una fiesta y queremos que vayas.
—No creo que vaya— digo manteniendo mi vista en lo que dibujo.
—Uhm...— musita y se queda en silencio durante unos segundos— Bien, seré directa— dice y con su mano toma la mía para que deje de dibujar, mi mandíbula se tensa y veo molesto su mano sobra la mía, entonces me suelta— Lo siento. La verdad es... que eres muy lindo, estamos juntos en clases, eres muy inteligente y... me gustaría conocerte mejor.
Frunzo el ceño y veo a sus amigas detrás mirando expectantes lo que ocurra con esta charla.
—Estoy bien así— digo y ella solo asiente.
—Bien, lo siento...—dice y se pone en pie para alejarse cabizbaja.
Sigo dibujando y suelto un bufido cuando siento a alguien sentada a mi lado, me giro y veo a la italiana. No sé por qué, pero sabía que era ella sin haberla mirado.
—¿Qué haces?—le pregunto fastidiado, quedamos en que ya no me hablaría.
—¡Eso es a lo que me refiero!— grita y apunta a la chica alejándose— ¡Alejas a las personas! Ella solo quería que fueras a una fiesta.
—Quería más que eso— digo y me vuelvo a dibujar— Y no estoy interesado.
—Si sigues así vas a quedarte solo, Zayn.
—¿De verdad? ¿Lo juras?— pregunto como si quisiera que eso pasara.
—No te mataría al menos ser amable.
—¿Olvidaste el trato que hicimos?
Traga grueso— No, solo quería decirte que si vas a alejarme a mi, no tienes que hacerlo con todo el mundo.
Me quedo en silencio, dibujando.
—Bien... Ten un buen día, Zayn— dice, se pone en pie y se aleja.
Un par de minutos después, no sé por qué, pero levanto mi mirada, la italiana está en una mesa charlando con sus dos amigos.
Su cabello rubio tiene ondas perfectas, sus ojos verdes destellan amabilidad y todo lo "bueno" de este mundo, está delgada y su ropa le queda algo grande, aunque no demasiado, lo suficiente como para notar que en algún momento le quedaba a la medida. Habla con sus amigos y sonríe.
Me pongo en pie y salgo del comedor, me da igual las clases que me quedan y voy al callejón para grafitear un poco.
Nunca he sido bueno con las personas, incluso cuando mis padres estaban vivos. Siempre he apestado en eso, pero después de que murieran empeoró todo. Una parte de mi no quiere tener a nadie cerca y otra lo necesita... aunque lo niegue y diga que no lo necesito, no es sano estar tan solo y lo estoy comprobando como nunca antes.
Pero aún así, prefiero quedarme como estoy.
Cuando termino mi grafiti frunzo el ceño ante lo que hice, solo estaba pensando y mierda, ¿Un girasol?
Lanzo la lata al suelo, tomo mi mochila y decido ir a comprar algo para comer y seguir con otro grafiti que sea mas acorde... pues a mi.
Voy a una tienda de comida rápida y pido unas papas fritas, pago y me encamino nuevamente al callejón, tardo al rededor de treinta minutos en todo eso, la tienda no estaba exactamente cerca.
Me voy acercando al callejón y entonces frunzo el ceño, me detengo en seco.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!
Me alarmo y corro al callejón, cuando doblo veo a un tipo de al menos unos treinta años encima de la italiana, ella está llorando e intenta apartarlo. Lanzo mi mochila y lo que compré al suelo y me acerco rápidamente, le quito al tipo de encima para darle un fuerte golpe con mi puño contra su rostro, él también me golpea y comenzamos a pelear en el suelo. Estoy encima de él golpeándolo, se gira y me golpea la cabeza contra el cemento, quedo algo aturdido y él aprovecha para largarse. Iba a seguirlo, pero me detengo al ver a la italiana llorando y sentada apoyada en la muralla con sus brazos rodeando sus piernas.
Mierda, soy un verdadero asco para estas cosas.
Ella levanta su mirada y sus ojos se abren de par en par.
—Estás muy herido—dice, frunzo el ceño y paso un dedo por mi rostro.
Oh, estoy sangrando.
Se pone en pie y rápidamente se acerca para ayudarme a ponerme en pie.
—Gracias—susurra con la voz quebrantada, solo asiento sin decir nada— Déjame acompañarte a tu departamento y curarte eso.
Quise decirle que no, pero no dije nada y los dos nos subimos a mi motocicleta, me abraza por la espalda y se siente jodidamente extraño. Quise apartarla, pero prefiero no hacerlo. Ha pasado por un momento realmente horrible y no tengo por qué ser un capullo ahora. Intento concentrarme cuando conduzco, las heridas me distraen un poco, pero ambos llegamos vivos y sin inconvenientes al edificio.
—¿Tienes algodón, ungüento y esas cosas?—pregunta cuando entramos a mi departamento.
—Revisa en el mueble del baño—digo en un volumen bajo y desinteresado. Me siento en el sofá.
Mi cabeza va a matarme.
—Bien— dice y desaparece por el pasillo, vuelve después de un rato.—Vi a muchas personas que pasaron por fuera del callejón y me ignoraron... gracias por hacer eso.— dice mientras se sienta a mi lado en el sofá.
—Está bien, italiana.— digo para que deje de agradecerme.
¿Qué clase de persona ignora una situación así?
Lleva su mano pequeña y delgada a mi mejilla y hace que me gire para mirarla, me sonríe.
—Te voy a curar eso— susurra y no digo nada. Primero comienza a pasar un algodón con agua por mi rostro—En la primaria hice un curso de primeros auxilios. Siempre curaba a los chicos de mi clase que se caían jugando en el receso o a los que se metían en peleas en la preparatoria. No la pasé mal durante esos años, tenía algunos amigos, aunque nunca conseguí un novio. Era esa chica con aparato en los dientes, gafas y dos coletas desarmadas— dice y suelta una pequeña risa avergonzada— Me quité todo eso antes de entrar a la universidad, aún uso las gafas a veces, pero por lo general me inclino más por los lentes de contacto.