GIRASOL NÚMERO 77
Zayn Sanderson
Aquel día vino James y me estuvo gritando mucho tiempo. Habló sobre nuestros padres, sobre el hecho de que no quiera volver a hablarle ni pisar esa empresa en la que tanto me quiere.
Fue tal y como lo recordaba.
La furia notándose en su rostro, acercándose a mi hasta que finalmente todo resulta en aquellas agresiones físicas, pero al menos esta vez me di el gusto de defenderme y finalmente lo eché de mi departamento. Si soy completamente sincero me encantaría no volver a verlo en mi vida.
Y no, después de lo que ha pasado no me importa perder a un hermano.
Si soy completamente sincero, teniendo a la irritante italiana me basta.
¿Cómo puede ser tan jodidamente buena y perfecta? Siento que no la merezco, pero la verdad es que nadie podría hacerlo. Me gustaría poder abrirme como ella lo hace, me gustaría poder decirle todo lo que siento, pero apenas si logro ser lo suficientemente valiente como para pensarlo.
Es abrumador.
Cada sentimiento y deseo en mi interior dirigido hacia aquella rubia irritante es abrumador. Apenas logro entender su dimensión y aquello me asusta.
Toco el claxon del auto rentado y me bajo de este, voy a la parte trasera y abro el maletero. Sarah no tarda en salir de su casa con su maleta.
—¿Rentaste un auto?—pregunta sorprendida con una sonrisa.
—Así es. No podíamos viajar hasta Florida en una motocicleta, ¿Dónde dejaríamos las maletas?
Sonríe— Pensé que iríamos en autobús.
—Pensaste mal. Te ayudaré— digo y me acerco para tomar su maleta y dejarla en el maletero, además tiene una mochila sobre sus hombros que supongo mantendrá con ella en los asientos de adelante, así que simplemente cierro la puerta.
—Adiós, tía. Te extrañaré muchísimo— le dice Sarah y la abraza fuertemente.— Aunque solo serán unos días.
—Cuídate mucho, ¿Si?—le susurra.— Te amo.
—Y yo a ti.
Sarah deja un beso en su mejilla y se da media vuelta para subir al asiento del copiloto.
—Cuídamela, ¿Si? Y pásenlo de maravilla— me dice la señora.
—Claro y gracias.
Luego de que me dedique una simple sonrisa, entro al auto y lo pongo en marcha casi de inmediato.
—¿Cuántas horas de viaje son?— pregunta dando pequeños saltitos, se ve emocionada y no puedo evitar sonreír levemente por ello.
—Cuatro. Quizá cinco si nos detenemos a comer.
—Claro que tenemos que detenernos a comer.
—Pues cinco.
—Oh, casi lo olvidaba— dice y abre su mochila, la veo sacar un girasol en perfecto estado de ahí, pareciera que es lo único que lleva ahí adentro, porque de otro modo no sé como podría estar en buen estado con tan poco espacio.
—Déjalo en la parte de atrás— digo divertido negando con la cabeza, me sonríe y hace lo que le dije.—¿Algún día dejarás esa obsesión?
—Nop. Me encanta regalártelos.
—Así veo. Ya podría hacerme todo un campo de girasoles si quisiera.
—Pues hazlo— dice sonriente.
Niego con la cabeza y mantengo mi mirada en frente.
Sarah se dedica a poner música que no conozco, quizá en otro tiempo habría protestado, pero la verdad justo ahora me da lo mismo. Si a Sarah le gusta, pues que lo escuche.
De vez en cuando no puedo evitar girarme a verla solo un poco, lleva su cabello suelto con sus típicas ondas, aunque sujeto por un cintillo pequeño y simple de color negro. Trae puestos unos vaqueros holgados y sueltos que están rotos en una rodilla, arriba lleva una remera ajustada amarilla con flores blancas que deja a la vista su ombligo, encima trae puesto un sweater blanco que le queda algo grande sin abrochar. Se ve simplemente hermosa. Además lleva puesta sus típicas zapatillas blancas.
Sarah tiene un estilo completamente diferente al mío. Completamente.
De todos modos me gusta, de algún modo refleja lo que es. Tierna, dulce y alegre.
Jamás me había puesto a pensar en como debemos vernos mientras caminamos y estamos juntos por ahí. Ella es simplemente tierna y llena de luz, yo, por el contrario visto de negro y generalmente con remeras de mis bandas favoritas, como Bon Jovi, Journey o The Rolling Stones y a veces llevo puesto uno que otro piercing y a veces no. Hoy llevo el aro de la nariz.
—Nunca había ido a Tampa.— dice Sarah mirando por la ventana.
Tampa es la ciudad de Florida en la que queda el acuario, nosotros vivimos en Jacksonville.
—¿En qué lugares has estado?
—En Italia solo estuve en mi ciudad natal, que es Nápoles y además fui a Roma una vez, luego vine aquí y ha sido solo eso.
—Podemos viajar a donde quieras.
Se gira a verme.
—¿Es en serio?—pregunta sorprendida y yo asiento— No. No tengo el dinero.
—Pero yo si.
—Pero yo no, esto lo acepté porque fue un regalo de cumpleaños, pero no puedo permitir que me lo pagues todo, es... no puedo, es tu dinero.
—¿Permites regalos de cumpleaños adelantados?
Suelta una pequeña risa que resultó ser como música para mis oídos.
—No, solo para mi cumpleaños, Zayn.— dice divertida.
—Qué aburrida.— digo negando con la cabeza, me giro a verla un segundo y noto como muerde su labio nerviosa, sonrío de lado.— ¿Y a dónde te gustaría ir? Solo por saber.
Suelta un suspiro— No lo sé, hay muchos lugares lindos.
—Pues cierra los ojos e imagina en dónde quieres estar.
—¿Además del acuario?— pregunta con una sonrisa y yo asiento— Sonará como una tontería, pero extraño Italia y a mi familia como una verdadera loca. Si soy sincera desearía poder viajar e ir con ellos. Lo haría si no fuera porque no tengo el dinero.
—Yo puedo...
—No aceptaré tu dinero, Zayn.
—Bien. Tendré que esperar un año a tu próximo cumpleaños.
—Si... un año más...— susurra mirando el paisaje, traga grueso nerviosa.