GIRASOL NÚMERO 79
Zayn Sanderson
Hoy cuando desperté, Sarah ya se había duchado y todo, me entregó un girasol que supongo trajo con ella desde Jacksonville.
Justo ahora estamos entrando en el acuario, di nuestros nombres y nos dejaron entrar de inmediato. A mi me dieron un pase especial y a la italiana le entregaron el traje para que entre a nadar con esos delfines.
—Te estaré viendo desde aquí— digo deteniéndome en una especie de balcón donde podía ver el gran acuario de los delfines.
Me sonríe— ¿En serio voy a hacer esto?—pregunta emocionada dando pequeños saltitos.
—Ya, anda.
Antes de marcharse deja un beso en mi mejilla.
—Gracias, Zayn— dice emocionada, asiento y ella me sonríe una última vez para dar media vuelta y alejarse.
La veo entrar al lugar, queda muy cerca de donde estoy, de hecho puedo escuchar sus conversaciones y todo.
—Bienvenida al acuario de los delfines. ¿Cuál es tu nombre?— le habla un instructor.
—Sarah.
—Bueno, Sarah, acompáñame— dice y se acercan más a la orilla del agua— Mi nombre es Gabriel, te voy a ayudar hoy para que tengas un excelente día nadando con un delfín.
—Es un gusto.— Sarah no puede evitar hablar como si estuviera esperando de forma impaciente a que dejase de hablar y pueda ver al delfín de una vez.
—Te voy a presentar a Marty, nuestro delfín más joven.
La italiana asiente y el hombre lo llama, entonces aparece y veo como el rostro de la rubia se ilumina.
—Fue rescatado hace dos años. Intentaron cazarlo y salió gravemente herido, lo hemos cuidado desde entonces, no ha podido volver a nadar como antes, así que se ha quedado aquí. Ya no podría cuidarse perfectamente en el océano como lo hacía antes.
—¿Puedo acariciarlo?
—Claro, adelante.
La italiana duda un poco, pero el delfín resulta ser bastante cariñoso.
—Puedes ponerte tu traje, te acompañaré para poder nadar con Marty.
Sonríe y se aleja un poco, lleva puesto su bañador rojo y el traje se lo pone encima. Me inclino un poco en las barandas desde donde estoy y Sarah se gira a verme. Me sonríe emocionada y apunta con un dedo al delfín, lo señalo con la cabeza para que vaya de una vez.
El tipo entra al agua y luego lo hace ella, él le enseña cientos de cosas sobre el delfín y como actuar con él, incluso lo alimentaron. El instructor también le muestra algunos trucos que puede hacer.
Me resulta aún más atractiva verla así de feliz en el agua y sonriendo a cada segundo, acaricia al delfín y se divierte cuando este hace alguna gracia.
Viéndola de esa forma no puedo evitar pensar en que abrirme a ella debería ser mucho más fácil. Debería hacerlo, debería lanzarme sin tener miedo, pero...
Si, me da miedo.
Me da miedo atreverme y luego salir herido, me da miedo abrirme y que luego todo se vaya a la mierda, pero justo ahora, viéndola de esa forma me doy cuenta de lo mucho que esa rubia italiana irritante ha logrado escarbar dentro de mi. Supo entrar a mi corazón a pesar de que se lo cerré muchísimas veces. No habrá otra persona igual en este mundo y simplemente no puedo dejar pasar esta oportunidad de intentar ser feliz. Al menos intentarlo.
Luego de que me fui de Inglaterra nunca creí que algo como esto podría pasarme, prácticamente había asumido que tendría una vida de mierda el resto del tiempo que existiera, incluso planeaba acortar ese intervalo, pero viendo a aquella rubia italiana sonreír y queriendo quedarse a mi lado... ya nada de eso se me pasa por la cabeza.
¿Cómo he podido merecer que una chica como ella se fijase en mí?
Ella es la luz, es el sol y yo no puedo dejar de mirarla, como un girasol. Cuando el sol cambia de lugar, el girasol lo sigue.
Qué ironías de la vida, ¿No?
Sonrío cuando el delfín le salpica agua y la italiana le tira agua de vuelta al cetáceo. Qué madura.
Saco la cámara que la rubia me regaló y le tomo un par de fotos.
Su sonrisa, su cabello, sus ojos brillantes.... ¿Es que habrá algún pequeño detalle en ella que no sea remotamente perfecto?
Pocas veces en mi vida he sido capaz de reconocer algo así, pero esa italiana... incluso sus pequeños defectos son irritantemente tiernos y dulces... y me encantan.
He estado en plan tomarme mi tiempo con respecto a todos estos sentimientos y toda esa mierda, pero.... no tengo idea de por qué siento esta necesidad de tenerla cerca, lo que más pueda. Justo ahora, lo antes posible. Supongo que así se siente cuando comienzas a querer realmente a una persona... nos quieres perder ni siquiera un segundo en el que podrías estar con ella.
¿Cómo no iba a tener todos estos sentimientos?
Me ayudó cuando ninguna persona lo hizo, me conoció cuando nadie más se interesó en hacerlo, no como ella lo hizo y... a pesar de lo imbécil que fui, se mantuvo a mi lado como una amiga.
El tema es que ni aunque lo intente con todas mis fuerzas.... simplemente se me hace imposible verla como una amiga.
Trago grueso nervioso cuando termino de tomar las fotos y guardo la cámara en su estuche.
Una hora después la italiana sale del agua y se va a cambiar a los camerinos, yo la espero justo afuera del acuario viendo las fotos que tomé.
Han quedado de maravilla.
—¡Ha sido increíble! ¡Definitivamente el mejor día de mi vida!— grita saliendo del acuario dando pequeños saltos. Ha estado muy saltarina últimamente.
—Te he tomado algunas fotos.— le comento.
—¿De verdad?— sonríe, se inclina para verlas y se las muestro— Si que me gustan. Me veo muy guapa, ¿No?— pregunta alzando una ceja y observándome hacia arriba.
—Tienes un ego bastante inflado, ¿No?
—Solo pertentía que me alagaras— dice cruzándose de brazos.